Con retraso
sobre el horario previsto aquí está mi reseña del episodio Piloto de Seal Team, la
nueva serie de David Boreanaz. Lo
cierto es que me había prometido que no la vería hasta que se estrenase en Fox España, pero… la curiosidad me pudo y
el jueves 28 ya estaba viendo una mano ensangrentada restregándose sobre el
pantalón de un uniforme, el rostro mojado y estupefacto de un soldado, el
rostro de David Boreanaz.
Luego la imagen
cambió y aunque la cámara volvió a centrarse una vez más en el rostro del
hombre, ahora estaba vestido de civil. Sentado frente a una a psiquiatra, pero está
claro que no va a darle ninguna oportunidad, es un hombre duro, y no es que no sea partidario de la
psicoterapia, es que está allí porque su superior se lo ordenó. No tiene
que decirle; sin embargo su mirada esquiva, la jactancia de su media sonrisa,
el hecho de que una y otra vez intente
limpiarse en el muslo la imaginaria sangre de la mano contradicen
la arrogancia de las palabras.
— Háblame
de Nate —le pide la doctora.
— Aunque
quisiera no podría hablar de lo sucedido durante la operación. No creo que
tenga acreditación— se escuda arrogante.
Pero se
equivoca, la tiene y nos acredita a nosotros para conocer lo sucedido. Y la
escena vuelve a cambiar, seremos testigos de la operación. De una operación por
la que Jason Hayes y su equipo de
Seals habían interceptado un barco cargado con mísiles e instalado las cargas
para explosionarlos. Y entonces Nate,
su compañero Nate le dijo que sería
oportuno registrar la caja de caudales para buscar el manifiesto del barco y
descubrir los nombres de los responsables. Él, Jason Hayes, aceptó la propuesta, el mando la aprobó y la por
entonces tranquila y exitosa operación se volvió de repente peligrosa
cuando tres esquifes se les acercaron disparando.
Las estelas de
las balas trazadoras, el bum bum de los disparos entrecruzados, los gritos de “vamos,
vamos” se adueñan de la pantalla; y por si no fuera suficiente mientras
Jason y Nate nadan hacia el fuera borda una banda sonora chirriante remarca
la tensión.
Después de
librarse de los enemigos y explosionar los misiles, uno de los hombres pregunta
“¿De
quién es esa sangre?” porque en el suelo los casquillos nadan en un
charco de sangre. Y entonces, estupefacto Jason
descubre a Nate con un tiro en el
cuello. Esta muerto. Cuando lo suelte se mirará la mano ensangrentada e intentará
limpiársela restregándola en la pernera del pantalón. El círculo que se abrió
con la primera imagen se ha cerrado; pero no el drama.
Porque ese fin
de semana se celebra la primera comunión del hijo de Nate, y allí están presentes todos los hombres del equipo y sus
familias. Jason aparece feliz,
exultante subiendo en brazos a su ahijado, felicitándolo. Precisamente cuando
está hablando con su mujer, cuando nos enteramos que ya no vive en su casa,
cuando la vemos pidiéndole que intente ir alguna vez por su casa, que su hija
Emma tiene un recital y significa mucho para ella que acuda, y él le responde
que lo intentará, suena el teléfono y los Seal y con ellos Jason abandonan la fiesta, parece, porque se vuelve a contemplar a
su mujer después de despedirse, que le hubiera gustado decir algo más y sin
embargo se marcha.
No parece un
mal comienzo para un procedimental de temática militar. Pero lo cierto es que
durante la entrevista la doctora Kruger
le ha avisado de que el hecho de que se niegue a hablar de la muerte de Nate es la manera más obvia de decir
que de eso es precisamente de lo que tienen que hablar y una vez más Jason le ha contestado que a él lo
único que le importa es que diga a sus superiores que acudió a la sesión.
E
increíblemente porque Jason es un
hombre en lucha consigo mismo, la doctora ha debido de hacerlo y en vez de seguir
con la terapia, lo encontramos nuevamente liderando una misión encubierta. El
procedimental vence al drama. Y lo que hasta ahora hemos visto, lo que Seal Team nos ha ofrecido en esos
quince primeros minutos no es otra cosa que el anzuelo para atrapar a los fans
de David Boreanaz (que para eso lo
contrató). Porque hasta entonces Jason
Hayes es básica e intencionadamente Booth,
un Booth que se hubiese quedado
demasiado tiempo en el ejército y no hubiera conocido a Temperance Brennan.
No será el
único recordatorio de Booth, aún hay
más guiños escondidos, pero lo cierto es que a partir de ese instante Jason Hayes es otro hombre, su rostro,
su actitud cambian, ya no hay dudas ni espasmos. El uniforme es su armadura en
la que esconde y oculta al hombre vulnerable de la camisa a cuadros y mientras planea
y ejecuta su nueva misión, es un jefe experimentado, un hombre inteligente, el
líder de su equipo, capaz de cambiar la misión con éxito cuando las
circunstancias cambian, de calibrar los riesgos y las consecuencias, en fin, un
hombre sin fisuras, confiable para sus subordinados y para sus jefes.
Se
trata de capturar en Liberia a uno de los dirigentes más escurridizos y peligrosos del ISIS, Abu Samir, un hombre al que la analista
de la CIA, Mandy, que interpreta Jessica Paré quiere atrapar vivo para
obtener información, está segura de que no se suicidará, de que preferirá vivir
al martirio. Al parecer tiene motivos personales, hace unos años estuvo a punto
de atraparle pero estaba con un activo en una cafetería y no quiso ponerlo en
peligro. Le dio igual, lo atraparon y lo mataron.
Y
mientras la preparan vamos conociendo a los miembros del equipo, Ray (Neil Brown Jr), el gran amigo de Jason, el único que le dice las
verdades y que tiene a su mujer embarazadísima, Diaz, (Toni Trucks) la
mujer encargada de los pertrechos que todo lo tiene a punto e incluso un
traductor de las doscientas lenguas africanas, otro seal; precisamente un joven
del que en el entrenamiento hemos visto como fallaba y al que Jason
no está dispuesto a llevarle pero… resulta que Clay Spenser (Max Thieriot)
es hijo de un antiguo Seal que escribió un libro una vez retirado que no sentó
muy bien en los círculos oficiales. Y Jason
se deja convencer por Ray para
que le permita ir en la misión, sobre todo para dejar claro que él no tiene
nada contra su padre. Si un hombre ha sobrevivido a lo que ha
hecho tiene que tener la libertad de poder hablar sobre ello, responde.
Conocemos a Sonny (AJ Buckley), el
encargado de Dita, la perra.
Sin embargo,
en Liberia la misión sufre dos
cambios, primero hay un incendio, los drones no pueden descubrir donde se
encuentra Samir y Jason y el equipo,
disfrazados de mujer, tienen que
vigilar el lugar en tierra. Y segundo, durante la vigilancia se topan con una rehén, una
mujer rubia, trabajadora de una ONG y americana. La prioridad en principio
cambia, ya no se trata de atrapar a Samir sino de liberar a la prisionera. Aunque, Jason, una vez más tiene una idea, primero liberarán a la mujer,
luego atraparán a Samir.
Y lo
hacen, la liberan y Dita los guía por un túnel en busca del terrorista y ahí Clay Spenser, el novato, hace una de
las suyas, incumple las ordenes de Jason
de asegurar su retaguardia y llega a la sala donde Jason y Ray intentan que Samir no apreté el detonador del chaleco
con explosivos que lleva puesto, quieren atraparle con vida; pero el chico sin
mediar palabra le dispara y lo mata. Jason
se enfurece, pero una vez más Ray le
convence de que cualquiera al ver la situación en que se encontraban hubiera
disparado. Y aunque Jason objeta que
ellos estaban dentro de la sala y no dispararon, cuando su superior les
pregunta si la misión fue limpia contesta que sí.
Al final, en el
concierto, porque llega a tiempo de ver cantar a su hija, se sienta solo, apartado de su mujer y cuando mira a su
hija cantar en el escenario vuelve a restregarse la mano en el muslo en vano intento
de limpiarse la inexistente sangre de Nate.
Cuando se percata de lo que está haciendo cierra el puño y lo aprieta bajo la mirada lejana de su esposa, ha tomado una decisión y sonríe a su hija.
Se ha curado.
Cuando
la CBS ordenó el Piloto de Seal Team era un proyecto que se centraría en las vidas de los Navy Seals “mientras entrenan, planean y ejecutan las
misiones más peligrosas y de alto riesgo que nuestro país”: luego, cuando contrató
a David Boreanaz el proyecto cambió,
interpretaría “al respetado y
comprometido líder de su equipo de asalto que ha pasado por más de una decena
de despliegues, con cicatrices por dentro
y por fuera”. Y aún más cambió ante las críticas de los medios
norteamericanos que les acusaban de ser una serie dirigida principalmente al
electorado que había votado al presidente Trump.
Por las declaraciones de los showrunners en
la TCA la política no importaba,
las acciones no importaban tanto como la repercusión que en la vida de los
hombres tendrían.
No tengo nada contra las series de guerra. En su día me emocioné con Hermanos de Sangre, lloré y bailé con Playa de China, fascinada por el
francotirador Dodger; me
escandalicé con la violencia extrema de Pacífico,
me asusté con la anarquía y el cinismo de Generación
Kill y este verano me he aburrido con Six,
de la que algunos dicen que Seal Team
es un plagio, no lo es. Por lo visto Seal
Team va a priorizar las acciones militares, el procedimental, la buena
acción virtual de la semana. La trama de
la vida de los hombres del equipo se serializará un poco, unas veces las de
uno, otras las de otros. En estos dos primeros por supuesto la prioridad es el
personaje de David Boreanaz. Si es
así, se tratará de en un procedimental irrelevante más de la CBS. Una serie para
ver de vez en cuando, esperemos que se centren más en los personajes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario