Estaba
por ver que fuera a suceder pero como no podía ser de otro modo en una serie ambientada en el oeste, ha
sucedido. “Cómo lo hacemos? Pregunta Chance Gilbert (Peter Stormare), un paleto
luchador por su libertad enfrentado al gobierno federal, a Walt Longmire (Robert Taylor) mientras
los dos se están apuntando con las pistolas. “Bien, supongo que contamos
hasta tres” le responde Walt, en
el final del emocionante Population 25, el
episodio de esta semana.
Dos
hombres, viejos conocidos frente a frente. Chance
odia a Walt por qué mató a su hermano. Walt
sospecha que Chance ordenó la muerte de su mujer. A la pregunta concreta Chance
Gilbert responde que no. Y entonces Walt
comienza la cuenta atrás. Uno,
su mano no tiembla, la de Chance
parece moverse un poco. Dos, Walt
continua impasible, mirando fijamente a su contrincante. Tres. Fundido a negro mientras suenan los disparos.
¿Cómo
se ha llegado a esa situación? Vic, Vic
Moretti (Katee Sackhoff), la ayudante de Walt, y
su marido son los responsables. Decidido a pasar unas pequeñas vacaciones románticas Sean (Michael Mosley) alquiló un descapotable amarillo. Qué
puede ocurrir cuando uno recorre a toda velocidad las carreteras de Wyoming en
un descapotable amarillo escuchando los grandes éxitos de los ochenta. De todo.
Vic y Sean se encuentran con un oso
en mitad de la carretera y al esquivarlo destrozan el coche.
Pero
aún puede ser peor, como que no haya cobertura para el teléfono, que tu mujer
sea una cabezona que decida ir caminando por su cuenta a pedir ayuda, que
cuando un coche se te acerque veas que lo conduce Ed Gorski (Lee Tergesen), su ex amante, que después de pedir ayuda por teléfono a Walt —diciéndole que acabas de verle
pasar en un coche y que temes que la haya secuestrado—, lleguen dos paletos
armados y te secuestren. Mal día el de Sean.
Mal
día para la pareja. Vic ha ido
precisamente a pedir ayuda a la casa del líder del grupo de paletos
rebeldes (cómo no se ha percatado dónde estaba antes de meterse en la encerrona
es una de los costurones del episodio). Saben
quién es Vic, conocen a Walt, lo odian. Pronto la pareja se reúnen y quedan
maniatados. Chance Gilbert, el líder,
infatigable luchador por su libertad cree que su presencia se debe
a que hay en marcha una intervención policial contra ellos, no creen en las
coincidencias. No pueden creer, teniendo como tienen un cadáver escondido en el
armario.
Mientras
la pareja es sometida a juicio y golpeada Walt
llega al lugar del accidente, mientras está hablando por radio con la comisaría
se le acerca por detrás Gorski y lo desarma.
Él no es el culpable de lo que les ha sucedido a la pareja, le cuenta a Walt, sólo es el ángel de la guarda de Vic. Ni Walt ni nadie puede creérselo hasta
que le cuenta lo de los hombres que se han llevado a Sean y la dirección en la
que caminaba Vic. Walt sabe quién los tiene, Gorski podía ser su cómplice. Pero antes de llegar al complejo de Chance Gilbert, Gorski le devuelve el rifle. Él quiere a Vic.
Dentro
prosigue el juicio. Ni Sean de Vic
cooperan, insisten en que sólo son un matrimonio de vacaciones. Nadie les
cree. Para hacerles cambiar de opinión está preparado un niño con un bate. Que
antes de golpearles les cubran la cabeza con un casco sólo implica que están
dispuestos a seguir torturándolos.
Mientras tanto, alertado por la llamada de Walt se presenta en el lugar un patrullero de la policía estatal.
Para él no hay bate sino una bala entre las cejas.
Una
bolsa con un cadáver cae al sótano dónde Sean y Vic se recuperan de los golpes.
La desesperación de Vic mientras intenta abrir la cremallera esperando
encontrarse con el cuerpo de Walt es inenarrable. A ningún testigo y menos a
Sean le puede quedar duda de hasta qué punto Vic está enamorada de su jefe. Sin
embargo Walt ha conseguido introducirse en el complejo y descubrir lo que los
paletos escondían, el cadáver de un pobre agente federal del censo en un
congelador.
Cuando
cae la noche Walt sale al
descubierto. Tiene una oferta. El contencioso es entre ellos dos. Ellos se quedan,
los demás se marchan. Chance accede
y mientras su gente abandona el lugar, Vic
y Sean lo hacen con Ed Gorski en
un coche. Es entonces cuando tiene lugar el duelo.
Al
principio del episodio Walt encuentra a
Branch en el bosque, está a la espera de David Ridge, obsesionado, medio loco. Le obliga a regresar a
comisaría, a trabajar. De la desaparición de Vic y las pesquisas del sheriff le da cuenta Ferg. Y entonces Branch
intentando encontrar pistas del lugar hacia donde se dirigían, fisgoneando en
el ordenador encuentra el borrador del informe en el que Vic le denuncia por el
secuestro del traficante de peyote. Luego lo vemos llegar al lugar del
accidente del coche. Y aunque no se hace presente en la última escena tal y
como se narraron las cosas debió ser testigo del duelo.
Y
al final qué. Pues al final una Vic
destrozada le pide a Gorski que pare
frente a la camioneta de Walt. Gorski se vuelve, mira su rostro
surcado por las lágrimas, su aspecto lamentable y suspirando le dice: Adiós, Vic. Una historia ha terminado.
Otra está a punto de hacerlo. Antes de salir del coche, la pareja en silencio se
mira, Sean comprende, también es el
adiós para él. Luego Vic sale corriendo
y conduce de regreso al lugar del enfrentamiento. Fin.
Un
emocionante episodio, de los de hacer afición al que algunos fallos del guion
le restan la grandeza que tuvo por ejemplo Wanted Man. Pero a pesar de todo, lo peor es que ya sólo quedan tres para que acabe la tercera temporada de Longmire.
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