PRÓLOGO
En principio fueron dos, la
mastectomía se las arrebató y según confesión propia no le dolió tanto
perderlas como que cancelaran la serie La
Ley de Harry en la que trabajaba. Perdida la insolencia de la belleza sólo le
importó lo contingente, tal vez por eso ahora se ha apuntado a America Horror Story.
Porque es una falacia más de la
publicidad considerar que la felicidad está en la juventud. Olvidarse de contar
los años no es buena política, los años pasarán y en cada célula de tu piel
dejarán rastro.
Porque las arrugas degradan los
recuerdos, desmienten a las fotografías. Y no hay mayor peligro que una mentira
al descubierto, por ellas caen los tronos y se pierden las cabezas.
¿Y la generosidad de la juventud?
¿Otra falacia más? Inconsciencia. La generosidad de la juventud nunca resulta
gratuita, se adereza con la dureza del diamante y el despego de la peste.
Tienen tiempo, mucho tiempo por
delante, tiempo para malgastar y aún así tienen prisa, no esperan los réditos de
la inversión, pretenden recoger los frutos cuando aún penden de los árboles.
Y no esperan, porque no pueden
creerlo, que la vida apague los fuegos de las grandes pasiones y se dejan
devorar por ellas bocado a bocado.
Porque “La venganza es mía —dijo el Señor—, y la desgracia vuestra”, añadió dándose la vuelta y abandonándonos,
volviéndose a sus labores, labores propias de un dios.
Y aquí nos quedamos esperando,
infantes llorones, suplicándole “Vuelve
tus ojos, míranos, misericordioso”, y para ablandarle el corazón de
diamante amamos a nuestro retoños, los conservamos a nuestro lado, los
protegemos de todo mal, los amamantamos.
Y sin embargo él nunca nos mira, no
tiene tiempo, vaga de universo en universo, de materia a antimateria creando
nuevos súbditos, olvidando a los primeros, a los segundos y aún a los últimos.
Porque el primer día creó el cielo y
la tierra. El segundo dijo, hágase la luz y la luz fue hecha. El tercero creo
los mares y las aguas. El quinto los pájaros del cielo y los animales de la
tierra. El sexto creó al hombre y a la mujer, a su semejanza, dicen. El séptimo
los abandonó. Y llegó la vejez y la muerte.
Oh, sí, ya sé que nos han contado
otra cosa diferente, una historia ridícula que habla de serpientes y manzanas,
de árboles del bien y del mal, de mujeres estúpidas, malignas en su ambición.
Pero la única verdad es que él nos
abandonó y envejecemos, nuestro cuerpo se pudre cada día un poco más, las
carnes se aflojan, se separan de los huesos, éstos se resquebrajan, el cerebro
se licua. Lo llamamos vida, cuando debería llamarse muerte, nos mata desde el mismo
instante que le damos la bienvenida.
Y entre que llega y se va generamos
ruido y basura, nos dotamos de nombre, apellidos y soñamos aventuras a imagen y
semejanza del dios vagabundo. Y no voy a confesar ni mi edad ni mi nombre ni
mis apellidos, soy muchas y de todo tiempo y lugar.
¿Mi verdad? No la tengo, sólo una
certeza, que cuando el cielo se cegó y la tierra se abrió, en el año en que se
masacraron 5000 fieras en el Coliseo en honor a Vespasiano allí estaba yo, en
la lejanía, contemplando como la noche cubría al sol, como rugían las fieras
mientras los hombres morían.
¿La verdad? ¿Qué verdad? Que soy
aquella y ésta que se estremece ante un ramillete de violetas o el alfanje del
pirata o la que con las carnes abiertas escuchaba a Tito pronunciar el nombre
secreto de Roma.
¿La verdad? ¿Qué verdad? Que vivo
abandonada de mi marido rodeada de millones o que soy aquella de la que Juvenal
elogiaba los carbunclos de sus dedos. La que se entristece por la desaparición,
la cruel desaparición de una amiga o la que al lado del emperador contemplaba
la crucifixión de los celotes. La dama que desafió al capitán o la que huyó del
hombre sin patria ni futuro. La detective de carnes recentales por arrobas que
buscan el estremecimiento que el dinero satisface en hoteles de ocho estrellas
o la que se rinde al amor de amantes platónicos.
¿Y por qué ahora contarlo? ¿Porque siento
que la muerte o la vida se están cansando de mí o más prosaico que sea Vanessa,
mi amante esposa la que le abra mi puerta de par en par? La verdad, sí, tengo
miedo de que me ocurra lo que a las tetas de Kathy Bates, que se me considere
superflua, que se desprenda de mí sin remordimientos ni lápidas. Las tetas de
Kathy fueron incineradas, sus cenizas esparcidas por el desierto del Mojave, en
cuanto nieve parirán las arenas otras iguales, poderosas, firmes y al final
enfermas… en un eterno bucle sin memoria ni sustancia.
Una cita para situarnos. Es de un libro que define a las mujeres como
yo “Tomates verdes fritos” de Fannie Flagg: “Había sido siempre una
buena chica, comportándose siempre como una señora, sin jamás alzar la voz,
mostrándose delicada con todo el mundo y con todo. Daba por sentado que tras
esa línea de conducta habría una recompensa, un premio.”
Y para conseguirlo, aunque fuera la
pedrea, Kathy Bates que interpretaba a Evelyn, una cuarentona entrada en
carnes, se vistió con papel transparente. Es lo que hacemos las buenas chicas
con tal de seguir aparentándolo.
Una aclaración.
Esta es mi historia, pero desde ya os digo, que lo que sigue no
podía ser contado de forma diferente. Tal vez os resulte egoísta, autocompasiva, antojadiza,
mísera o cínica, creedme, sin necesidad de juramento, que he puesto todo mi
empeño en que resultase más ejemplar. Inútilmente. Porque lo cierto es que
la piedra engendra al hueso, el hueso a la carne y en la carne se ciernen los
deseos. Y aunque las células vienen a renovarse cada veinte años
espontáneamente, la piedra permanece inmutable.
Marien, Marien, no dejas de sorprenderme. Qué viene ahora? Hasta ya me olvidé de Nuevo Mexico!
ResponderEliminarPero quiero más Dama del Mar también. Me gusta mucho. Gracias por tus historias
Hola, Blanca Sierra, gracias por comentar, se nota que no te gustan las series, tú siempre vas a las novelas. Sí voy a volver a Nuevo México, no se me olvidan las cosas, pero me encanta el ruido y el desorden, ahora mismo hay tres historias abiertas y además la posibilidad de las series. El próximo será el tercer capítulo de la Dama del Mar. Es demasiado larga para publicarla lineal. Pero gracias, muchas gracias por tu interés.
ResponderEliminarTienes razón, las series me gustan durante los primeros capítulos, lo de varias temporadas ya me supera, me acaban pareciendo trabajo rutinario de los machacas de televisión. Eso si, leo tus artículos que son muy buenos y alucino con el jego que les sacais los fans...
ResponderEliminarPero las novelas... ay las novelas, eso si que es evasión y qué gran formato el libro...
Los libros te hacen libre, las series te esclavizan, ja, ja. Exagerado pero cierto. Intento escapar como puedo, me burlo, las miro de sosquín, pero ni por esas. Una serie jamás te permite pensar. ¿Escribir sobre series? Hacerle el juego a su perverso sistema de publicidad. Pero soy débil, muy débil.
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