lunes, 7 de julio de 2014

Longmire. Reseña "Wanted Man" (Ep. 3.05)



El carácter es el destino, dijo el filósofo Heráclito. En Wanted Man, Tony Tost que ha escrito el guion y Peter Weller que lo ha dirigido, en mi opinión, lo han demostrado. Un fantástico episodio en el que las tramas que continuaban abiertas desde el final de la segunda temporada no sólo han recibido un fuerte impulso sino que por mor de una gallina roja de Rhode Island desaparecida han quedado conectadas.

Walter Longmire cree que las palabras de Heráclito significan que un hombre construye su destino a través de sus decisiones, de sus elecciones, lo que implica que el destino de  cualquier persona no lo deciden ni el azar ni las estrellas, sino cada uno con sus acciones y sus omisiones. Yo también lo creo, tal vez por eso disfruto tanto viendo Longmire.


Pero como nadie vive aislado, aunque se lo proponga, y el destino de cada hombre, de cada mujer depende no sólo de sus propias elecciones sino de las decisiones y de las omisiones de aquellos a los que se encuentra ligado, Tony Tost construye una trama circular en la que lanza a cada uno de los personajes a una misión personal, a una búsqueda independiente, en apariencia, de las de los otros, para en un magnifico cierre del episodio, hacer depender el destino de cada uno del actuar de los demás.


Y así Walter ha buscado, ahora decididamente, al hombre que mató a Miller Beck, el asesino de su esposa. Branch Connally a David Ridges, al hombre que le disparó. Henry Standing Bear a Hector, el indio que puede explicar el por qué estaban en su poder las pruebas que le incriminan en el asesinato de Beck y a Vic Moretti, a Vic, la búsqueda más insignificante y que al final resulta clave: la desaparición de una gallina roja de Rhode Island.

Y a cada uno le ha hecho actuar de acuerdo con su carácter: a Walter Longmire como el  hombre cabal e íntegro que es, siempre dispuesto para intentar detener el mal, a Branch Connally como el soberbio que vela por sí mismo, a Vic Moretti como la mujer perdida a la espera de una brújula y a Henry Standing Bear como un hombre intrínsecamente bueno, dividido entre lo que es y lo que los demás quieren que sea.


Y no podía empezar mejor el episodio que con Walter Longmire, en una luminosa mañana, contemplando desde el porche de su casa el horizonte. Una voz desde dentro le dice “Ten cuidado Walt”. Y él sonriente responde mientras, cargado con su termo y sus escopetas, se dirige hacia el coche “Lo intentaré, Martha. Lo intentare”. Un hermoso recuerdo. Por entonces Walter aún sonreía por las mañanas.


Lo que sigue al recuerdo le cambia el rictus, Walt testificando en contra de Malachi Brand, el antiguo jefe de la policía de la reserva, el corrupto al que con la ayuda de Henry encerró en prisión. Diciendo, como el hombre íntegro que es, que el lugar de Malachi está en la cárcel,  contando que hacía unas semanas le había chantajeado con la vida de su amigo. Y la mirada que le lanza mientras habla Malachi, la de ese gran actor que es Graham Greene dice mucho más que si pronunciara palabra de cuál sería si pudiese el destino de  Walt.


Y sin embargo Walt en su búsqueda del asesino de Beck, el asesino de su esposa Martha lo descarta como sospechoso, un tanto apresuradamente. Estaba en la cárcel. Es cierto pero la intensidad de la mirada refleja el tamaño de la afrenta, la dimensión del odio y como luego dijo Malachi a Henry Standing BearLa hermandad tiene muchas caras”.

Walt se toma un día de vacaciones, va en busca de tres sospechosos, traficantes, psicópatas, a los tres les encerró, los tres a cada cual más violento podrían querer vengarse. Y aquí entra en juego un invitado especial, alguien al que no habíamos visto todavía en la temporada Lucien Connally (interpretado por Peter Weller) el antiguo sheriff del condado de Absaroka. Un hombre aparentemente diferente a Walt y muy ocupado. Cuando Walter llega a la residencia de ancianos dónde vive su corneta resuena por los pasillos. El dialogo entre ellos digno de una vieja película del oeste.


¿Qué quieres? —pregunta Lucien.
Un favor —responde Walt.
Estoy ocupado.
Es peligroso. Puede que te disparen.
Te escucho.

No podía ser de otro modo entre dos hombres lacónicos. A Creely Dorn, un antiguo cocinero de meta, se enfrentan juntos cuando intenta escapar en el coche revolver en mano: “¿Qué prefieres parabrisas o ruedas?”, pregunta Lucien.Ruedas” responde Walt. “Blandengue”, le llama Lucien. Contra Dorn, Walt solo tiene sus antecedentes, los dos testigos que declararon en su contra murieron dos semanas después de que fuera puesto en libertad.


 “Vamos, sheriff, murieron en accidente de tráfico. Además usted es quien me arrestó ¿no lo pondría a usted el primero en mi lista negra?” “Quizás estaba”, le responde. Y es entonces cuando Lucien se entera del asesinato de Martha, de lo unidos que ambos habían estado aunque fueran tan diferentes. Una vez se le insinuó le cuenta. Dos, le responde Walt. Martha se lo contó. Y la impresión que queda es que la diferencia entre el lacónico Walter Longmire y el taciturno y violento Lucien Connally la marcaba la existencia de Martha.


Mientras Branch Connally continúa su búsqueda de David Ridges dónde la dejo en In the Pines, interrogando al indio que secuestró en compañía de su amigo Travis. Atado y con los ojos vendados el hombre niega ser un guerrero blanco, ni siquiera sabe de qué le está hablando. Travis a quien una mala decisión ha unido para siempre a Branch está asustado, cree que lo va a matar, pero Branch no está tan loco y le obliga a beber té con peyote. Drogado nadie le creerá cuando hable del secuestro, le explica; él no va a joderse la vida. “Sí, eso pensé yo, le responde Travis, cuando te apunté con el arma y ahora mírame”. Y entonces Branch responde “Así es la cosa, a los tipos como tú les pillan. A los tipos como yo no”. Se olvidaba de Vic.


Vic, que está al cargo de la comisaria, vegeta sin más obligación que encontrar la gallina roja de Rhode Island; pero entonces se presenta Mathias el jefe de la policía de la reserva y le cuenta lo del secuestro del indio por dos hombres blancos. Vic le entrega un libro con fotografías de delincuentes, tal vez allí encuentre alguna pista. Y la encuentra, drogado o no el hombre reconoce a Travis. Cuando Mathias se lo cuenta decide encargarse del caso. Y a pesar de la oposición materna lo detiene. En comisaría se encuentran con Branch quien le cuenta, delante de Walt y Lucien, que Travis y él pasaron la noche bebiendo en el bar de Henry. ¿Caso resuelto? No. Branch se olvidó de que Vic, concienzuda comprobaría su coartada. Con una pregunta Henry la desmonta. Y Travis termina contándole la verdad.


Henry, Henry lleva muy mal lo que le está pasando, sabe que es el culpable por guardar pruebas incriminatorias, que volverá a la cárcel si antes Walt no encuentra al asesino de Miller Beck. Cady cree que es necesario encontrar al desaparecido Hector, el indio que cumpliendo su encomienda le pegó una paliza a Beck y le saltó los dientes. Tal vez deba ofrecer una recompensa, le propone Cady. Y aunque al principio se opone, no quiere vivir de la caridad, lo hace porque Malachi puesto en libertad se presenta. Él está libre y Henry volverá a la cárcel, los tiempos están cambiando le anuncia. Terminará quedándose con su bar, quién mejor para ello que sus hermanos. Yo no tengo hermanos, dice Henry.


Y al hombre buscado, a Hector al final lo encuentran, la gallina roja de Rhode Island desparecida y una mujer que increpa a Henry por criminalizarle cuando es el único que otorga justicia a los pobres de la reserva son determinantes. Walt, Branch y Vic se presentan en su campamento pero llegan tarde, lo encuentran medio moribundo, le han cortado la caballera dejando su cráneo ensangrentado. Una serpiente le disparó, dice, y reconoce la foto de David Ridges. No sabe por qué quería matarlo y no le importa. Siempre supo que acabaría así, solo quiere que le ayuden a salir de la cueva, morir como un hombre bajo el gran cielo.


Y al final de tanta búsqueda qué se ha resuelto. Apenas nada, sólo probar que David Ridges está vivo y el temple del que están hecho los caracteres de cada uno de los protagonistas incluida Vic a quien la confesión de Travis ha puesto en un gran dilema; el mismo al que se enfrentó en sus días de policía en Filadelfia, cuando denunció por corrupción a su superior que terminó suicidándose y provocando con ello el acoso de Gorski. ¿Qué debería haber hecho?, le pregunta a Walt en busca de brújula para el ahora. Y la respuesta que Walt le ofrece es la de Heráclito.  


Tú no eres así.


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