martes, 30 de abril de 2013

BONES: THE SECRET IN THE SIEGE. CRÓNICA DE UNA MEZQUINDAD


Antes de comenzar una advertencia, si alguien no ha visto aún el episodio final de la octava temporada de Bones que no lo vea, ni por supuesto lea después del punto y aparte. Si es una Bonehead que se quede en el episodio 23 The Pathos in the Pathogens, ese sí fue un buen episodio final de temporada.

Dicho lo anterior, hasta aquí hemos llegado, la octava temporada de Bones terminó. Y se ha cumplido para sus protagonistas, Booth y Brennan, lo que profetizó David Boreanaz cuando habló de su renovación (aquí): "Las cosas van a ser un poco más interesantes al final de esta temporada, y la forma en que entramos en la próxima temporada va a ser muy impactante y divertida". 

Impactante desde luego que ha sido The Secret in the Siege, en cuanto a divertido, Boreanaz ha debido hartarse a reír mientras saltaba de coche en coche en busca del asesino. Desde luego, a tenor de sus declaraciones Stephen Nathan y Hart Hanson lo están haciendo ahora, no por los saltos sino por el impacto que ha causado el final del episodio en las fans. 

¡Malhaya quién en palabra de hombre fía! Gemía el viento ante las promesas del amante mentiroso cuando enterraban a la enamorada en el romance castellano. ¡Malhaya quién en palabra de hombre fía! podrían decir la doctora Brennan y las fans.

Pero... un momento, ¿alguien ha incumplido una promesa en The Secret in the Siege? En principio parece que Booth y los productores ejecutivos. Booth porque a la pregunta de Brennan de sí quiere casarse con ella contesta que sí, y en los dos últimos minutos del episodio, con todo el dolor de su corazón en el rostro se desdice; y los productores ejecutivos porque al principio de la temporada dijeron que con lo que había costado unirlos no los iban a separar. 

Pero... la palabra es parece. En un primer momento. Sí, la doctora llora y con ella los siete millones de fans que vieron el episodio. Sin embargo, a una persona tan lógica y racional como Brennan le costará poco comprender que el cambio de opinión de Booth no es propio de él, que ha sido forzado por alguna causa no debida a su voluntad. Y concluirá sin ninguna duda que el culpable del cambio es Pelant y aunque le cueste tragarse su orgullo, en esos momentos herido, descubrirá la verdad, matará a Pelant, perdonará a Booth y todo volverá a ser como antes. 

Tampoco han incumplido los productores ejecutivos porque realmente no  ha habido ruptura, aún viven en la misma casa y según confesión de ambos protagonistas todo está bien. Por tanto, podría decirse que los productores se han limitado a cumplir uno de los rituales de Bones de final de temporada: alejar a los protagonistas uno del otro por las causas más peregrinas, y lo han hecho por tres veces: de la quinta temporada a la sexta mandaron uno a Boston y otro a California, un mal chiste, pero claro escribo sobre Bones, quería decir uno a Afganistán y otro a las Islas Molucu; de la séptima a la octava, convirtieron a la doctora en una fugitiva; y ahora, de la octava a la novena, de nuevo por causa de Pelant, dejan a uno en el bajo y a otra le hacen subir las escaleras. Genial la idea esa de matar a cinco personas si se casa con ella, genial la de Sweets profetizando que Pelant no iba a consentir la boda, porque quiere ser siempre el primero. 

Así pues no hay razón para desconfiar de las promesas de ninguno de los hombres de Bones, no tienen ni Brennan ni mucho menos las fans base legal alguna para preséntarles una demanda por incumplimiento de Promesa. Sólo hay que recordar los spoilers de las últimas semanas  (aquí), (aquí) y (aquí)Y además que ya se ha encargado de decir Stephen Nathan (aquí) y (aquí), cuando se lo han permitido las risas, que Booth sabrá como resolver el dilema.

Pero... un momento, ¿en serio pretendía la doctora Brennan que una proposición de matrimonio podía hacerla como la hizo? Cierto que es torpe socialmente pero... ¿no es antropóloga? ¿Desconoce el ritual? De rodillas y con un diamante. Hasta Hodgins supo que esa era la manera adecuada de pedírselo a Ángela cuando le dio calabazas la primera vez, claro que cuando lo hizo tampoco lo consiguió. ¡Ahora caigo! Ángela dijo sí cuando finalmente Hodgins le escribió I Love You con unos langostinos, tal vez de ahí le ha venido la idea a la doctora de utilizar la cecina como símbolo de compromiso. ¡Cecina! Lo de la cecina era para que cualquiera hubiera dicho no y sin embargo Booth, hombre enamorado, dijo sí. ¿Por qué sentirse traicionada si han utilizado con ella su misma lógica? ¿Por qué las lágrimas si al principio del episodio decía convencida que para ella era suficiente estar juntos?

Para mí sólo hay una explicación: mezquindad. La palabra mezquino tiene seis acepciones en el diccionario, las cuatro del medio le vienen que ni pintadas  a lo que han hecho los productores de Bones en este final de temporada, a saber: falto de nobleza de espíritu; pequeño, diminuto; pobre, necesitado, falto de lo necesario; desdichado, desgraciado e infeliz.

Han sido pequeños y diminutos, faltos de lo necesario. Sí, les ha faltado inteligencia y valor para dar un giro realmente creativo a la serie. Un giro que necesitaba. La octava temporada ha sido incoherente, mediocre e insulsa y, salvo ocho o nueve episodios, decididamente mala. Bones necesitaba un cambio, es cierto, un gran cambio que tal y como se promocionó parecía a punto de llevarse a cabo. Si la novena iba a ser la última podían haberse arriesgado. Pero no lo han hecho. Han promovido la traición en la pareja para introducir el conflicto en la relación. Es más fácil escribir sobre conflictos que sobre relaciones normales, se necesita menos inteligencia, imaginación y trabajo. Ya han anunciado que la novena tendrá 24 episodios, ¿realmente creen los gerifaltes de la Fox que, ahora mismo, eso, le importa alguien?

Pero sobre todo les ha faltado nobleza de espíritu. ¿Era necesaria que hubiera una proposición de matrimonio? No. No lo era. Algunas fans estaban empeñadas sí, pero como los productores dicen la audiencia no es única. Podía perfectamente no haberse hecho. En el contexto del episodio está traída por los pelos. Nada la hacia necesaria, nadie del Jeffersonian ni siquiera Booth se sentía en peligro. Y no hay que olvidar que la campaña sobre el compromiso la han orquestado con mala fe los productores ejecutivos en episodios como The Party in the Pants y The Pathos in the Pathogens, creándoles a las fans una ansiedad que sabían que no satisfarían. Luego la han metido con calzador en The Secret in the Siege y la han deshecho con una llamada idiota dejándolas destrozadas. Objetivo conseguido, se felicitan, siete millones de espectadores y las fans locas por ver la novena temporada y... y la décima en perspectiva.

¿En serio? ¿Qué dice esa actitud de la inteligencia y de la calidad personal de Stephen Nathan, Hart Hanson, David Boreanaz y Emily Deschanel? Tal  vez  al final resulten ellos los desdichados,desgraciados e infelices, tal vez deberían haber recordado de las clases de catequesis la frase de San Pablo que dice: 
"Mirad: el que siembra con mezquindad, cosechará también con mezquindad; el que siembra en abundancia, cosechará también en abundancia".

En fin, para terminar, por si alguien quiere saber que ha ocurrido en el episodio decir que ha habido muertes muy mal explicadas, un gran hermano que todo lo ve y todo lo oye porque posee una gran red de satélites espías de los que nadie en ningún momento y lugar está a salvo. Que Sweets involuntariamente es su ayudante... en definitiva muchas cosas cogidas con alfileres en busca del impacto. Este tuit, ejemplo de otros muchos, lo explica a la perfección:


Y no, no creo, y desde luego no me importa, que Brennan se encierre en su soledad como pronosticó la doctora Saroyan que ocurriría si Booth cambiaba de opinión y no la amaba, era otro contexto. Aunque tal vez alguna Bonehead desconsolada que lea estas líneas agradezca oír una hermosa canción que habla de la soledad, la cantaba George Moustakis:

 Ell' ne me quitte pas d'un pas
Fidèle comme une ombre
Elle m'a suivi ça et là
Aux quatre coins du monde

Non, je ne suis jamais seul
Avec ma solitude

Quand elle est au creux de mon lit
Elle prend toute la place
Et nous passons de longues nuits
Tous les deux face à face
Je ne sais vraiment pas jusqu'où









viernes, 26 de abril de 2013

BONES. FOTOS, PROMO Y SPOILERS DEL EPISODIO FINAL DE TEMPORADA



A menos de una semana de la emisión de El Secreto del Cerco el episodio final de la temporada 8 de Bones, los productores y las revistas online nos inundan de spoilers. Es lo que procede, al parecer, para motivar a la audiencia. En mi caso funciona. Engorda la bola de cristal y a la pitonisa la adelgaza de tanto correr de un lado para otro intentando no perderse ninguno.

Esta tarde ha sido Stephen Nathan, últimamente muy dicharachero (no en balde es ahora el responsable de Bones), quien ha abierto la brecha.

Armas, coches, amor, cecina, corazones rotos, muerte. Estupendo. Nada raro. En cada uno de los episodio de Bones hay armas, algunos coches (por cierto, ya se acabó la publicidad de Toyota, un descanso), un poco de amor, corazones rotos y muertes. Lo único algo original va a ser la cecina, aunque ya dijo Booth que se iba a encargar de comprar por si ocurría el fin del mundo.


 


Por cierto que no tardó David Boreanaz en responder al twit de Stephen Nathan, y no reprimió su faceta de fan del equipo de hockey de Filadelfia Flyers, cuyo color es el naranja.

Eso fue al principio de la tarde (hora española), y las/los boneheads de los nervios.



Mientras tanto ellos seguían a lo suyo que no es otra cosa que promocionar el episodio final

O más bien troleando, por troll (inglés) y por trolear (español). En fin, una tarde divertida. Pero que como el lunes 29 no llegue pronto a más de uno o una le va a dar un síncope. Porque las cosas no pueden estar más negras. Ya sabíamos que el objetivo de Pelant, el asesino cibernético, ese gran hermano que todo lo ve, que todo lo vigila, que todo lo sabe, ese ojo de Dios  apunta su dedo mortal hacia Booth. En la entrevista que Emily Deschanel ha concedido a TVTango enn la que dice cosas tan sustanciosas como que la presencia de Pelant le hace revisar sus creencias muy deprisa, lo que ya se intuía después de los últimos episodios, sobre todo The Pathos in the Pathogens:




Para añadir que la presencia de Pelant y el miedo a que Booth sea su objetivo la hace llegar muy lejos en su lucha por defenderlo, ¿cuán lejos? no lo sabemos, lo cierto es que en el último episodio llegó a fingir que inoculaba un virus mortal en el asesino para salvar la vida de Arastoo. En la promo la vemos corriendo entre un gran atasco de tráfico llamando a Booth. 

Además  Mega Buzz  insinúa que tal vez no sea exactamente Booth el objetivo. del dedo de Pelant. A la pregunta de si la vida de Brennan o Booth está en peligro contestan:

"Well, any time Pelant's involved, somebody is in danger. But while Booth seems to be the killer's primary target, you'd better also keep your eye on Sweets. However, as Emily Deschanel previously told us, Brennan's fear for Booth's life is of key importance in the finale. Could it be just the thing that finally pushes Brennan to pop the question? "That subject definitely comes up and Brennan may be open to things she wasn't open to in the past," Deschanel teases. "Brennan has come a long way in how she views Booth and how she views marriage. She definitely takes some action in regards to her future with Booth."
Stephen Nathan en declaraciones a Give me my Remote  dijo que la vida de Sweets se ve afectada por el final de la temporada de una manera inmediata como ninguno otro personaje, así que en el segundo episodio de la novena revaluará su vida y su posición con respecto al resto.



¿Quién es en definitiva el objetivo Booth o Sweets? ¿Por qué el miedo de Brennan por Booth tiene una importancia clave al final? ¿Por la proposición de matrimonio o porque hace ella estallar la bomba? 

Y para más inri las últimas declaraciones de Stephen Nathan a Colleen McPinto:
 "Everyone will be affected by Pelant in this episode and it carries through in a very major way into the beginning of season 9. So there is sort of a pretty devastating series of events for Booth and Brennan, and that will carry over to season 9 and that will affect them and their relationship. And Booth knows there is only one way to resolve that, so we end season 8 with a lot of anger, a lot of guilt, a lot of sadness, and some hope and belief in our characters that they can pull themselves out of this situation."


Arriesgándome con la bola, estas últimas palabras parecen significar que Booth está dispuesto a acabar con Pelant de la manera que mejor sabe, disparándole ¿lo llegará hacer? ¿De dónde procederá la rabia, la culpa y la tristeza? ¿Quién será la víctima?

 


Locura. Misterio y Suspense....

Lo único que parece a estas alturas claro es que los fans de Bones nos vamos a  quedar todo el verano colgados del acantilado, lease "cliffhanger",  y tal vez hasta haya algunos que se queden en el camino por la impresión y no lleguen al otoño para ver como todo se recompone de nuevo como si nada hubiera pasado.

Está visto que el vídeo de la promo no entra. Lo intentaré mañana. Sorry.






Y uno de los adelantos esperados





martes, 23 de abril de 2013

BONES. THE PATHOS IN THE PATHOGENS.




Antes de empezar una pregunta ¿por qué no han sido todos los episodios de esta temporada de Bones como éste? Intenso, brillante, emocionante. Sin duda merecedor del reto que propuso Stephen Nathan el domingo pasado.


Cuando vi el tuit pensé que no iba conmigo, que tal vez si los protagonistas hubieran sido Ángela y Hodgins si hubiera supuesto un reto, pero que tratándose de Cam y Arastoo no tendría ningún problema. Sin embargo, una vez visto, tengo que reconocer que el hecho de que hayan sido ellos dos los protagonistas no ha mermado intensidad al episodio. La trama, la música y los movimientos de cámara se han bastado por sí solos para atrapar y arrastrar hasta la mismísima plataforma forense del Jeffersonian al espectador. Mis felicitaciones a Kim Clements, la guionista, a Chad Lowe, el director y por supuesto a Stephen Nathan y Hart Hanson. Un gran episodio. Con unos cuantos más igual Bones dejaría de ser una serie sólo para adictos. 



Y sí, en este episodio el título es significativo. Muy significativo: The Pathos in the Pathogens. Phatos, Patógenos, palabras derivadas del griego, de los médicos y filósofos clásicos griegos. 

Pathos en medicina es la palabra que se utiliza para referirse a un estado anormal y duradero producido por una enfermedad. Y el episodio va de eso, de la titánica lucha contra reloj del equipo del Jeffersonian para encontrar un antídoto y salvar la vida a Arastoo, como ya se había encargado el departamento de prensa de la Fox de anunciar. Y no es una trama original en Bones, en “El hombre de la Celda”, de la segunda temporada, ya hubo esa lucha contra el tiempo para salvar a uno de los suyos, precisamente a "una medicucha absurda, politiquera y medio tarada", como la llamó Hodgins y, que desde aquel momento pasó a ser definitivamente la gran jefa del Laboratorio Forense del Instituto Jeffersonian, la doctora Camille Saroyan. Cam.



Pathos en retórica, según Aristóteles, es una de las tres formas de persuasión de la audiencia mediante la emoción, y vaya si consigue emocionar. La interpretación contenida de Tamara Taylor, hace que, por primera vez, me crea la relación que existe entre ambos. Es emocionante oírla hablarle a un inconsciente Arastoo, decirle todo lo que harán cuando lleguen las vacaciones, pedirle disculpas por estar demasiado ocupada para dedicarle todo su tiempo, anunciarle, sí, anunciarle que va a salir con bien, que lo hará. Y es emocionante verla imponerse a Booth y a los demás y, apelando a lo bueno que se supone que hay en todo ser humano, suplicar al culpable que entregue el antídoto, porque el hombre al que quiere, un buen hombre, va a morir.



El personaje de la doctora Camille Saroyan me encanta. Una mujer libre, inteligente, independiente, irónica, divertida, responsable y buena gente. Hasta hoy no he entendido por qué los productores la habían relacionado sentimentalmente con Arastoo, un personaje mentiroso, vanidoso, irascible y lleno de traumas. Me parecía que la minusvaloraban con el único pretexto de ahorrarse unos miles de dólares en la contratación de otro actor. Y es que en los episodios en que la relación se ha sustanciado, Cam no se parecía en nada a la que nos presentaron en el primer episodio de la segunda temporada, El gigante en la vía del Tren


¡Stan, necesito gasas! ¡Dan, como no encuentres al dueño en diez minutos se desangrará al tiempo de ya!

Y aparece en pantalla Cam con la cara chamuscada, mal peinada y con un antebrazo amputado en las manos. Un éxito, con decir que la contrataron para seis episodios y se ha quedado seis temporadas más. Al parecer Hart Hanson la previno de que la gente la iba a odiar por apartar a Booth de Brennan. Pues se equivocó, nadie odió a Cam.



El siguiente plano muestra a Brennan y a Booth acercándose a Cam:

— Seely —dice a Booth

— Camille —responde él.

— No me llames Camille.

— No me llames Seely —replica Booth, para a continuación presentar una a la otra— ¿Os conocéis? —pregunta. Y las dos contestan —No.

Luego, a Hart Hanson le pareció más oportuno que hubiera sido que sí y las hace encontrarse al salir de un ascensor en el episodio 100, la aparente precuela de Bones, pero ya sabemos que su santidad es infalible en cuestiones de… Bones.

— ¿Por qué sigue aquí, doctora? —pregunta Cam a Brennan.

— Porque no soy forense y no trabajo para usted —contesta una Brennan un tanto extrañada por la osadía de la desconocida que se atreve a darle órdenes.

—Es cierto a medias.

Y entonces aparece una camilla llevando al hombre con el brazo amputado y Cam la sigue, antes le dice a Booth.

— Estas bien sin traje, Seely, ya te lo dije. 

Booth sonríe irónico y le responde,—Es un placer volver a verte, Camille.

Y la doctora Brennan con una sonrisilla sardónica y entre dientes, celosa, la crítica: 

— Va con un brazo amputado y de repente te tira los tejos.

Genial diálogo, en menos de dos minutos ya sabemos que es una mujer decidida, que sabe cual es su trabajo, que no se deja amedrentar por Brennan y que… Booth y ella son buenos amigos… tal vez más que eso. 


El Pathos también forma parte del binomio del Amor y la Muerte, y en este caso representa no sólo un estado del alma sino una expresión de sentimientos, tristeza, pasión, padecimiento, en definitiva, amor doliente. Esta explosión de sentimientos que aparentemente sólo afecta a Cam, tiene otra destinataria. La doctora Temperence Brennan.


Y es que tanto la relación de Cam con Arastoo como The Pathos in the Pathogens fueron planificados al principio de la temporada y tenían su razón de ser. Se necesitaba para el penúltimo episodio una trama que, permitiendo a David Boreanaz, dedicado por entero a preparar como director el último episodio "El secreto del Cerco", un trabajo actoral poco exigente (así ha sido, su participación se ha limitado a escenas de interior y diálogos escuetos), fuera precursora del final de la temporada. 



Porque ya se ha anunciado que la doctora Brennan se replanteará su relación con Booth precisamente en el episodio final, y que el tema "pendiente"  de la proposición de matrimonio se haría siguiendo la lógica de los personajes, según declaraciones de Stephen Nathan. Y para ello necesitaban mostrar un amante en peligro, ¿recordáis, pathos-amor doliente? 


Un amante en peligro de muerte que obligue a Brennan a reconsiderar, una vez más (¿cuántas van?) los fundamentos en los que durante las siete temporadas anteriores ha basado su carácter; había que destruir su racionalismo a ultranza y hacerlo, al mismo tiempo, completando la evolución del personaje, para que no chirriase demasiado. Y así esta temporada la han hecho hablar por primera vez con un cadáver en El fantasma en la máquina, la han mandado de visita al cielo en El Disparo en la Oscuridad para hacerle comprender en palabras de Shakespeare que "Hay más cosas entre el cielo y la tierra, Horacio, que las que sueña tu filosofía" y hasta la han hecho utilizar argumentos religiosos para ayudar a Booth a perdonar a su madre en La Fiesta en los Pantalones, toda una evolución. Pero faltaba el espejo, comprender con el ejemplo de Cam lo que sentiría si lo perdiera. En ese contexto la relación Cam-Arastoo ha realizado a la perfección el cometido para el que se pensó. 


¡Ah!, se me olvidaba hablar del caso del episodio. Pues que al Jeffersonian llega desde el CDC, Centro de Enfermedades Contagiosas de Atlanta, el esqueleto de una desconocida infectada por un virus mortal. Y el equipo al completo intenta descubrir no sólo quién es la víctima, sino quién es el asesino porque estará en posesión no sólo del virus sino del antídoto. La victima resulta ser una tal Mía Garrett, bloguera dedicada a la investigación de la corrupción de...



Pero sabéis qué, que ya he contado demasiado, que es un gran episodio, que tenéis que verlo y disfrutarlo como yo lo he disfrutado. Y prepararos para el infierno..., al menos eso es lo que se nos ha anunciado para el final de la temporada. 

viernes, 19 de abril de 2013

LA DAMA DEL MAR V



ANTERIORMENTE

Este muchacho, tan juicioso y honorable, que te quiere por esposa era nuestra última esperanza, Eugenia. Y mira por donde él mismo decide que lo mejor es que no haya boda. Pues apañados estamos con la juventud -se condolió Andrés Soto.
—Anda, calla, gruñón. Tómate el chocolate que se te enfría –rezongó la tía Fermina y volviéndose le ofreció la oportunidad de cambiar la situación, cómo sólo ella sabía hacerlo.
— Nita ¿por qué no le enseñas a Juan la terraza?, anda, hija mía, iros a dar un paseo y déjame a mí con estos cascarrabias. 


CAPITULO 5
Cuando Juan cerró tras de sí la puerta del salón, vehemente la atrajo hacia sí y la besó una y otra vez. A Eugenia aquella pasión desconocida la paralizó un instante y un segundo más tarde la sorprendió el ansia que aquel abrazo despertó en su cuerpo y las olas de placer que en sus entrañas se alzaban con cada roce de los labios de Juan.




Cuando después de una eternidad las ansias se apaciguaron. Cuando los pechos agitados acompasaron el ritmo, Eugenia se apartó suavemente, aquel abrazo estaba mal; pero no porque los arrastrase a territorios prohibidos sino porque si continuaban besándose sería incapaz de hacer y decir lo que tenía que hacer y decir; aunque ya no estaba tan segura de que su decisión fuera la correcta. Después de todo aquel hombre le era desconocido, olvidado por las sierras y en las emboscadas había quedado el Juan que ensoñaba como compañero de aventuras. Aquel era un hombre, con exigencias de hombre, con instintos de hombre, con amor de hombre que no aceptaría excusas ni mentiras. Un hombre que esperaba una respuesta y debía ser cierta, porque le iba la vida.

—Juan... 

Juan se resistía a soltarla y la atraía de nuevo hacia él ansioso.
—Sólo uno más, Eugenia. 

—No, Juan, aquí no —dijo escabulléndose de sus brazos y alejándose de la puerta del salón-. Vamos a la terraza.
Subían por la escalera, él detrás y en su rabia la empujó contra la pared dejando caer sobre ella el peso de su cuerpo. La boca mordiéndole el cuello. 

— ¿Por qué, por qué? 

— Juan, me haces daño –dijo sin rechazarle. 

— Lo siento –se disculpó apartándose-, no sé qué me pasa. 

Y como Eugenia continuara subiendo las escaleras la cogió por el brazo obligándola a mirarle cara a cara. 

— Escúchame...




Eugenia no quería oírle. La vista desde la terraza con las luces de las calles de Gibraltar brillando en la lejanía y  el sol ocultándose por la punta de Tarifa lograría que se olvidase de lo que había venido a decir y que tanto daño les haría por irremediable. Corrió para evitar sus brazos hasta la balaustrada de mármol. La brisa del mar la estremeció— Hermoso espectáculo ¿verdad?
— Sí,  muy hermoso.
Y quitándose la vieja casaca del uniforme de la Armada se la echó sobre los hombros. Luego apoyó los brazos en el antepecho y guardó silencio. Miraba hacia poniente donde un sol rojo parecía a punto de ahogarse en el mar. Un mar oscuro que se mecía suavemente con un arrullo. La marea comenzaba a subir y las barcas de los pescadores se acercaban al malecón con los faroles encendidos.
—No se parece a Ñora —dijo.
—Nada se parece a Ñora, Juan.
— Mira —dijo Juan señalando el cielo—, ya ha salido el lucero de la noche. Mira como brilla... A tus ojos les ha salido un competidor, Nita. Aunque no debe preocuparte. No te hará sombra, está demasiado lejos; en cambio a mí...
—¿Qué...? —preguntó acercándosele y al instante supo de su error, que debía haber callado, que con aquella pregunta le abría de par en par la puerta que hasta entonces habían evitado cruzar..., tuvo miedo y se estremeció. Él se dio cuenta y le echó el brazo por los hombros atrayéndola hacia su pecho.
—Ven, deja que te abrace, te protegeré del frío.



Cuántas veces había estado así entre sus brazos, cientos, tal vez miles. Eran acogedores, parecían hechos a la medida de su contorno, la abarcaban por completo y no sobraba nada. Y no se movió, siguió recostada contra su pecho porque no podría mirarle a los ojos. Porque de espaldas podía imaginar que seguían siendo dos capitanes piratas que hablaban de dominar los mares con su barco. Si por aquel entonces él le hubiera dicho que se casarían, ella se habría reído y le habría contestado que en ninguna crónica había noticia de que algún pirata, Barba Roja o Drake estuvieran casados. Pero no hubo ningún entonces, estaban allí y ahora, en Algeciras, en el año diez, en medio de la guerra con el futuro embargado.
— Éramos niños, Juan. Un juego… —dijo en voz alta siguiendo el derrotero de sus pensamientos—, no podías estar enamorado de mí — Cuando se giró para mirarle Juan aprovechó la oportunidad y le besó muy suavemente los labios, fue apenas un roce, el aleteo de una mariposa...



—¿Ah, no?, ¿y qué crees tú que es lo que yo sentía, lo que yo siento...? Dime, ¿qué muchacho que no amara con locura se enfrentaría a toda a una cuadrilla para lograr que una mocosa de nueve años llena de pecas y más seca que un palillo formara parte de su brigada de abordaje? ¿Quién crees tú que echaba al mar aquellas botellas con mensajes de tesoros? Dime que nunca sospechaste que era yo. ¿Por qué crees que me vine a la Escuela de Guardiamarinas en Cádiz? Dime ¿por qué crees que cuando me dieron mi primer nombramiento en lugar de irme a Méjico o a Perú y hacer una fortuna me enrolé en aquella maldita escuadra de La Coruña y me vine con el San Agustín hasta Cádiz? Dime...
— Nunca…, me has pedido…
— ¿Quién soy yo para hablar, qué tenía para ofrecerte..., qué tengo  para ofrecerte? –Y la vehemencia sólo estaba en su voz, su cuerpo y sus brazos seguían siendo los mismos brazos amables que la sostenían en sus caídas—. Lo que he dicho en el salón lo mantengo. No quiero que seas mi mujer por unos días o por unas noches... 
—Juan, por favor...



—No tengas miedo... El turbión ya pasó. Soy Juan, tu capitán pirata –la tranquilizó-. Pero esta noche, aquí déjame que te diga cómo te amo, porque te vas a embarcar y no volveré a verte. Calla…, déjame…, me lo debes, Eugenia. Si no te marchases callaría, esperaría a que terminase la guerra y entonces sí. Entonces vendría a por ti, asaltaría la casa si fuera preciso y nada me impediría llevarte conmigo. Ni aunque los hermanos Soto tuvieran todo el oro del mundo y yo no tuviera más que mi viejo sable para ponerlo a tus pies. Pero te vas, Eugenia, y no te volveré a ver. Es la guerra y hay muerte y sangre... y heridas. Nada es limpio y hermoso... A pesar de lo que me hayas oído decir ahí dentro, no hay honor en matar ni en morir. Eugenia mi honor y mi vida están en ti, y tú te vas, y no a Cádiz o a Inglaterra con miss Eileen, te vas a América y  no volverás jamás conmigo a Ñora.
— En dos años regresaremos..
— ¡Dos años, toda una vida, Eugenia! —su abrazo se cerró con más fuerza—. Lo sé. Calla… lo sé. En el fondo siempre lo he sabido. No me amas. Si me amaras no te irías.
—Claro que te quiero —protestó y volviéndose hacia él se alzó de puntillas y le rozó la boca con los labios.
Juan la estrechó contra su pecho y su lengua le entreabrió los labios y penetró en su boca dejándola sin aliento. La besó como si no hubiera otro tiempo que aquel tiempo, como si no hubiera más calor que el que se esparcía por su sangre por la fuerza de aquel beso. Y Eugenia se rindió.



—Te quiero —repitió cuando  la soltó y recuperó el aliento.
—Claro que me quieres… Como el niño que era, como el muchacho que te sacó a bailar por primera vez, como el amigo en quien confías. Pero ¿y al hombre que ahora soy? ¿Le amas, Eugenia? Te beso y no veo en tus ojos deseo. Y en el amor hay deseo, Eugenia, sin él no es amor.
—Eres injusto, Juan.
—Tal vez, pero no quiero ser tu novio, ni tu amigo —se defendió—. Quiero ser tu amante. Te arrancaría ahora mismo de esta casa y te llevaría conmigo a la sierra, Eugenia. Te cubriría con mi capa y te amaría hasta que saliese el sol y aún seguiría amándote cuando brillase en el cenit. Sí, ya sé, no puede ser. No eres una vivandera. Pero éste es el que soy ahora. Así es como te necesito —Y apartándose un poco, le preguntó—. ¿Vendrías conmigo, Eugenia?
— No te entiendo... ¿qué quieres de mí?
—Disculpa... —se alejó, su voz ronca hablaba de sus esfuerzos para serenarse—. Lo siento, lo siento, Nita… Nunca debí…. Pero es que me vuelve loco que te vayas tan lejos. Conocerás a otro hombre mejor que yo y lo querrás como…, da igual… —se resignó y desde la obscuridad Eugenia sintió como intentaba arrejuntar los trozos de su orgullo y deseó echarse en sus brazos y sorberle las lágrimas con la lengua. Lo deseó y en cambio no se movió. Le escuchó con los ojos fijos en el mar, sintiendo que aquel adiós le mataría— Cuando vine por primera vez a Algeciras y le pedí permiso a tu abuela para verte, me advirtió “Muchacho, mi nieta no está enamorada de ti” y recuerdo que le contesté muy ufano qué tampoco lo estabas de otro, así que aún tenía una oportunidad. Pero tu abuela era muy lista y quería protegerme, lo sé. ¿Sabes? Me contestó, que si ya no me amabas nunca me amarías y añadió algo que me ha ayudado en mi porfía todos estos años, o tal vez sólo pretendía ser amable después de haber sido tan sincera. Me dijo “Con lo que ya te quiere y con lo que tú la amas puede ser la mujer más feliz del mundo, si no conoce otro mundo, de ti depende muchacho”. Te conocía muy bien, Eugenia, si te vas, si encuentras la vida que siempre has soñado, nunca regresarás. No seré yo quien cubra tu cuerpo de besos ni quien te haga gritar de gozo. No seré jamás tu amante ni tu marido—terminó susurrándole.
— Juan, mi padre está enfermo, voy por ayudarle —se defendió—. Regresaré, Juan, regresaré y entonces nada ni nadie nos separará.



—Te vas porque quieres, Eugenia —la acusó decidido—. Porque aquí con tus tíos te ahogas —jamás había podido mentirle—. Te vas porque no me amas. Esa es la única verdad. Del capitán pirata te has olvidado ya, aunque finjas que soy yo y que aún te importo.
—Juan…, no —protestó.
Y el corazón del capitán pirata escuchó su protesta, porque Juan salió de las sombras, se le acercó y volvió a rodearla una vez más con sus brazos.
—¡Dios mío, estás llorando!, perdóname, Nita… mi Nita. No sé lo que me digo. Cómo puedo ser tan injusto contigo. Eres lo más quiero, y eso me vuelve loco —se le escapó un suspiro—Ya ha pasado —y era de nuevo el Juan conocido, el refugio seguro en las tormentas—. ¿Sabes a qué mundo querría arrastrarte? No te lo puedes imaginar. Hay que vivir en él para creerlo posible. Somos alimañas, y como un lobo me he comportado contigo —dijo dolorido—. Ese es ahora mi mundo, Nita. Y no me gustaría que fueras una de las mujeres que lo habitan, jamás… Dios como he podido ofenderte así.
— No me has ofendido.
Pero Juan no la escuchaba. Estaba muy lejos de Algeciras, a leguas de sus brazos. Perdido en su otra vida en la que Eugenia no tenía lugar.
— Nos arrastramos por trochas y sendas de víboras y comadrejas –decía con voz firme-, de piedra en piedra, de agujero en agujero. Vivimos como los murciélagos, escondidos en cuevas durante el día para por la noche, al resguardo de la oscuridad salir a matar gabachos, a por el botín y también por qué no, por mujeres. No sólo los franceses violan, Eugenia.
Se acercó a él y le puso un dedo sobre los labios.
—Calla.
Juan le cogió la mano, se la besó y guardándola junto a su corazón continuó la confesión de sus pecados.



—A veces hasta dejamos a alguno con vida francés o traidor, da lo mismo. Alguno que de regreso a los cuarteles o a los pueblos vendidos lleve por siempre nuestro terror en la sangre, y así la fama crece y con ella el miedo y con él la victoria. Así es como luchamos en las partidas, Eugenia. Esa es la verdad, lo que oigas de honor y gloria es mentira. Que no te engañen. Ningún honor hay en abrir las entrañas a un hombre bajo una carrasca a la luz de la luna o en forzar a una mujer, a veces una chiquilla, porque saludó a un francés o en pegar el tiro de gracia a un pobre desgraciado, al que el emperador ha mandado a esta irredenta tierra a morir y al que antes han golpeado atado a la rueda de un carro o descoyuntado entre dos caballos.



—Déjalo, Juan, vente a Cádiz, regresa a la Armada o únete a las tropas que defienden la ciudad, pero deja la partida… —le pidió asustada por la crueldad y amargura que exhalaban sus palabras.
 — Nadie puede abandonar la partida, Eugenia. Nadie puede. Cada uno desempeña en ella el trabajo para el que mejor está preparado. Manda el que mejores resultados logra, obedece el que sólo sabe rebanar pescuezos y espía el que es artero y bribón. Hay mujeres, no las vivanderas, no... Mujeres de pelo en pecho y navaja en la faltriquera, que bajan algunas noches a los pueblos ocupados, se citan con el gabacho y cuando están en el acto les rebanan sus partes y niños... sí, también niños que aún con el moco en la puerta y los ojos pitarrosos ven y oyen lo que ningún hombre puede oír porque reptan como serpientes y siembran de venenos los pajares o sus pozos. No puedo decirte cual es mi oficio..., Eugenia, me odiarías y eso no lo soportaría pero sepas que para conseguir ser uno de ellos sólo tienes que hacer una cosa. Matar gabachos y cuanto más cruelmente más te aprecian y a mí me adoran. No necesitas ser valiente ni estar dispuesto a morir por el Rey y la Patria, eso son mezquindades de los soldados de morrión, botas y uniforme. En una partida no te aceptan si eres cobarde pero lo mismo les vales si matas a diez a sablazo limpio que si cuelgas a uno de un chaparro y lo desuellas vivo. Todo se reduce a matar y a evitar que te mueran. Sabes, desde que estoy con ellos estoy tan vivo, que cada minuto lo disfruto como si fuese el último. Por eso he venido, porque te quiero a mi lado, porque me quiero dentro de ti —Juan hizo una pausa, luego le cogió la barbilla y le alzó la cara para bañarse en sus ojos-. Me duele en el alma que te vayas, Eugenia, pero lo soportaré. Lo que nunca soportaría sería tu odio o que esos ojos tan dulces me miraran avergonzados. Y si estuvieses ahora conmigo sería lo que ocurriría. Vete –le concedió en un susurro—. Es lo mejor.




miércoles, 17 de abril de 2013

BONES. THE PARTY IN THE PANTS. LAS FIESTAS Y LAS BODAS



Antes de empezar:

1.- Si todos los progenitores de la especie humana se hubieran comportado como los de Booth y Brennan la humanidad se hubiera extinguido con Caín y Abel.

2.- Si fuera Michael Peterson y Keith Foglesong, guionistas del episodio, me sentiría orgulloso y al mismo tiempo defraudado. Orgulloso del trabajo hecho y defraudado por la parcialidad con la que ha sido juzgado. 

Sentadas estas dos premisas, vayámonos de fiesta. Sólo una cuenta, fue al final y no tuvo nada que ver con pantalones. 

Una de las cosas buenas que tiene Bones son los títulos de los episodios. Totalmente descriptivos, así ha sido hasta ahora. Los Socios en el Divorcio, El Fantasma en la Máquina. El Futuro en el Pasado nos avisaban de lo que  iban a contar. The Party in the Pants me ha engañado. El título, la nota de prensa de Fox, las promociones y los spoilers me habían llevado a pensar que estaríamos ante el episodio divertido de la temporada, una fiesta simpática y chispeante. Y lo cierto es que nadie ha mentido, no del todo. Pero tampoco es del todo cierto. No hubo risas, sino sonrisas y si hubo chispas lo fueron de emoción. Porque ante todo The Party in the Pants es un episodio conmovedor.


Y no,  lo siento, Michael, lo siento, Keith, la fiesta no comienza con el manejo torpe de una pala retroexcavadora por un novato, el método que ideasteis para que el invitado de honor del programa hiciera su aparición, el cadáver; tampoco el episodio. En realidad comienza cuando al entrar Booth en su despacho una señora que está sentada esperándole dice:
"— El doctor Sweets me dijo que te esperara aquí.
Y entonces Booth se vuelve, la mira, el rostro se le demuda, traga saliva y dice:— Mamá."


Sí ahí comienza la fiesta. La que se da David Boreanaz interpretando al Booth niño. Porque ese es precisamente lo más conmovedor del episodio. Como Booth, el caballero sin espada que Bones ha regalado a las fans, de esos que no te encuentras por la calle, de los que tampoco encontró Diógenes, el del tonel, cuando lo buscaba farol en mano por las calles de Atenas, el hombre recio, integro, generoso, sensible, vulnerable, sexy, divertido, un poco tacaño, un poco tozudo, a veces cuadriculado, (si no tuviera algunos defectillos sería decididamente insoportable, pero ¿quién los quiere perfectos?), se convierte ante nuestros ojos en un niño.

"— No estoy segura de que me reconocerías ¿cuánto ha sido, 25 años? —pregunta la madre.
— Guau. Esto es increíble —contesta un Booth incrédulo (sí, al diálogo, como al episodio, se le pueden poner algunos “Peros”, pero no hoy).
— Lo sé.
— Y han sido 24 años, no 25 —le aclara Booth.
— Supongo que debería empezar disculpándome.
— No, no necesito que te disculpes. Sé lo que tuviste que pasar. Me alegro de que estés aquí.
—Pero debería haber intentado ponerme en contacto contigo. Habían pasado tantos años y tu abuelo ejercía de padre y pensé que probablemente me odiabas.
— No te odiaba, mamá. Te he echado de menos."
Y en pantalla vemos el rostro conocido de Booth, pero al mismo tiempo vemos al niño que fue. El niño maltratado, abandonado, que en esos primeros momentos de sorpresa, sólo es capaz de expresar la alegría que le produce encontrar a su madre, como si aún tuviera ocho, diez años y sin querer se hubieran separado o como el niño que tiene una pesadilla y se despierta con la madre al lado ofreciéndole un vaso de agua para calmar el miedo. El niño que ha contado, él sí, uno a uno los 24 años de abandono. Ansiedad, ternura y alegría, una tremenda alegría. Eso nos lo muestra David Boreanaz, con una interpretación conmovedora.


Y no es que David Boreanaz sea uno de esos actores que parece dejarse la vida en el papel; desde luego no es un actor de "el metodo", su escuela no fue el Actors Studio, al que pertenecieran gente como Marlon Brando, o Mongomery Clift. Confía demasiado en su apófisis acromial perfecta, en su nariz romana y en su mandíbula poderosa. Claro que tampoco las vivencias del personaje le han exigido hasta ahora grandes dramatizaciones. Y sin embargo en este episodio lo borda.




Porque no sólo se trata de mostrarnos al niño al niño feliz, orgulloso de que su madre se envanezca de él, de lo que ha conseguido, de su casa, su mujer y su hija; el que le asegura a Brennan que está bien cuando la doctora, directa, como siempre, le dice a la madre que debió ser difícil para ella huir abandonando a sus hijos, sino también al niño herido, al celoso que descubre que su madre no sólo ha rehecho su vida lejos de él, sino que ha sido la madre de otros. Al hombre traicionado al que le piden, después de veinticuatro años de abandono que la lleve al altar, y que siente que los baluartes en los que ha cimentado su vida se derrumban porque no puede perdonar tanta traición. Al hombre enfadado que escucha en silencio y no acepta explicación alguna, el que no es capaz de percibir la valentía que supone el regreso para una mujer durante tanto tiempo cobarde.
 "Me hizo falta mucho valor para venir aquí, porque quería darte un poco de la felicidad que sentía, pero parece que lo único que te he dado han sido tristezas."




Un inciso, al menos para dejar constancia del buen hacer de los guionistas en la resolución del asesinato. La trama de la investigación del caso, a pesar de su complejidad y tratar un tema tan de actualidad como la falta de conciencia de los hombres de las finanzas y su ansía por ganar y ganar sin tener en cuenta ni ley ni amistad, no ha recibido ni un solo comentario elogioso, ni por parte de los críticos ni mucho menos de los fans, y lo cierto es que no ha estado tan mal como otras veces. 

Con dificultades, el equipo del Jeffersonian identifica a la víctima como un corredor de bolsa pluriempleado, bróker de día y stripper de noche (tal vez por la necesidad de liberar el estrés y la avaricia del bróker al que todos los bonus se le quedan escasos). Y mientras el equipo trabaja tienen lugar dos de las escenas divertidas.



Una cuando Brennan explica que las mujeres se han desnudado desde siempre, pero que hasta los años setenta no se han sentido lo sufientemente fuertes para disfrutar públicamente de la desnudez del hombre. Cam sarcástica le pregunta: ¿Desde cuándo el fortalecimiento de la mujer consistió en llenar de billetes los calzoncillos de un hombre. Y entonces Brennan, literal como siempre le contesta. Desde los años setenta, ya lo he dicho, deberías prestar más atención. 

Y otra cuando el Doctor Hodgins le dice a Angela ,“Esos chicos, por los strippers, no pueden ganarle a tu marido", y metiendo tripa inicia un estriptis, la aparición de Cam y el fundido de cámara nos lo robaron. En fin…



La investigación lleva a Booth y a Brennan a una despedida de soltera, dónde las “chicas”, entusiastas lo toman por otro stripper y consiguen bajarle los pantalones ante la mirada divertida de Brennan. Por cierto que no estaban mal los boxer. Los sospechosos se multiplican, por las diferentes pistas que en el laboratorio van encontrando, el jefe estafador, la novia neurótica y engañada, el marido cornudo, y el amigo y compañero de trabajo, el stripper disfrazado de policía, celoso, engañado y estafado. Un buen hombre la víctima. Al final descubren al asesino, claro, y por supuesto, no se arrepiente de haberlo matado.




Y por primera vez, y sin que sirva de precedentes en Bones, es Brennan quien le explica a Booth como son de verdad las cosas. Recordándole lo mucho que le costó a ella perdonar el abandono de su padre y cómo fue Booth quien le dijo que debía perdonarle, porque los padres tienen secretos. Una hermosa conversación en la que le hace ver que él es un buen hombre, que si está rodeado de crueldad y muerte sólo es porque intenta detenerlas y que debe perdonar porque lo único valioso de su religión “mito” (lo llama), lo que le ha hecho seguir viva después de tantos siglos es la redención y el perdón. 


Sólo queda hablar de amor y bodas. En este episodio, más que en ningún otro desde que están juntos, le ha demostrado Brennan a Booth el amor que siente por él. Primero aceptando sus silencios, comprendiendo su dolor, luego ayudándole a encontrar la fuerza para hacer lo que debía hacer, perdonar.

Y sí, por fin, sonaron campanas de boda en Bones. Y Booth lleva a su madre al altar y Brennan… Brennan recoge el ramo de la novia lanzado al azar.







Post-Post (mi agradecimiento a quienes han colgado en google las imágenes que he utilizado. Unas son promocionales de la Fox, pero otras, sobre todo las de tumblr, pertenecen a fans como Wellsbones, de otras desconozco el nombre, el crédito es de ellas, no mío)