Michaela Conlin, la actriz que interpreta a Angela Montenegro en Bones,
es una mujer a la que le gusta divertirse y lo demuestra en la entrevista que Abbie Bernstein publicó hace unos
días en Axignamment (entrevista
realizada en la en fiesta de Fox por la Asociación de Críticos de Televisión en Pasadena
celebrada el pasado 17 de enero). Michaela
Conlin habla de Bones, del
episodio The 200th in the 10th, de
la salida de la serie de John Francis
Daley y de otros proyectos, pero lo que más patente queda es que es una
mujer muy positiva y a la que le gusta divertirse:
Se divirtió viendo y rodando el episodio 200 “Fue genial. David Boreanaz hizo un trabajo maravilloso, la
música fue maravillosa, todo el reparto hizo un gran trabajo”, dice. Y
fue divertido, muy divertido trabajar con vestidos de los años cincuenta y con
tacones altos, aunque al parecer “Aguantar la faja era un poco “complicado”
después de dos semanas de rodaje, pero fue muy divertido comprobar como de bien
se veía todo el mundo. Estoy realmente orgullosa tanto del elenco como del
equipo. Fue un gran momento para nosotros”.
Exacto, el 200 fue un gran éxito como el que
durante estos diez años ha obtenido la simpar Angela Montenegro, artista en ciernes, espíritu libre, gran amiga,
asesora sentimental, literaria y hasta traductora del pensamiento de la doctora Brennan, y sobre todo según la
mitología de Bones, un culillo de
mal asiento. Su evolución no ha sido menor que la de Booth y Brennan y de artista callejera, caricaturista de narigones,
a pasado a genio de la informática, con
múltiples patentes pendientes de reconocimiento, eso sí. En estos días hasta se
está distribuyendo una encuesta en internet sobre las mujeres de las series y
la tecnología y Angela Montenegro está
en ella.
Booth con esa intuición que
dios le dio la caló al instante:
"— Tú eres una de ellos, actúas normal, pareces normal pero en realidad eres como ellos — le dijo.— ¿Cómo quién?— Como los cerebritos."
Ahora Angela, después de diez años, ya no cambia de novio, de residencia y hasta de orientación sexual como quien cambia de vestido; ahora es una buena mujer, una buena madre, una buena esposa, ama “a su manera” a su marido, le apoya en sus locos experimentos y sobre todo le libró de su ira. Aparentemente lo tiene todo, pero algo dentro de ella se resiente, su espíritu libre que el tiempo, la madurez y tal vez la repetitiva lectura o ejecución de las piruetas sexuales de la página 187, parecían haber amortiguado, de vez en cuando se rebela.
La semana pasada EW
anticipó que Hodgins va a volver a
ser rico, no tan rico como todo el producto interior bruto de Europa, como lo
era antes, pero volverá a ser millonario gracias a un invento de los suyos, un
invento que redundará en beneficio del trabajo del Jeffersonian y sobre todo de
su cuenta corriente. Y Angela, por
supuesto volverá vuelva a revaluar su vida, después de diez años sigue
considerando que su estadía en el Jeffersonian como algo temporal.
Y ahora que el
espíritu de Angela está predispuesto
para una nueva ventolera tal vez no esté de más recordar cual fue la primera.
Sucedió en fecha tan temprana como en el episodio 1.05 A Boy in a Bush, un buen episodio, un tanto dramático porque la
investigación se centraba en el asesinato de un niño pequeño, Charlie. A Angela
le cuesta concentrarse afectada por la naturaleza del crimen.
—Estás pensando en dejar el
Jeffersonian… —le dice Brennan
acercándose a Angela que se
encuentra sentada en la galería de la plataforma forense (en la antigua
galería)
— Verás, yo no soy de esas personas…
—comienza a explicarle, pero Brennan
no espera.
— ¿Qué personas? —pregunta.
— No soy como tú. No me
empuja la necesidad de hacer justicia y todo eso. Me gusta pasármelo bien.
Y Brennan que tiene un sentido de la diversión bien distinto al de Angela le contesta.
—Nos lo pasamos bien.
—Soltar bromas sobre esqueletos
de asesinados no es pasárselo bien —le
aclara Angela.
—Sé que es más duro
para ti que para los demás.
— No es verdad —responde Angela de inmediato, para luego
intrigada preguntar— ¿Por qué?
— Porque los miras a la
cara. Para nosotros es más clínico, para ti es personal.
— Oye no te ofendas,
pero no me apetece nada una de tus típicas lecciones de antropología. Nunca he
durado tanto tiempo en un trabajo y ha sido por ti.
— Si se trata de tener
más tiempo para tu arte, entonces…
— Deja que me lo piense
¿vale? Soy pintora, antes pintaba a tíos desnudos y ahora los pinto muertos.
— No decidas nada sin
hablar antes conmigo ¿vale? —le termina pidiendo
Brennan.
Cuando Brennan se lo contó a Booth, este se
asombró que hubiera durado tanto, dejando a la doctora intrigada:
— ¿Por qué?
—Porque no es de
Vulcano, es humana. A Angela le gustan los perritos, los gatitos, los patitos,
los chupitos y bailar en los bares.
Pero la depresión de
Angela era grave de las que parten el alma, hasta que el doctor Doctor Goodman, el por entonces director del
Jeffersonian le explicó la verdadera naturaleza de su trabajo. El momento es el
idóneo, su comportamiento en la cena
con los patrocinadores del Jeffersonian. Zack
, el ingenuo le pregunta al doctor:
— ¿De qué vamos a
hablar?
— De su trabajo, claro —responde el doctor
sin ninguna duda.
Y Angela no lo puede
evitar y le responde con una explicación muy gráfica realista de sus trabajos,
al menos como ella los ve en ese momento
—El trabajo de Zack consiste en
quitarle la carne a los cadáveres. Hodgins bisecciona bichos que comen ojos de
personas —le responde Angela gráficamente. No son muy adecuados sus trabajos
como tema de conversación de una cena.
— ¿Y cómo ve usted su trabajo?
—le pregunta Goodman, porque Angela ha olvidado de mencionar a lo
que ella se dedica.
— Hago caras de muertos.
— ¿De verdad lo ve
usted así?
— ¿Usted no?
— Usted es la mejor, señorita
Montenegro. Sabe ver la verdad entre las ruinas de un cuerpo humano. Usted les
devuelve a las víctimas su cara, su identidad. Nos recuerda a todos porque
estamos trabajando aquí. Porque valoramos la vida humana.
Y Angela tras tan emotivo discurso se lanza en brazos del buen
doctor. En esos instantes Brennan que
llega arreglada para la fiesta, al verlos abrazados pregunta:
— ¿Qué ha pasado?
— Al parecer Angela necesitaba oír
su perfil profesional en tono afroamericano —la mítica respuesta de Zack.
Un momento inolvidable.
No hay comentarios:
Publicar un comentario