Ocurrió porque
nadie me lo había advertido, porque no estaba preparada. Sí, había oído hablar
de ella, sabía que Scandal era
un melodrama especialmente escrito para señoras afroamericanas de Harlem que
atrapaba señoritas de provincias; pero como no soy de provincias no me sentí
concernida. Una serie más de Shonda Rhimes
que no vería, me decía yo muy ufana. Hasta que, ¡zass!, llegó el verano y el
calor y a la hora de la siesta, sin nada más que Saber y Ganar en la televisión,
SCANDAL me atrapó.
En dos semanas,
y con un toque de ansiedad imprevisto, vi los veintiocho episodios de las dos
temporadas y es que nadie me había advertido de lo más terrorífico de Scandal: es adictiva. Puede
que para los críticos la serie del verano sea Under the Dome, pero puestos a elegir entre las dos me quedo con Scandal. Me río más.
Porque Scandal cuenta las andanzas de Olivia Pope (una mujer de armas tomar), ex directora de comunicación de la Casa Blanca,
asesora de campaña a la presidencia del candidato “republicano” Fitzgerald Grant (la gran esperanza del mundo libre aunque aún no he averiguado por qué), dueña de la agencia Pope y
Associates, especialistas en resolver las crisis de los privilegiados (también sufren, también). Kerry
Washington interpreta
a Olivia
Pope (con sobriedad, sólo tres
expresiones: atenta, alelada y triste) y
Tony Goldwyn, en carne mortal, al Presidente Fitzgerald Grant.
Semana a semana resuelven crisis gracias a una agenda inacabable, manipulaciones sin cuento y cortinas de humo; mientras que, serializada,
se va desarrollando o liando la historia de las relaciones “especiales” de Olivia y el Presidente, el eje central
de Scandal. Tan especiales como: “ahora sí, ahora no, aquí te pillo, aquí te
mato, te odio, yo más…”
Porque la casta política no sólo está representada por el Presidente Fitz, no, hay dos grandes personajes más: Cyrus Beene, su Jefe de Gabinete a quién interpreta Jeff Perry. Homosexual, casado, ambicioso, rencoroso y
vengativo; con poder para cantarle las cuarenta al Presidente en el Despacho Oval en un episodio y al siguiente llorar sobre el primer hombro que le cedan porque no lo llama ni le consulta y, en otro distinto, o en el mismo, andar de correveidile
entre el Presidente y la primera dama. Desde luego, a dirigir la nación no
parece que dediquen mucho tiempo, ni él, ni Fitz.
Y Mellie Grant, la
primera dama, interpretada por Bellamy
Young. ¡Y qué dama! Una mujer inteligente, aparentemente fría, madre despegada, generosamente entregada a la gloria de su marido por quien ha renunciado a una brillante carrera
como abogada y… ambiciosa, muy ambiciosa. Para explicarlo mejor, decir que Mellie Grant es un cruce entre Michelle
Obama, Lady Di y Edith Wilson, la
esposa del presidente Woodrow Wilson quien, cuando su marido sufrió un derrame
cerebral, engañó al Congreso y al público haciéndoles creer que el Presidente
sólo sufría agotamiento temporal que requería descanso.
Porque están los Gladiadores
de Olivia, sus asociados en la agencia. Mis favoritos: Huck a quien interpreta Guillermo
Díaz, ex agente de la CIA con un pasado terrorífico, una mente perturbada y
una lealtad a prueba de bombas y torturas para con Olivia; y Abby Whelan, interpretada por Darby Stanchfield, una mujer maltratada
que le debe la vida y lo paga
aunque de vez en cuando le sale la vena inquisitoria y parece que va romper la baraja, puro postureo, Pero hay más Quinn Perkins, la última en llegar y la primera en
aprender cosas malas, muy malas y Columbus Short, un abogado con mucha labia que debería estar en la trena.
Y no estoy de acuerdo, no puedo estarlo, disiento, Scandal no es ningún melodrama, el amor no es el eje central de la trama, tampoco los sentimientos. Es el poder, el ejercicio venal del poder. Shonda Rhimes ofrece una visión crítica y ácida del poder político en los Estados Unidos de Norteamérica, así que de melodrama nada; comedia de salón o,
mejor dicho, de Despacho Oval, comedia de enredo, en todo caso sátira menipea. Muy inteligente la señora Rhimes,
en tiempos de crisis ridiculizar a los poderosos con situaciones y argumentos
“verídicos”. La
presidencia de Fitzgerald Grant, que Scandal describe, se parece más a la república independiente de mi casa
que al gobierno de la primera potencia del mundo libre. Tal vez porque en
términos relativos sean lo mismo.
Hay
quien acusa a Scandal
de inverisímil, de no ser creíble,
de que sus argumentos son peregrinos y sólo buscan el escándalo por el escándalo, de no resolver las situaciones con lógica y
credibilidad, sin tener en cuenta que es esa apuesta continuada a triunfos lo que provoca la
adicción. Tal vez estén en lo cierto, pero eso es lo que también la hace más divertida. Al menos es la serie que más veces te deja la boca abierta por episodio tanto por lo ridículo (ese temblor de los labios de la protagonista) como por lo vertiginoso de algunas tramas, como una viaje en la montaña rusa. Mérito de la señora Rhimes que pocos se atreven a reconocer; pero a ver, decidme, qué
otro showrunner se ha atrevido a
mostrar en abierto, en horario de máxima audiencia, al Presidente del mundo
libre tirándose a su ex directora
de comunicación en la mesa del Despacho Oval. ¿Inverosímil, escandaloso? El
escándalo fue el lío de Clinton y Monica Lewinsky, ¿lo de Olivia y Fitz? una revisión de la historia.
¿Qué serie se ha
atrevido a mostrar a la asesora del Presidente, a su esposa, a una
jueza aspirante al Tribunal Supremo, al jefe de campaña y futuro Jefe de
Gabinete y al presidente de una multinacional petrolera planeando un fraude
electoral? ¿Es verosímil? ¿Hay antecedentes? Mirad la hemeroteca, recordad
Florida.
¿Qué showrunners que no fuera la señora Rhimes se atrevería a escribir una escena
en la que una mujer negra le diga al Presidente del mundo libre que es su esclava y en la que el Presidente
le contesta enfadado que él es tan esclavo
de ella como ella de él? Ninguno ¿Es verosímil? ¿Alguien recuerda al tercer
presidente de los Estados Unidos Thomas
Jefferson y su relación con Sally Hemings?
¿Puede resultar
inverosímil que una primera dama aparezca en la televisión en horario de máxima
audiencia acusando al Presidente de tener una aventura? ¿No dijo Lady Di por
televisión que en su matrimonio eran tres? ¿No falsificaba Edith Wilson la
firma del Presidente? Ni siquiera esa escena terrible en el hospital en la que Fitz soluciona, por primera vez, el solito uno de sus grandes problemas, resulta inverosímil. ¿Acaso no han existido mandatarios que se han "comido" a sus enemigos políticos?
¿No es más escandaloso que a Kerry Washington la hayan nominado al Emmy a la mejor actriz de serie dramátia? ¿No hubiera sido menos inverosímil que la hubiesen nominado como mejor actriz de comedia? ¿En qué quedamos entonces, Scandal, sátira política o placer culpable?
¿No es más escandaloso que a Kerry Washington la hayan nominado al Emmy a la mejor actriz de serie dramátia? ¿No hubiera sido menos inverosímil que la hubiesen nominado como mejor actriz de comedia? ¿En qué quedamos entonces, Scandal, sátira política o placer culpable?
En el perfil de Twitter de la señora Rhimes, según confesó recientemente
en una entrevista concedida al New York
Times (aquí) pone: “I make stuff up for a
living. Remember, it's not real, okay? Don't tweet me your craziness.”
Es decir, “Hago cosas para ganarme la
vida. Recuerde, no es real. No me tuiteé
su locura”. A lo que los seguidores de Scandal no parece que le
hagan mucho caso, ni a eso ni a los críticos y sus teorías de la verisimilitud,
porque en el final de la segunda temporada (9
millones en el último episodio) la gente le
enviaba fotos de vestidos de novia. Querían
que Olivia Pope y el presidente Fitzgerald Grant se casaran.
Por supuesto la
señora Rhimes explica que eso era imposible porque la serie debía continuar y para ello era necesario que el querido Fitz permaneciera en la presidencia. Preguntada
sobre la posible duración de la serie, explica que Scandal no puede ser una serie de larga duración como Anatomía
de Grey porque mientras de lo que ocurre en un hospital se pueden escribir
miles de argumentos, no hay tantos argumentos a desarrollar sobre una
presidencia corrupta. ¿No los hay?
Por de pronto, la tercera temporada de 22 episodios que se estrenará en Estados Unidos el 3
de octubre, tendrá que dar solución a la crisis de Olivia ¿Saldrá del atolladero, librará la batalla por sí misma sola o con ayuda de sus gladiadores? ¿Torturarán a alguien con taladros o le harán lo de la bañera? ¿Tal vez a la primera dama, al marido del jefe del gabinete? Misterio, lo que si se sabe es que Lisa Kudrow, la Phoebe de Friends aparecerá en varios episodios.
Seguro que me dejo muchas cosas, no he mencionado a los espías ni a los malos ni a la señora vicepresidenta, que es un puntazo, pero si queréis saber más, Hollywood Reporter ha publicado recientemente “Scandal, todo lo que debes saber de la AZ” (aquí)
Y para terminar el vídeo de la Promo de la tercera temporada.
Mejor terminar con éste que va de tomas falsas.
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