Como era de prever The Senator in the Street Sweeper tiene
de todos los ingredientes necesarios para ser uno de los episodios preferidos por
los fans. Una buena broma, la magia de Booth
y Brennan, dos veces, no, perdón,
tres veces, dos pichoncitos enamorándose, una víctima con conciencia, un
hombre ambicioso pero con coraje, imitaciones de Bogar y James Cagney que dan pena y… a ¡Caroline Julian! “Cherí”. Un “je ne sois quoi”, un entrelazar naderías con el mismo goce que
se entrelazan las lenguas en el beso, que te deja pidiendo más, pero más qué, ¿un televisor de cincuenta y seis
pulgadas o un caballero con cinta métrica en ristre? Je ne sois quoi.
La relación de Booth y Brennan no ha sido fácil, chinas más grandes que el Everest
han sembrado el camino de su amor, y posiblemente, por mor del conflicto
dramático, no lo seguirá siendo por mucho tiempo, pero reconozco que me
encantan estos episodios en los que disfrutan de una vida conyugal sana. Y vaya si la disfrutan por tres veces cumple Booth con el débito conyugal ¡¡¡Tres veces en una hora un cuarentón
machacado!!! ¡¡Bien por Booth!!
y sobre todo ¡¡Qué envidia, Brennan!!
Pero vayamos al principio. Y el
principio no podía ser más irónico, en realidad una buena broma del guion. Una
barredora destrozando los restos del cadáver de quien luego resultará ser el
último político honrado en la ciudad. ¡Un político y honrado!, que por serlo
termina entre los pelos de un cepillo industrial. ¡¡Hay que limpiar el servicio
público de políticos corruptos, no de políticos honrados, por Dios!!
LA MAGIA DE BOOTH Y
BRENNAN
La magia comienza cuando la cámara
entra en el dormitorio de los Booth-Brennan,
mucho ha tardado Booth en volver a
insistir en lo de la televisión en el dormitorio conyugal, pero esa mañana
sorprende a Brennan tomando medidas
para instalar uno. Brennan le
recuerda que según las estadísticas la
mitad de las parejas que tienen uno ven reducida a la mitad su actividad sexual,
Booth no se deja amedrentar, a él le
gustan los deportes pero también su mujer y está dispuesto a conseguir un
tiempo extra de intimidad entre ellos si compran la televisión.
Brennan
que siempre está dispuesta para su amor
(¿siempre?, ya veremos luego que no), quiere que se lo pruebe en ese mismo instante.
Él, responsable se resiste, Cam los
está esperando, hay un caso; pero tirándole de la corbata Brennan le da la respuesta científica adecuada y Booth ante la ciencia se rinde, si el
sexo les hace más inteligentes para resolver el crimen, sexo tendrán. La cinta
métrica será testigo.
Mientras en el Jeffersonian extraen
pieza a pieza los restos de la víctima de las cerdas de la barredora, el
cadáver no sólo ha sido destrizado por la máquina sino que previamente había
sido descuartizado con un hacha y mordisqueado por un mapache. El caso puede
convertirse en una “jodida” pesadilla
cuando Cam descubre en la ropa de la
víctima un pin que sólo pueden usar los senadores de los Estados Unidos; cuando
de las evidencias coligen que la víctima es el senador por el estado de Virginia, Rick O´Malley, Cam
llama a Booth.
Ante las complicaciones políticas, Caroline Julian no quiere que Brennan acuda a la casa del senador a
notificar la muerte, es demasiado directa, le falta un je ne sois quoi, Brennan
protesta, ella dice en cada momento lo que es necesario como esa misma
mañana cuando negoció hábilmente el sexo con Booth, “No sólo una vez, sino dos”, añade
explícita y Caroline se queda con la
boca abierta y los ojos como platos, tanto que sólo logra decir “Dios
os bendiga, hijos”. Pero, increíblemente Brennan ha cometido un error y Booth
la corrige, no han sido dos veces, sino
tres. Caroline que ya se iba da un respingo al oírle, como yo. ¡Vaya con el cuarentón! Y eso que hace
sólo cuatro semanas que salió del hospital después de una operación a vida o
muerte. Magia.
LA INVESTIGACION DEL
CASO
A la casa del senador se van Booth y Aubrey y de la conversación que
mantienen en el coche se desprenden dos cosas, que Aubrey admiraba a la víctima: “Era un político diferente”, se
preocupaba por sus electores, los mineros del carbón de Virginia cuyos puestos
de trabajo peligraban con la nueva legislación sobre medio ambiente y que Aubrey, tiene un plan para dentro de
unos diez años, será candidato.
— Congresista Aubrey —le
llama Booth con sorna.
— Senador Aubrey —le
responde, el chico apunta a lo más alto.
Pero sigamos con la investigación, me
encanta la trama, es muy ingeniosa, hacen de la necesidad virtud, y un caso que
implica a un senador de los Estados Unidos, que hubiera requerido de cuando
menos la presencia del director del FBI, del de la Agencia Nacional de
Seguridad y tal vez hasta el de la CIA se reduce a los términos presupuestarios
de Bones con dos frases. La del interés personal del asesino que
demuestra el ensañamiento y la insinuación de la viuda, cuando la interrogan en
presencia del jefe de gabinete del fallecido, de que éste tenía una aventura amorosa con la senadora Winters, la líder del
partido.
A partir de ese momento la investigación
policial les lleva de sospechoso en sospechoso, de la esposa a la senadora con quien no tenía una aventura, sólo lo
presionaba para que votase a favor de una nueva legislación que aumentaba el
techo de deuda del gobierno, e incluía una enmienda sobre los vertidos de gases
contaminantes del carbón que iba contra lo que el senador defendía, el
mantenimiento de las minas de Virginia, el mantenimiento de los puestos de
trabajo de los mineros. Winters
quería que votase a favor aun en contra de su conciencia, porque “Todos tenemos que hacer sacrificios por
el partido”. De la senadora al muy enfadado jefe del lobby de los mineros,
quien les dice que el senador aún no
había decidido su voto.
Complicándose, cuando Aubrey descubre unos pagos mensuales,
después de todo la víctima tal vez sí tenía una amante. Booth y Brennan acuden al restaurante dónde el senador fue visto
por última vez abrazando a una mujer. Pero no, no es su amante, sino su hija
ilegítima. Una muchacha tan decente como su padre que no quiso hacer pública su
existencia por no ser piedra de escándalo. Les confirma que estaba preocupado
por su voto a la nueva legislación, dividido
entre su conciencia y las peticiones del partido, ella le recomendó que
siguiese los dictados de su corazón, la última vez que lo vio entraba en su
casa.
Mientras en el Jeffersonian, Jessica y Brennan analizan los restos
de la víctima, las marcas en los huesos les llevan de un arma a otra, de los
cortes del hacha a una punción que sugiere como arma el veneno, de la punción a
un golpe en el cráneo con un objeto contundente. Tres heridas, tres armas
diferentes, tres posibles asesinos, la esposa, diabética y en posesión de agujas
del tamaño de la punción, la senadora Winters
ex cirujana y con acceso al veneno, posiblemente la hija. Tres armas, tres
mujeres, un senador muerto ¿quién lo mató? Todo se aclara cuando Brennan encuentra una marca en un hueso
tintada de azul.
Pero antes de hablar de la
resolución del caso hay que dejar claro que el verdadero protagonista del
episodio es el agente Aubrey.
Porque con ser la magia de Booth y Brennan gratificante, aún llevando
el peso de la investigación —la escena en el coche cuando van a visitar a la
senadora Winters es divertidísima con
Brennan preocupada por hacer las
cosas bien, ante la recriminación de Caroline
de que “no sabía hacer política”. ¿Qué pasa si digo algo que puede ser
interpretado como ofensivo?, le pregunta a Booth. “Lo harás, cuento con ello”. Y a pesar de ello o tal vez por ello sigue cavilando
como podría hacerlo mejor, si interpretando una variación sobre sí misma,
siendo insolente o hablando con acento.
“No hagas eso, sólo sé tú misma. Es lo que
necesito”, le pide Booth. “Vale, le responde decepcionada,
Sólo
digo que esto podía ser el comienzo de una gran amistad” y lo dice
imitando la voz de Bogar en la
escena final de Casablanca—. Con no
tener desperdicio la entrevista misma con la senadora (con una Brennan realmente impertinente), el personaje
con el que la trama del caso esta enredada no es otro que el agente James Aubrey.
LAS
PRUEBAS DE JAMES AUBREY
Al principio de su aparición nos
vendieron a Aubrey como un joven
ambicioso con pretensiones de un futuro político, se han tomado su tiempo en
desarrollar esa faceta, pero en The
Senator in the Street Sweeper se olvidan de titubeos y nos presentan a un
personaje complejo debatiéndose entre su bonhomía
y su ambición.
Pero para llegar a entenderlo mejor
procede retroceder un poco más, tanto como hasta 1939, cuando Frank Capra dirigió Mister Smith Go Washington, Caballero sin espada se tituló en
España. El protagonista es Jefferson Smith, un hombre bueno,
idealista que llega a la política por accidente con la idea de que al servicio
público se va con la obligación de defender los intereses de sus representados
y no los de unos pocos ni de los grupos de presión, a los que terminará
enfrentándose, constitución americana en mano, con un valor y un candor que
terminará arrastrando a su lado a los políticos más corruptos. Bien, Mister Smith, es el ejemplo a seguir de
Aubrey, él admira al senador
O´Malley porque piensa antes en el interés de sus representados que en sí mismo. Aubrey quiere ser Jefferson Smith y
en el episodio, en la trama, lo más
interesante, en mi opinión, son las
pruebas a las que lo someten para averiguar su calidad humana, si antepone sus sentimientos y la justicia a
su ambición.
La primera prueba es Jessica, el pasado de Jessica, la
cerebrito pelirroja con la que ha estado saliendo, no hay nada serio entre
ellos, pero sí que al menos ella parece que ha empezado a hacer conjeturas
sobre sus posibilidades como pareja, aunque nunca lo confesaría, ni siquiera
así misma. Caroline le manda a
investigar su pasado, para ver si está capacitada para trabajar o no en un caso
de perfil tan alto. Aubrey lo hace y
descubre a una Jessica muy diferente a la que conoce, activista política,
grupie de banda, consumidora de drogas. La entrevista en que la interroga es
genial por la interpretación de John
Boyd y de Laura Spencer. Jessica no miente, no falsea su vida, lo pasado la
ha llevado a ser la que es ¿terminará arruinando su futuro?
Y cuando se lo pregunta está
nerviosa, temerosa de que las expectativas en las que no quería creer pero que no había dejado de hacer se trunquen. Y
más triste se pone cuando Aubrey guarda
silencio, ¿está sopesando la respuesta? Tal vez. Estoy segura que Jessica esperaba oír que no, que lo que
importaba era el futuro y no el pasado, una esperanza. Sin embargo lo que Aubrey responde es que está pensando en
cómo decírselo a Caroline.
— ¿Podrías no contárselo? —le sugiere y mujer inteligente se defiende
con un buen ataque— ¿Eres tú el mismo niño que vio cómo se llevaban a su padre a la cárcel?
No lo es, lo confiesa, pero aún
sigue indeciso, porque lo siguiente que le pide es si podían olvidar la
conversación. No lo sé, responde Jessica.
¿Tú puedes?
Aubrey no responde, agacha la cabeza y
suspira, tiene mucho que dilucidar antes de tomar una decisión. ¡Pobre Jessica, la incertidumbre se cierne
sobre ella! Sin embargo cuando Caroline
le pregunta directamente, Aubrey le
responde que Jessica tiene algunos
esqueletos en el armario, después de
todo es antropóloga forense. Bien, por el chico.
La segunda prueba es con mucho la
más importante porque afecta a su sentido de la justicia. Cuando con Booth se dirige a la casa del senador con
una orden de registro, Booth tiene con él una de sus caridades. Le pide que le
deje hablar a él, si quiere entrar en
política debe tener cuidado con lo que dice. Sin embargo cuando llegan a la
casa se encuentran a la esposa y a la líder
del partido preparándose para una rueda de prensa. No tiene que ver con la
investigación, dicen ante las protestas de Aubrey,
se trata de algo peculiar de la democracia
norteamericana. Cuando un senador muere sin haber culminado su mandato,
el gobernador del estado puede, invocando el
mandato de la viuda, nombrarla para reemplazarle.
Y entonces Aubrey, respondiendo al imperativo de la justicia, se opone, el
nombramiento es un posible móvil del
asesinato, dice, olvidando su plan a diez años vista, olvidando la
recomendación de Booth insiste, él es ahora Jefferson Smith y tiene
preguntas tanto para la viuda como para la líder del partido “Siéntese, senadora”, le ordena.
Brennan y su descubrimiento de la causa de
la muerte vienen en su ayuda, la marca tintada de azul estaba cerca de una
arteria por lo que el senador se desangró, si se suma a las anteriores marcas el instinto le dice que no son tres
armas distintas las que le mataron, sino una sola y verdadera: El estado de Virginia, en realidad la
estatuilla con el perfil del estado realizada en carbón petrificado. Dado el
contorno y la fuerza ejercida, el asesino debió herirse en la mano y la herida
estará tintada de azul, le cuenta a Booth
por teléfono.
Y no, no es ninguna de las dos
mujeres la asesina, sino el Morales, el
jefe del gabinete del senador quien pone reticencias a mostrar sus manos a Booth porque tiene una herida tintada
de azul. Su excusa, la conciencia, la bonhomía del senador que le confesó que
votaría en contra del partido lo que pondría en peligro su futuro. Sabía lo del
mandato de la viuda, así que si lo mataba no tendrían problemas, porque entre
otras cosas él y la viuda tenían un lío.
Seguro que la líder del partido ha
tomado nota de que la intervención de Aubrey
le ha evitado el mayor de los ridículos al partido. Aubrey vuelve a tener un plan a diez años vista.
LAS
CELEBRACIONES POST
RESOLUCIÓN DEL CASO
Sin embargo cuando se reúne con Jessica para cenar dice que no le
importa la política, que un político, cualquier político es igual de malo que
el siguiente. Jessica le dice que él
no piensa eso y ella tampoco, porque “Por cada gilipollas que hay por ahí,
también hay alguien como tú, y mientras estés cerca, sé que hay alguien
cuidando de este país y de mí.”
No sé vosotros pero a mí me parece una
hermosa declaración de amor, aunque ninguno de los dos lo reconocerá como tal.
No son perfectos, aún no, aún les queda mucho camino que recorrer y ninguno es
consciente de las miradas tiernas con las que el otro lo mira, la felicidad que
les llena el corazón ante las promesas que las palabras dichas, y las no dichas,
presagian.
Y ya está, eso es todo. Aubrey y Jessica tienen una aventura
por delante. Pero el episodio que empezó con la magia de Booth y Brennan, con
la magia de Brennan y Booth acaba.
Ahora la sorpresa es para Booth, Brennan le lleva con los ojos
tapados hasta la cama, lo sienta y cuando le quita la venda, ale hop, un televisor de cincuenta y
seis pulgadas preside el tocador. Booth
entusiasmado le agradece la compra, pero no, Brennan lo ha alquilado, es un experimento. Si su nivel de intimidad cae por debajo de cierto límite la
televisión será devuelta. El límite por
supuesto lo marcará ella, aunque está segura de que Booth estará a la altura del desafío.
Él se hace ilusiones, a pesar
del día agotador que ha tenido, a pesar de la sesión matutina, aún está
dispuesto para más sexo, pero… para nuestra sorpresa y la suya Brennan, esta noche dice no, quiere ver
las noticias, dan una entrevista suya hablando del caso.
Y entonces inician una pelea en broma por el control del mando a distancia, pelea que acabará sin duda alguna agotándolos, que batan o no la marca de la mañana tal vez tenga más que ver con la ausencia de puerta y paredes del dormitorio que con sus propias fuerzas.
Lo dicho, disfrutable, muy disfrutable.
P.P. Ni los vídeos ni los gifs, salvo el de Jessica y Aubrey son míos, los he cogido de Twitter, el crédito es para sus autores de los que desconozco los nombres, salvo el de Vimeo que es de Susan Meewesen. Gracias.
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