Había
que darle otra oportunidad a Seal Team. Suele pasar en los episodios
Pilotos de los procedimentales, a pesar de la conjunción de talentos que
los hacen posible, a pesar del tiempo que disponen para desarrollarlos suelen
fallar. En el ansia de presentarnos personajes y tramas se exceden en las
explicaciones, o como en el de Seal Team en loas al héroe.
En Other
Lives el guion se ajusta, ya no nos cuentan a los personajes, por fin tienen
voz, silencios y miradas que nos descubren sus sentimientos y sus razones. Y
además, no sólo vuelan miles de kilómetros para matar a otros, para imponer la
política del imperio sino que mienten como bellacos, conspiran contra su
gobierno para salvar otras vidas.
Other
Lives muestra la difícil relación entre las dos vidas de los
hombres del Tier One, la intensa que viven de uniforme y la rutinaria
que soportan con camisa de cuadros. Cuando son dueños de vida y muerte y cuando
sólo son padres y maridos que aman y a los que amar. Jason Hayes no es capaz de cruzar el precipicio que separa una y
otra. Ya no siente remordimientos por la muerte de su compañero, pero tampoco
ningún desasosiego por la ruptura de su vida familiar. Y sin embargo cuando acabe el episodio habrá
vislumbrado las razones de su quiebra y su necesidad de resolverla gracias a una
casa por desmantelar, un césped sembrado con cascara de huevo, un
niño moribundo y unas cajas por embalar.
En el Piloto cuando Jason se reencuentra con Alana,
su esposa, se muestra displicente ante el hecho de que la viuda y el hijo de Nate se queden a dormir en su casa, le
da igual, él ya no vive allí. Cuando
lo vemos en Other Lives llega a la
casa de Nate, una casa desmantelada
con los restos de una vida rota tirados por el suelo. Molly muerto su marido quiere desprenderse de todo, empezar una
nueva con su familia, Alana es la encargada
de embalarlo. Demasiado trabajo, dice.
Jason se le acerca sonriente,
en los ojos bailándole promesas ¿por qué no se van a cenar? A Alana no le parece una buena idea, y
cuando él insiste que es una idea genial ella le recuerda lo que pasó la última
vez. Él lo hace, y el recuerdo le ilumina la cara: el sexo nunca fue un
problema para ellos.
— El
problema fue que nunca estuve aquí. Ese era el problema, ¿verdad? —le
pregunta, realmente es un hombre confuso; pero Alana tiene las cosas muy claras
y ofendida por su displicencia le asegura que no.
— Nuestro
problema es que no estás aquí ni siquiera cuando estás aquí.— Y la
alegría, y las promesas desparecen del rostro de Jason cuando ella insiste, si se están tomando un respiro, se están
tomando un respiro.
Cuando su mujer se marcha, Jason, ciego, siente lo injusto de sus palabras y recuerda una
conversación en el patio de aquella misma casa cuando le contó a su amigo que se
iban a separar por un tiempo; por el contrario Nate le explica que había contratado a un jardinero porque en el
último despliegue a Molly se le
olvidó abonar el césped con cáscara de huevo y tuvieron una gran pelea, después
de todo un jardinero es más barato que un divorcio. Bromean,
pero que Jason recuerde esa
insignificante conversación no es baladí, aunque no lo hubiera pensado antes en
el divorcio, ahora es una posibilidad. Lo cierto es que Jason tiene un problema.
No es
el único que lo tiene difícil. Mientras el engreído de Clay Spenser se somete a un duro entrenamiento para llegar a ser un
miembro del equipo ante la aparente indiferencia de los miembros del equipo Tier One. Y Ray y su esposa cuentan las semanas para el nacimiento del bebé,
ocultando a la doctora la naturaleza e impredictibilidad e su trabajo.
La
nueva misión les llevará al norte de Siria,
deben recoger pruebas de que el régimen está fabricando armas químicas en un
hospital. Es una misión peligrosa, además de acudir a un lugar donde se
libra una guerra civil, tratarán con las sustancias más mortíferas que el
hombre ha podido fabricar, para identificarlas les acompañará como paquete el doctor Lucien experto en la materia. El
hombre no se ha visto en otra, tendrán que lanzarse en paracaídas. Y es
confortador ver como Sonny, Bravo 4,
se preocupa por su bienestar mientras se preparan por el salto, como se
preocupan unos por otros, incluido el perro Cerbero con su máscara terrorífica.
Y
cuando lo toman, Jason, Bravo 1
siempre por delante, en un intento por proteger a Ray, Bravo 2, llega la sorpresa, veintitrés civiles entre ellos
siete niños en diversos estadios de enfermedad.
Y en
una conmovedora escena uno de los niños le pide ayuda a Jason, está afectado por las sustancias químicas que allí se
fabricaban y de las que se ha producido una fuga. Jason se le acerca, le acaricia y en un intento de consolarle le
entrega una medalla, le mantendrá a salvo, le protegerá.
Pero Jason no sólo le ofrece palabras sino sus
dosis de atropina. Es mayor su ansia por salvarlo que la de preservar su vida.
Asistiendo a esta escena se comprende mejor su problema, porque no hay
comparación posible entre la satisfacción que se siente tomándose unas cervezas
con los amigos, amando a una mujer, escuchando el recital de canciones
sentimentales de un hija y la que proporciona el salvar unas vidas que a nadie importan. Tienen que sacarlos de allí, llevarlos donde reciban la atención médica
necesaria aunque eso suponga hacer frente a una fuerza enemiga muy superior a ellos.
Mientras
el doctor y parte del equipo descontaminan el laboratorio y toman muestra de
las sustancias que allí se fabricaban, Jason
y Ray discuten sobre la maldad de las armas químicas, sobre sus inventores
y sus primeros fabricantes, el ejército norteamericano (sólo que ellos son los
buenos y no lo usan) desde el centro de mando les informan no sólo de que no
hay posibilidad de sacar a toda aquella gente de allí sino de que deben
terminar rápido porque una fuerza enemiga se les acerca.
Sonny (Bravo 4) no tiene muy
claro que puedan enfrentarse a un ejército. Sabe que los civiles morirán si los
dejan allí, pero en un chute de realidad le asegura que tiene que ser muy
cuidadoso al decidir lo que es mejor para la vida de otra persona.
—Digamos
que los sacamos, ¿y luego qué? Nadie los repatriará de una zona de guerra. Tendrán
suerte si terminan en Europa. Si no pasarán el resto de sus vidas en un
campamento de refugiados.
— No
voy a mirarlos. Hay muchos lobos en este mundo. Un perro pastor estará muy
ocupado intentando mantener su manada a salvo, no tiene tiempo para vigilar a
nadie más —le explica Sonny.
Es lo que hacemos la mayoría ¿no? preocuparnos por nosotros y los nuestros,
amar a los que tenemos cerca y olvidarnos del resto.
Pero Jason es un soldado y un buen hombre
que quiere a pesar de todo ir al cielo y sus palabras son las que son.
— No
hay mucho honor en eso.
No, no
lo hay, es cierto, pero es lo que es.
Y las
cosas se complican un poco más cuando Davis
le informa que la mujer de Ray está
de parto y el niño tiene problemas. Será decisión suya decírselo o no a su
compañero. No lo hace. Tampoco cambia de opinión el alto mando. Su misión sigue
siendo recoger las muestras y marcharse.
Entonces
Jason se dirige a sus hombres, como
su comandante en tierra la única orden que puede darles es la de marcharse, les
dice; pero no la va a dar, tampoco dará la de quedarse, quien quiera puede
irse. Los que se queden defenderán la posición contra un gran número de
enemigos en la esperanza de que cuando los boinas verdes se enteren de que están
siendo atacados les ayuden. Ninguno duda. Todos se quedan.
—¿Tienes
todo lo que necesitas para probar que el régimen estaba fabricando el agente
nervioso? — le pregunta al doctor mientras esperan la confrontación.
Lo
tiene, reunió suficiente pruebas para envenenar la mitad del país, le explica. Los
civiles deberían estar muertos por las dosis a las que han estado sometidos, le
explica. Y entonces Jason tiene una
idea.
Dando “por
supuesto” que los técnicos del laboratorio limpiaron el equipo, informa al
centro de mando que según el doctor las muestras recogidas no van a servir de
nada, cree que están diluidas. Si necesitan pruebas de que en ese lugar se
estaba fabricando veneno necesitarán llevarse a la gente. Veintitrés serán
suficientes.
— ¡Oh,
eso es bueno, Jason Hayes! —exclama su superior consciente de lo
incierto de sus palabras.
Y lo
hacen, con el apoyo de Mandy Ellis, de Davis y
del teniente Blackburn al frente de la conspiración
consiguen que el estado mayor cambie la misión, sacarán a la gente, es una
necesidad humana, los boinas verdes les prestarán ayuda.
Y por
fin vemos la guerra y no la acción virtual, mientras sacan a los civiles y los
transportan hasta los vehículos de evacuación las balas, los morteros caen a su
alrededor, pero Jason aún tiene
tiempo de volver atrás. Cuando sale lleva consigo al niño moribundo.
Una
escena más que nos explica el por qué
Jason no está con su familia cuando está con ellos. Es un soldado que mata
pero también un hombre de fuertes sentimientos, un hombre de honor, que no se deja arrastrar por el
vértigo de la acción.
Al
regreso les esperan buenas noticias, el niño de Ray y su mujer están bien y este agradece que durante la misión no
le haya contado los problemas del parto; por su parte Clay, el novato ligón no sólo se queda sin la hermosa Stella sino que a pesar de sus
bravuconerías no logra quedar entre los cinco primeros, no ha sido el último,
pero tendrá que seguir con los entrenamientos.
Cuando Jason vuelve a la casa de Nate, Alana y su hijo siguen recogiendo
trastos. La presencia del muchacho trastoca algo dentro de él. Tal vez el
recuerdo del niño muerto entre sus brazos le hace comprender que él también
tiene un compromiso con su familia. Y llamando a su hijo le pide que le ayude a embalar cajas.
¿Han
acabado los problemas emocionales de Jason
o el compromiso con su trabajo y su honor lo mantendrá alejado una vez más de
su familia?
Y no,
no he necesitado suspender mi incredulidad ante la conspiración más que otras
veces; no es una ingenuidad pensar que en la realidad hubiera sido posible, que
todos los miembros del Tier One comprometidos
no hubieran perdido su trabajo por mentir al estado mayor. Un el mundo de la
postverdad en que estamos inmersos, en el que todos mienten de acuerdo con sus
intereses, la mentira de Other Lives
al menos es gratificante. Los chicos buenos hacen cosas buenas. Ojalá fuera siempre cierto.
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