Bien, una vez
limpias las lápidas familiares, repartidos los centros de flores entre las de
los abuelos, tíos y demás parientes difuntos, encendidos los velones para
iluminar el camino de las almas en pena, clausurado el “palacio de verano”, trasladados
los últimos pertrechos “al palacio de invierno”, con retraso sobre el horario
previsto ¡qué se le va a hacer, la familia manda! llega la reseña del episodio The Resurrection in the Remains
(11.05), la parte de Bones del “truco”, el Crossover entre Bones y Sleepy Hollow, con que la Fox nos
han amenizado la antevíspera de Halloween. Una fiesta típicamente norteamericana
especializada en sobornar demonios. Si les das caramelos te dejan
pasar en paz el invierno. Si no, como
les ocurrió el año pasado a Booth y Brennan,
terminan bombardeándote con huevos la casa.
De Sleepy Hollow vi en su día los tres o
cuatro primeros episodios, y no recuerdo bien el carácter de los personajes protagonistas
pero el Ichabod Crane que Mary Trahan nos ha ofrecido es tan engreído, pomposo, ladino, impertinente e
inoportuno como el mequetrefe que el escritor norteamericano Washintong Irving describiera en su
cuento costumbrista Sleepy Hollow, lo
que por supuesto, lo convierte en un anacronismo incongruente en un mundo tan
racional y científico como el del laboratorio del Jeffersonian, como el mundo
de Brennan. Porque aunque Brennan
dude de él y se pregunte si es un
mentiroso, su mente racional no llega siquiera acercarse al misterio del hombre que resucitó de entre
los muertos hace apenas tres años, al mismo tiempo que lo hacía su enemigo,
el jinete sin cabeza, con la misión
de ser el Testigo del final de los
tiempos profetizado en el libro de la Apocalipsis.
Y no es
necesario suspender la credibilidad para aceptarlo, no del todo, basta con
entenderlo como una broma, como una
inocentada a los fans, porque al parecer también de eso va Halloween. El
caso es que The Resurrection in the
Remains y la corta y sustancial participación de Booth y Brennan en Dead Men Tell No Tales, el episodio de Sleepy Hollow para el crossover, se ven
y se disfrutan (olvidadas las tramas
propias de Sleepy) como un
entretenido episodio de Bones si como Brennan, como Booth, no te haces demasiadas preguntas. Es Halloween y al parecer en estas fechas todo vale y a uno sólo
le queda la posibilidad de decir “Sea lo
que Dios quiera”.
Reconozco que
me encanta el comienzo del episodio, no por lo de la fiesta de adolescentes, ni
por la cerveza ni por los muertos ni los gusanos, claro, sino por Brennan. Una Brennan graciosa y pilla, una Brennan
con un humor finísimo que le gasta una
inocentada (para entendernos), inteligentísima
a su marido. Increíble para la mujer a la que hace cinco temporadas y aún
menos tenía que explicarle Booth los
chistes.
Y me encanta Booth, porque es precisamente lo
opuesto, su reacción es la típica del humor de trazo grueso, el humor de los
palos en la cabeza, las tartas en la cara y las vomitonas en la alfombra. Hay
que ver como se pone, cuantos aspavientos hace total porque cree haberse comido
un trozo de un cerebro de verdad. Y cómo
disfruta Brennan dándosela, como
disfruta cuando le dice “Te la di” y aún sigue disfrutando
cuando ya en el laboratorio, orgullosa se lo cuenta a Cam.
Bien hecho doctora
Brennan. Claro, que Booth no
está dispuesto a dejarla pasar y le anuncia la venganza. Tendrá que esperar, porque como es natural suena el teléfono
que anuncia que ha aparecido un cadáver dónde no debía de estar.
Y el problema
es que no es un solo cadáver, sino que son dos, el de Sarah Lippman una joven
estudiante de medicina y el de un casaca
roja inglés de al menos la Guerra de la Independencia norteamericana y
además sin cabeza. Es
Halloween, dice Cam, “Todas
las apuestas están hechas”, dice Booth,
es decir “que sea lo que Dios quiera”.
Y lo que Dios o Mary Trahan quieren,
que para lo que nos ocupa son la misma persona (y perdón por la irreverencia)
es que la muerte de ambos aparezca ligada. Porque sobre el ataúd de hierro
dónde estaba enterrado el casaca roja aparecen unos símbolos y en la taquilla de Sarah, Booth y Aubrey encuentran un
antiguo libro de hechizos con los mismos símbolos en la tapa.
Es el doctor Hodgins quien con su fino
instinto para lo conspiratorio, hace la pregunta correcta cuando Brennan detecta el vínculo.
— Exacto, símbolos paganos,
un cadáver sin cabeza, Halloween. ¿Soy yo, o algo de otro mundo está pasando
por aquí?
Y la sorpresa se la llevan ambos porque la pregunta del doctor,
que era obviamente retórica, recibe respuesta de una pareja de desconocidos que
se presentan en la puerta del despacho de la doctora Brennan.
— Eso
suena como de nuestro departamento —dice la mujer.
— ¿Quiénes
son ustedes y qué están haciendo en mi laboratorio? —les pregunta Brennan.
— ¿Hay
un concurso de disfraces al que no he sido invitado? —quiere saber el doctor Hodgins.
Y la
respuesta del desconocido visitante no puede ser más impertinente.
— ¿Parece
como si acabara de llegar del planeta de Vulcano?
No, no llegan de Vulcano, sino de Sleepy Hollow, un pequeño pueblo cercano a Nueva York y son la
agente del FBI, Abbie Mills e Ichabod
Crane, miembro de la Sociedad Histórica del Hudson y están allí nada más y
nada menos que para reclamar el cuerpo
del casaca roja, al parecer está vinculado con una serie de asesinatos que
han sucedido en la pequeña localidad. ¡Ah!, pero con la doctora Brennan han topado, el casaca roja sin cabeza no se moverá
del Jeffersonian hasta que el asesinato de Sarah Lippman sea solucionado.
El interés
de Ichabod Crane por el “sin cabeza”
se debe a que cree que se trata del cadáver de un oficial inglés que fue
decapitado por un patriota en una de las batallas de la Guerra de la
Independencia, pero Brennan le
demuestra que eso es imposible, porque al cadáver le cortaron la cabeza más
recientemente, aproximadamente unos quince días. Cuando Angela con un “milagro” hace la reconstrucción facial del sin cabeza, Ichabod tiene un nuevo interés. El decapitado resulta ser el General Howe, el jefe del ejército
británico en Nueva York, otro viejo enemigo suyo.
Y es en ese
preciso momento cuando están esperando la identificación cuando la doctora Brennan pronuncia una de las
frases escritas adrede para ser citadas en las reseñas. Cuando Crane define su relación con la agente Mills como una asociación de
contrarios, Brennan le responde que
creía que mantenían relaciones sexuales
y ante la negativa categórica del “resucitado” le dice que haría bien en reconsiderarlo porque se ha dado cuenta que llevar su
vida profesional con Booth al ámbito de lo personal ha sido… muy gratificante.
¡Cómo no!, lo que no le cuenta es que tardó más de seis años en percatarse.
Y sí, Booth interviene en la investigación
del caso, lejos de Ichabod Crane,
posiblemente porque su instinto le habría hecho detectar de inmediato la
impostura. Booth y Aubrey entrevistan
al novio de la víctima, otro estudiante de medicina que les cuenta lo mucho que
había cambiado recientemente Sarah, lo feliz que parecía. Encuentran el libro
de los hechizos, se burlan del nombre de Ichabod,
bueno se burla Aubrey, Qué clase de padre da a su hijo un nombre como
Ichabod? Probablemente tendrá cicatrices de por vida, dice. Y Booth, comedido le responde, “Es un
poco inusual, pero la mayoría de los nombres lo son. ¿Tienes algún problema con
eso? No, no lo tiene, pero no puede dejar de mencionar que Booth se llama Seeley… ¡Impertinente!
A la casa de Sarah se
van a investigar Booth y la agente
Milles, es la típica casa de una estudiante, no de una “bruja” ni de una “loca”
de la magia, entre sus cosas encuentran una nota “Anoche fue una locura”, decía,
firmada XX; pero también el martillo y la sierra con la que se decapitó al general Howe. Y la pregunta es ¿por qué? ¿Qué
lleva a una chica inteligente a profanar una tumba y cortar la cabeza de un
cadáver?
Sí, claro no podía ser
otra cosa, su obsesión por la muerte y el “Tratado
sobre los asuntos de las tinieblas”, porque cuando en el Jeffersonian lo
examinan, bajo la dirección de Ichabod,
cuando su texto medieval es convenientemente iluminado por indicación del doctor Hodgins lo que encuentran es el
mensaje de que el cráneo de ese cadáver tiene el poder de resucitar a los
muertos. Y eso es precisamente lo que pretendía Sarah obsesionada desde que
murió su hermana con conocer lo que nos espera en el otro mundo. Morir y volver
de entre los muertos. Los escáneres de su cerebro lo demuestran. Sufrió una
muerte clínica y luego se recuperó. ¿Se
levantó ella misma de entre los muertos gracias a la calavera del general Howe?
No, por supuesto que
no. Cuando en el FBI descubren que en la noche de la locura, Sarah se gastó más
de doscientos dólares en champán del caro y que lo hizo acompañada de un amigo,
no de su novio dan un paso importantísimo para resolver el caso. Quien le
indujo la muerte, quien la resucitó no fue el general Howe, aunque estuvo
presente, sino un compañero de clase también obsesionado con la muerte. Y lo
que como luego se verá la llevó a la muerte fue la experiencia con la que
volvió entusiasmada a la vida, “la locura”. Sarah se había encontrado con su
hermana muerta quien le había recomendado que no tuviera miedo. Y no lo tuvo,
desde entonces se convirtió en una mujer feliz.
El general Howe no la
resucitó, eso lo hicieron las medicinas, pero sí la mató, no voluntariamente,
claro, sino su cráneo convenientemente blandido sobre ella por unas manos
fuertes y muy enfadadas… ¿Quién lo hizo? Hodgins
y Cam encuentran por las salpicaduras de sangre en el techo que Sarah murió
en la sala de anatomía, cuando se llevan a examinar los desechos médicos de esa
sala, encuentran por fin el arma asesina, el cráneo del general Howe y restos
de medicamentos. El jefe de anatomía le confiesa a Aubrey que él le entregó los medicamentos porque le hacía chantaje,
pero él no la mató.
Cuando en el
Jeffersonian encuentran el diente de porcelana del general encuentran también
la última prueba. Restos de piel del novio de Sarah.
Él es el asesino, un
buen chico católico quien convencido por Sarah de la existencia de la otra vida
accedió a ser muerto y revivido, salvo que en su caso no tuvo ninguna
experiencia “celestial”, ni buena ni mala. Y eso le enfado mucho, mucho, tanto
que le hizo perder la fe, la golpeó con el cráneo con tan mala suerte que le
rompió una arteria y en pocos minutos se desangró. Y Sarah quien se levantó de
entre los muertos y dio testimonio de la otra vida, volvió a morir. Y es que la muerte no admite
deserciones de los invitados al banquete, por muy Halloween que sea.
¿Pero y qué
pasa mientras con Ichabod? Pues que
se convierte en un grano en el culo de la doctora
Brennan, pues que aparece mientras examina los restos de Sarah argumentando
que ha encontrado una carta del presidente George Washington que ordena el
entierro del general Howe en Sleepy
Hollow. Por supuesto Brennan
duda de su autenticidad. ¿Miente Ichabod?, se pregunta; sin
embargo el papel, la tinta y la firma del propio presidente son auténticos. Quién
la escribió al dictado, según Ichabod
fue un capitán, llamado Ichabod Crane,
y aunque no está demostrado que se herede la caligrafía, es indudable que Ichabod no pudo estar allí. Por lo que Brennan que no se ha dado cuenta cómo ha sido manipulada termina
pidiéndole disculpas con la excusa de que “Si se elimina todas las demás posibilidades lo
que quede debe ser la verdad”, una cita de un genio tan científico como
Sherlock Holmes, cita que por cierto
ya utilizara el doctor Hodgins.
La
celebración de la resolución del caso, por el método científico es rápida y en
los Padres Fundadores, Brennan tiene
prisa, tiene que preparar el traslado de los restos del general Howe a Sleepy Hollow, Booth también se marcha, tiene trabajo pendiente. No es que le
cayera tan mal Ichabod Crane que no
pueda compartir una cerveza con él, después de todo ha sido casi como un mentor
para la agente Mills, sino porque otras cosas le rondan la cabeza.
Y así
cuando Brennan llega al Jeffersonian
se encuentra con Wendell y la
camilla con los restos del general Howe, al parecer faltaba una firma suya, y
cuando Brennan en un alarde de
profesionalidad alza la sabana para comprobar la autenticidad del cadáver, este se levanta. ¡¡Bu!! Y Brennan grita asustada. Booth consumó su
venganza, le ha devuelto la inocentada.
¿Se la ha
devuelto? Bueno, ella le explica que ha gritado por la sorpresa, no por el
miedo y además está dispuesta a despedir a Wendell
por la broma. ¿Despedirlo por una broma? ¿Va a perder su trabajo por haberle
ayudado? Le pregunta Booth preocupado.
Y ¡¡zas!! Brennan se la ha vuelto a
pegar. ¿Cómo iba a hacer ella eso? Y entre empujones, risas y suplicas
abandonan el Jeffersonian.
Lo cierto
es que esta Brennan ya es más lista
que el mismo diablo y me temo que Booth
se está quedando a años luz de ella. ¿Le aguantará el ritmo? ¿Le seguirá
amando?
Y colorín
colorado este cuento de muertos y resucitados no se ha acabado, porque aún nos
queda el episodio de Sleepy Hollow. ¿Y qué sucede en Dead Men Tell No Tales que
requiera la intervención de Booth y Brennan?
Pues
que el cadáver del general Howe no llega
a Sleepy Hollow en el furgón que lo traslada, sino por sus propios pies.
Y es que en el universo de Sleepy Hollow, en su mundo sobrenatural de
cielos, infiernos, universos paralelos, una tal Pandora, ha decidido
aprovechando que es Hallowen y que el general hizo un juramento de seguir
sirviendo al rey de Inglaterra aún después de la muerte, crear un poco de caos
y confusión en Sleepy y de paso llevarse a unos cuantos frikis
disfrazados por delante. El general vuelve a la vida, y qué vida, y a su voz
sus soldados juramentados se levantan, en cuanto llegue la noche serán
invencibles, puesto que ni Abbie ni Ichabod pueden derrotarles en un
primer enfrentamiento.
Además
hay que tener en cuenta que Washington mandó a Ichabod a matar en
sus días al general, pero Crane fracasó en su misión, los soldados
juramentados “el dragaur” se levantó y expulsaron a los patriotas de Manhattan,
sólo que los padres fundadores no eran lelos, sino duchos en las artes ocultas
además de masones. El método para acabar con Howe y su escuadra de zombis se
encuentra en la primera tumba en la que fue enterrado el general británico
¿pero dónde estaba esa tumba?
Con un
hueso de la mano que han conseguido arrancarle de un disparo se presentan en el
Jeffersonian, quién mejor que la mejor analista forense del país como se predica
la doctora Brennan para sí misma para averiguarlo. Y en el Jeffersonian
que se presentan los Testigos. A Booth no le hace mucha gracia, es la víspera
de Halloween y aún tienen que hacer arreglos en los disfraces de los niños. Christine
irá de Jane Godall, la antropóloga estudiosa de los chimpancés (eso sí que
es un disfraz para Halloween) y Hank, Hank irá de chimpancé.
Pero un
reto es un reto para la doctora Brennan y por supuesto hace el análisis del
hueso y descubre el lugar del primer enterramiento. Y como no podía dejar de
ser, la respuesta le lleva a más preguntas. Y entre las preguntas que Ichabod
le hace a Brennan figura una sobre lo
divino y lo humano. Cuando Brennan duda de la capacidad de los
padres fundadores, especialmente de Jefferson, Crane le pregunta si no cree
en la fe, en el arte, en el amor, si para ella todo puede ser reducido a
números. Y su respuesta es de las de frontispicio.
— La fe
es el resultado de nuestro miedo a la muerte, el arte de nuestra necesidad de
encontrar al compañero más atractivo y el amor de la necesidad de procreación.
Y la
respuesta de Ichabod Crane, le consigue el perdón de las fans de Bones por toda
su altanería, porque Ichabod le responde:
— Doctora Brennan, la forma en que mira al agente Booth es mucho más que la procreación.
A lo que Brennan desinhibida como siempre contesta: "En realidad, la procreación
juega un papel importante en nuestra relación".
Lo que el hueso dice es que la primera tumba del general Howe fue la tumba que
George Washington mandó construir para sí en los sótanos del capitolio y que
oficialmente está desocupada
Y a los
sótanos del Capitolio que se van. Booth ya empieza a sospechar seriamente que
lo que está haciendo la agente Mills no está muy acorde con el reglamento, aún
así la respaldará, y no sólo porque su viejo mentor el sheriff August Corbin,
su amigo, creía en ella, sino porque a ver quién disuade a su mujer de no ir a
investigar.
Y una
vez en los sótanos, la cosa se complica porque Booth pisa una palanca que hace
caer una pared separándolos a él y a Mills de Brennan y Crane. Estos quedan
atrapados en el lugar que parece ser el del primer enterramiento del general
Howe, una trampa urdida por los padres fundadores para acabar con él y sus
tropas zombis, porque en el momento que la trampa se cierra del cielo raso
surgen unos tubos de los que empieza a salir fuego. El famosos fuego griego, al
que ni el agua ni la arena pueden apagar, Brennan sin embargo lo identifica con
más precisión que el espectrómetro de masas del doctor Hodgins, se trata de un
precursor del napal, no del fuego griego, pero da lo mismo lo que sea porque a
ellos dos los está a punto de
achicharrar, hasta que Booth descubre un panel con unas
figuras, según Mills, se trata de un rompecabezas que contiene la clave para
levantar la pared.
Pero
Booth, chico resolutivo, no tiene tiempo para puzles ni alquimias, empuña su pistola y le
descerraja cuatro tiros y la trampa se levanta. Brennan está a salvo y
dispuesta a poner todo aquello patas arriba.
Abbie e
Ichabod se van para Sleepy Hollow felices, ahora tienen en su poder la clave
para derrotar al general Howe y a sus soldados, y lo derrotan, achicharran a
los soldados y el general se inmola. Cualquier cosa antes que darle a su
enemigo la satisfacción de matarle.
Por
skay se despiden las dos parejas, el Jeffersonian toma bajo su jurisdicción la
tumba de Washington y Brennan le propone a quien cree un estudioso de la
historia participar en la investigación que se abrirá, pero Ichabod no está
interesado, tiene otros enemigos a los que enfrentar.
Y ahora
sí colorín colorado, esta historia de zombis y muertos se ha
acabado. ¿Os ha gustado? ¿Truco o trato?
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