¡Menudo
sorpresa se llevó! Y con él todos nosotros. Su aparición en la “Sala de Onán”
de la clínica de fertilidad fue, a pesar de que su intervención había sido
anunciada, un sorpresón para todos. Que después de tanto hablar de los cruces de
Bones con Fringe, Miénteme e incluso House, al final resultase que el primer cruce con otra serie (en
realidad el único) fuese con una de dibujos animados (Family Guy) y con un personaje tan irreverente, malhablado y maleducado como Stewie Griffin, molestó a muchos. Claro que vista su intervención con
la perspectiva de estos seis años pasados, sin duda Stewie fue el personaje más indicado para el papel, no puedo ni
pensar qué hubiera resultado si con quien se hubiera encontrada hubiese sido
con “Bob Esponja”, posibilidad que
barajó Hart Hanson.
Ahora que se
está hablando del posible crossover de
Bones con Sleepy Hollow no está por demás recordar aquel primer cruce.
Aunque hay diferencias fundamentales entre uno y otro. Por entonces, marzo de
2009, fueron los productores de Bones quienes
se dirigieron a los de Family Guy pidiéndoles
la intervención de Stewie y no la
cadena Fox quien impuso el cruce de
personajes.
Petición que
según confirmó Seth MacFarlane, el
creador de Family Guy y voz de Stewie, fue acogida con mucho gusto (después
de todo las escenas de acción reales que aparecen en la serie de dibujos son de
Bones). Y aunque la intervención de Stewie pudo resultar en su momento
frustrante para muchos fans e incluso para el propio personaje, quien con
descaro había declarado que iba a sustituir a Emily Deschanel, en mi opinión resultó genial.
Tal vez, ahora
sea más disfrutable para todos, porque cuando se emitió el 7 mayo de 2009, The
Critic in the Cabernet (4.25) era el episodio precursor del final de la cuarta temporada.
Final para el que Hart Hanson, en el
Comic Con de ese año había calentado la brea anunciado que Booth y
Brennan estarían desnudos en
la cama y para el que Stephen Nathan
la había hecho hervir al comentar en
TVguide que como era natural si iban a estar desnudos en la cama
tendrían relaciones sexuales. Un excitante panorama sólo ensombrecido por
los spoilers que anunciaban problemas de salud para Booth. La aparición de Stewie y el deseo de Brennan de tener un hijo y
le operación de Booth no casaban muy bien con lo anunciado.
Reconozco que
siempre he sentido una especial predilección por este episodio, que lo disfruté
en su día y lo sigo disfrutando cada vez que lo veo. The Critic in the Cavernet es uno de esos episodios locos, fuera de
la caja —como los llaman los productores—, que de vez en cuando nos regala Bones. Episodios en los que lo que prima
son los diálogos locos, la interacción de los personajes, la diversión, y en
los que la trama general de la serie avanza inexorablemente sin que nos
percatemos de cómo lo ha hecho. Un episodio fundamental en la pequeña historia
de Bones.
Pero antes de comentarlo,
recordemos el encuentro entre Booth y Stewie
Griffin:
Booth llega a la sala de donación de esperma de una clínica de
fertilidad acompañado de una enfermera, su apariencia es bien diferente de la
del agente heroico o la del hombre sexy que tan bien conocemos, al contrario,
aparece con los hombros encogidos, la mirada titubeante, en una palabra, Booth parece asustado. Está asustado.
La enfermera le informa que lo que se espera de él es muy sencillo. Sólo tiene que eyacular en el vasito. No
parece algo difícil para un tipo como él. Pero algo ha debido percibir la mujer
en su actitud porque volviéndose, le mira y dice “Está un poco pálido”.
¿Un poco?, parece como se le fuera a llegar su última hora, como si en aquella
sala fueran a ponerle la inyección letal. Pero Booth no lo reconoce, qué va a reconocerlo, se encuentra bien. Que
algunos se sientan incómodos porque los de fueran sepan lo que se hace en la sala no tiene nada que ver con su palidez, qué va.
La mujer que
debía ser una experta en tratar con hombres vergonzosos y asustados se le
acerca y en plan confidencial y con sorna le pregunta “¿Sabe cómo se hace?”. Y
aunque Booth le responde a la coña
con coña lo cierto es que sigue encogido. Antes de dejarlo solo le indica, con
sonrisa sádica que a su disposición tiene revistas y vídeos por si necesita
ayuda para despedirse con un sarcástico ¡¡Qué
disfrute!! Viéndole el rostro a Booth
no parece que vaya a hacerlo. Y no lo hace porque nada más cerrarse la puerta
tras la enfermera…
La pantalla de
la televisión se ilumina y Stewie
Griffin le pregunta:
— ¿Qué
haces aquí en el banco, Booth?
Booth se vuelve hacia la tele como si tuviera un resorte, con
el rostro desencajado, grita. Pero Stewie pasa del susto, su pregunta no
era cuestión de educación, Stewie sabe
para lo que está allí y le conmina a portarse como… un hombre.
— Tu amiga la
doctora está muy buena, haz un depósito en persona, como un hombre —le dice.
Porque Booth está allí, en la habitación de
Onán, dispuesto a masturbarse para que con su esperma Brennan, su compañera, la mujer que categórica había dicho que
nunca tendría hijos había, inopinadamente, cambiado de opinión y ahora, ahora quería uno, y lo quería ya y lo quería suyo.
Pero sigamos con Booth, quien
incrédulo ante lo que sus ojos le dicen que ven se acerca a la tele y la apaga.
— Es
imposible —dice cuando le da la espalda y contempla la “cutre” sala.
— Y aún
así conversamos —responde Stewie
a sus espaldas apareciendo de nuevo en la pantalla.
¿Os imagináis
lo que en un caso así pensaríais? Un dibujo animado de la tele que acabas de
apagar te habla, ¡y no sólo te habla, te replica! El rostro de Booth es todo un poema, la sorpresa, el
susto todo se representa, sólo una diferencia ahora ya no grita ¡¡Ah!!, ahora
grita ¡¡Oh!! Pero Stewie, Stewie no le hace caso, otra cosa más sugerente ha llamado su atención, sus ojos se han
fijado en un montón de revistas porno que hay sobre una mesa.
— ¡Delicioso! —dice
relamiéndose el muy libidinoso— ¡Déjame ver algo! Un vistacito, una tetita,
porfa…
Y eso que es un
niño, un niño bastante salidito, por cierto. Booth está alucinado, ya no siente miedo o sorpresa, directamente
alucina, aún así corre hacia la tele, tira del enchufe y la apaga. Luego con
sigilo se retira, como si se tratara de un enemigo peligroso. Un enemigo
indestructible, porque aún con la televisión desconectada Stewie sigue teniendo preguntas para él.
— ¿Qué te pasa,
te asusta un pobre e indefenso bebé? ¡Échale huevos! ¿Porque querrás que ella
tenga el bebé?
E
increíblemente Booth le responde:
— Pues claro
que sí. Es que quiero que tenga un bebé porque es lo que ella quiere.
“Porque es lo
que ella quiere”, realmente Booth
lo cree así, él le va a dar lo que ella
quiere, porque lo quiere. Y en esos instantes Booth no quiere ir más allá
de lo que la donación significa para él, ni mucho menos lo que tal vez
signifique para ella, lo que podría significar para los dos tener un hijo en
común. Aun no era el tiempo ni mucho menos el lugar.
Pero algo
dentro de Booth no está conforme con
su parte del trato, algo le reconcome las entrañas y las palabras de Stewie, la aparición en esos momentos tan cruciales
de Stewie sólo es la demostración de la
lucha que en su interior su corazón y su conciencia mantienen.
— ¿Y acaso vas
a darle la espalda como un egoísta mientras le cambia la caquita ella solita? —le pregunta
malicioso.
Para eso Booth sólo tiene una respuesta —Es lo
que ella quiere.
Exacto, “es lo que ella quiere” y él se había
ofrecido a ayudarla, si ella quería un hijo mejor que fuera suyo que no de
Fisher, el interno majareta donante de esperma. Hasta lo había racionalizado:
— Un
hijo la hará más afable con los demás— le había dicho a Cam cuando se presentó en su despacho a
pedirle explicaciones del anuncio que Brennan
acababa de hacer en la plataforma forense del Jeffersonian. Y aunque le había
explicado que sólo iba a ser donante, su vieja amiga había ido más allá de lo
que él se había permitido pensar.
— Te
conozco, Seeley, vas a hacerlo. Quieres hacerlo sin llegar a hacerlo, aunque
eso sea hacerlo, aunque no lo hagas como debe hacerse.
A pesar del
galimatías la entendió, aunque se hizo el sueco. Claro que quería hacerlo como
debía hacerse, cinco años llevaba queriendo hacerlo, pero ese era su secreto; y
aunque para librarse de ella le había recalcado que aún lo estaba pensando lo cierto es que ya estaba decidido. Sólo
que él podría… si seguían adelante, podría echarle una mano a Brennan para cuidar el niño. A él le
gustaban los niños, disfrutaba siendo padre. Por eso en la primera oportunidad,
cuando iban en el coche camino de la casa de la víctima del caso que
investigaban le había hecho su ofrecimiento. Pero… Pero Brennnan se lo había tomado como una crítica, como que no
creyese que pudiese hacerlo. Y no era cierto. Él sabía en su fuero interno que ella
sería una buena madre, que querría a su hijo, su hijo, sí, pero suyo, no de
Fisher.
No, no tenía
razón Stewie él no era un egoísta,
estaba dispuesto a no dejarla sola, a ayudarle a quitarle la caquita al bebé,
pero ella…, ella tenía que consentirlo. Y por ahora Brennan quería el bebé para ella sola.
Si hasta le
había ofrecido protección legal para que se sintiese seguro de que no le
pediría dinero para el niño ni apoyo. Por supuesto la había rechazado enfadado,
¿cómo después de cuatro años juntos, trabajando codo con codo no lo conocía?
¿Cómo podía ofrecerle aquel trato tan vergonzante? Pero no se lo tomó en
cuenta, en realidad nunca lo hacía, sabía que Brennan actuaba así, toda racionalidad y eficiencia cuando se negaba a escuchar
su corazón.
Por ella estaba
allí, por ella se encontraba encerrado en aquella maldita habitación que a
pesar de los desinfectantes olía a semen viejo, a sexo agrio con un dibujo
animado con cara de balón de fútbol. Porque aunque ella le había explicado que “No es nada personal —cuando
le anunció que le había reservado hora para la clínica— pero sería una negligencia no
fijarme en el análisis de tu semen. Es un proceso muy sencillo…” Todo
entre ellos era personal.
— ¿Se
encuentra bien? —le preguntó la enfermera a través de la puerta. Debía
haberle hablado a Stewie a gritos.
Sí, se
encontraba bien, aún así miró a su espalda por si la mujer a través de la
puerta podía ver la pantalla de televisión donde Stewie Griffin había vuelto a aparecer..
— Vete
de una vez —le pidió— No necesito ayuda.
Pero no estaba
de Dios que aquel proceso sencillo fuese en realidad un proceso sencillo y
menos con un personaje tan malicioso y entreverado como aquel estúpido muñeco.
— Bien,
eres un tío bastante guapo, si tuvieras otra mentalidad… —se le insinuó
el obseso… y Booth ya no pudo
soportarlo más. Desencajado, le espetó
— Vuélvete
a dibulandia o de dónde seas, pero vete —le conminó y decidido apagó la
televisión con el mando a distancia, no sin antes escuchar como el muñeco le
preguntaba si estaba seguro de que querría que se marchara.
— Es
imposible —se dice cuando aun temeroso se da cuenta de que esta vez sí
ha logrado librarse del impertinente.
Lo que no sabe, ni puede saber es que Stewie no se ha ido para siempre. Que volverá como Pepito Grillo a ser la voz de su conciencia.
Pero esto será en otro post...
(Continuará...)
Lo que no sabe, ni puede saber es que Stewie no se ha ido para siempre. Que volverá como Pepito Grillo a ser la voz de su conciencia.
Pero esto será en otro post...
(Continuará...)
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