Una de las más
agradables sorpresas que la Décima de Bones
nos ha proporcionado han sido los seis primeros minutos del episodio “The 200th in the 10th”. Inolvidables y
no sólo por lo que tan brillantemente cuentan sino también por la glamurosa
presentación que de Emily Deschanel y
David Boreanaz nos hacen. Las imágenes de la llegada de la pareja al
“estreno” de “Bones”, la película,
quedarán como icónicas de la serie.
Acostumbrados al
sempiterno blazer y a la bata de laboratorio que luce la doctora Temperance Brennan, una mujer que da poquísima importancia
a su apariencia física y nada fashionista, verla descender de la limusina como Emily Deschanel, radiante, bellísima,
con un sofisticado vestido de brocado plateado ceñido al talle, fue una
agradable sorpresa. Que David Boreanaz,
el director del episodio, dejase que la cámara, gozosa, se recrease en ella,
volviendo una y otra vez al profundo, profundísimo escote del vestido, fue un rendido
homenaje a la compañera de tantos años.
Su outfit elegante,
atento a la moda “del momento” en la alfombras roja que resaltaba la belleza
clásica de la actriz, su mirada de aguamarina. La peluquería, la media melena de ondas sueltas,
el maquillaje, el rojo de los labios y sobre todo el vestido de coctel plateado
de cintura estrecha y falda de vuelo, el collar y los pendientes de oro y
diamantes, y los glamurosos guantes largos negros (tipo Gilda) eran los que correspondían a una gran estrella que en 1954 asistía al estrenó
en el Teatro Chino Grauman del 6925 de Hollywood
Boulevard de una de sus películas.
Y una película
es en realidad The 200th in the 10th,
un thriller de corte hichtcokiano escrito y producido por Stephen Nathan, en la que Booth,
un ladrón de joyas (interpretado por el
líder de los actores de Hollywood David
Boreanaz), se ve involucrado en la muerte de una dama de la alta sociedad y
ayuda a la joven policía, Temperance
Brennan (interpretada por la hermosa
e inteligente Emily Deschanel) a descubrir al verdadero asesino y de
paso a sentar las bases para una nueva ciencia forense “la antropología forense”.
Una película que
levantó olas de entusiasmo entre los millones de fans de la serie, pero que al
final ni la audiencia general ni las críticas especializadas respondieron a la
expectación esperada. Y por supuesto a la hora de los premios Bones, la serie y también la excepcional
película, han sido una vez más ninguneada. Ni la música, un misterioso,
romántico e insinuante score compuesto por Sean Callery, Jamie Forsyth y Julia
Newmann con el que rindiendo homenaje a la
música de Bernard Herrmann, el compositor
preferido de Alfred Hichtcok; ni por
supuesta la brillante y vigorosa dirección de David Boreanaz; ni la fotografía en cinemascope, ni el vestuario
que conseguían darle la forma, la textura y la apariencia de un película de
suspense de los años cincuenta han han sido nominados para los Emmys.
EL VESTUARIO DEL 200TH
La encargada
del vestuario de Bones desde 2013 es RobinLewis West. Para The 200 th in the
10th la señora Robin Lewis West no
diseñó los vestidos sino que los buscó y compró en tiendas de ropa vintage de aquí y de acullá. Diseñados
o comprados lo cierto es que en el episodio el vestuario lució como nunca,
correspondiéndose con la moda de la época en que sucedían los hechos. Una moda
instaurada por la “revolución” en el vestir que supuso la aparición del
diseñador francés Christian Dior.
DIOR Y LA MODA EN LOS AÑOS CINCUENTA
El paradigma de
la moda femenina de los años cincuenta lo fijó en 1947 el por entonces poco
conocido modisto francés Christian Dior,
quien en su primera colección “Corola”
definió lo que se llamó el “New Look”.
New Look que se basó en devolver el esplendor al cuerpo de las mujeres, con vestidos sofisticados, chaquetas entalladas y
faldas de amplio vuelo y a media pierna que resaltaban los hombros torneados,
el pecho, la cintura fina, sus curvas en definitiva haciéndola más hermosa. Todo
ello complementado con sujetadores armados que realzaban el busto, fajas que
ceñían la demasía de las curvas, enaguas que las hacían parecer que bailaban cuando
caminaban.
Un estilo
elegante que de inmediato conquistó la calle y el cine por lo elegante y sofisticado
que resultaba.
La chaqueta entallada de crepe de seda con vueltas de
brocado en la solapa y en los puños de las mangas y la falda negra que luce Temperance Brennan en la última parte
del episodio parece una copia adaptada para una mujer trabajadora del clásico modelo Bar de Dior.
La versión
juvenil del New Look es sin duda el
modelo pin-up que a añadía a la
sensualidad de las formas, los vestidos de grandes estampados, las rebecas “cardigans”
de colegialas, las bailarinas y el collar de perlas de una vuelta. La doncella
asesina que interpreta Tamara Taylor
exhibe ese look al que dota de misterio el
pañuelo de gasa atado al cuello por detrás (estilo que le costó la vida a
nada menos que la bailarina Isadora
Duncam) con el que cubre la cabeza.
El VESTUARIO EN EL CINE DE LOS AÑOS CINCUENTA
El vestuario en
el cine es una herramienta que contribuye a hacer creíble la historia que
cuenta la película. No es algo baladí, sino que sirve para ayudar a comprender
el carácter de los personajes, sus aspiraciones y sus deseos. En 1954 la reina
del vestuario de Hollywood era Edith Head (desde que comenzó en 1925 hasta 1982 en que trabajó en su última
película “Cliente muerto no paga”,
en su ficha del IMDB se acreditan 442 trabajos). Ese año ganaría su cuarto Oscar por los diseños de Sabrina de Billy Wilder protagonizada por Audrey
Hepburn.
La señora Head
obtuvo siete Oscars más por: La
heredera (1949), Eva al desnudo (1950), Un lugar en el sol (1951), Vacaciones en Roma (1953), la ya mencionada Sabrina (1954), Los milagros de la vida (1960) y El golpe (1973). Y diseñó el vestuario de actrices tan icónicas
como como Mae
West, Bette Davis, Ingrid Bergman, Kim
Novak, Elizabeth Taylor y Grace Kelly.
En 1954 diseñó
los vestidos de “La Ventana Indiscreta”
y fiel colaboradora de Alfred Hichtcok
al año siguiente, 1955, los de “Atrapa
un Ladrón”, películas protagonizadas por Grace Kelly, para quien la señora Head diseñó, siguiendo las órdenes del director, un sofisticado y
espléndido vestuario, del que son muestra el de ceñido corpiño negro y falda
blanca de vuelo y el glamuroso vestido de tul azul que hacía parecer a la luego
princesa de Mónaco la misma Venus recién salida del mar.
LOS MODELOS DE BONES “LA PELÍCULA”
El vestuario de una película no sólo debe definir al personaje sino también
contarnos su cotidianidad. Las protagonistas de “La Ventana indiscreta” Lisa
Carol y de “Atrapa un Ladrón” Frances Stevens, son mujeres sofisticadas
y… con dinero, Lisa es una
periodista de una revista de modas y Frances
la heredera de una millonaria americana, no necesitan trabajar para vivir, pueden dedicar sus días
a sus a derrochar sensualidad, y glamour, a jugar con los hombres.
No sucede lo mismo con las mujeres de Bones,
la película. Temperance Brennan es
una aspirante a detective del Departamento de Policía de Los Ángeles, Angela Montenegro es una
taquimecanógrafa con aspiraciones y la doncella asesina, es eso una doncella.
Su vestuario se debe corresponderse con esa cotidianidad de mujeres
trabajadoras, no caben diseños glamurosos ni sensuales sino vestidos de algodón
“a la moda” que cualquier mujer de la calle luciría. Y esa es la imagen que Robin Lewis West nos ofrece de ellas.
Seleey Booth es un ladrón, un Robin Hood que roba a los malos para ayudar a los buenos,
un dandy ciertamente sofisticado y
un punto extravagante, que viste trajes de caballero; el doctor Hodgins, es el doctor
Hodgins que conocemos salvo con manguitos y tupé de genio loco y Aubrey un gigolo a quien no le podría
ocurrir otra cosa más que alguien le clave un cuchillo en la espalda.
LOS MODELOS DE TEMPERANCE BRENNAN
Seis modelos diferentes, sin contar la
bata de boatiné verde y el uniforme de policía, luce Temperance Brennan en
Bones, la película. Todos nos dicen que estamos ante una mujer fuerte que
tiene opiniones propias, sabe lo que quiere y como conseguirlo.
La presentación de Temperance
Brennan conduciendo el descapotable, con el pañuelo de Hermes cubriéndole la cabeza y esa elegantísima gabardina beis con
vuelo, ceñida a la cintura con cinturón es en mi opinión romántica y sofisticada.
Lo que no deja el director de aprovechar para, con unas expresionistas
imágenes, mostrarnos la belleza clásica de Emily
Deschanel que algunos han comparado a la de Grace Kelly.
Pero Temperance Brennan no es
sólo una aspirante a detective, es una mujer inteligente, muy inteligente que
segura de cuál es su lugar en el mundo lucha para demostrar a los “machistas”
miembros del Departamento que ella no sólo sabe lo que se hace sino que tiene
la inteligencia, la visión para conseguir que avance la ciencia criminalística.
Y eso, eso se demuestra claramente
con el severo y precioso vestido azul marino abierto por delante con solapas y cinturón rojo. Temperance Brennan es una mujer
decidida que sabe lo que quiere…
…y está dispuesta a hacer lo que sea necesario para conseguirlo. Eso se
deduce de la exuberancia que derrocha el modelo de seda negro con bordados en
hilo de oro que luce en su visita al Velvet Fox Club. Había que conseguir la
información y aunque Mark Twain
decía que “La ropa hace al hombre. La gente desnuda tiene poca o nula influencia
en la sociedad”, nada decía de las mujeres y sus escotes. Lástima que
el guion no acompañara y el vestido no se luciera en la pista de baile.
El más elegante
a mi entender es el sobrio traje de chaqueta negra entallada y la falda de
medio vuelo, un traje de fondo de armario para cualquier mujer y época.
Y el menos…
precisamente el vestido de algodón plisado como túnica de nazareno y el
sobretodo de rayas arco iris que semeja una funda de colchón de la última
escena, un look poco romántico al que salva el collar de tres vueltas de perlas
negras, el recogido del pelo y los sofisticadísimos pendientes negros con
brillantes.
LOS MODELOS DE ANGELA MONTENEGRO
Angela es
Angela, la misma mujer divertida, directa, soñadora, amiga de su amiga. Una
mujer trabajadora pero a la que el puesto de taquimeca se le queda pequeño. Ella
vale para mucho más que eso, es una artista, una joven decidida, nos lo dicen
esos guantes color coral, preciosos, el bolso imposible, dispuesta siempre para
echar el ojo a un hombre con posibilidades de redención, si es malo mucho
mejor. Es inteligente, muy inteligente y sabe jugar muy bien sus cartas, cuando
se encuentra con el genio alelado del doctor Hodgins ya no es la mujer salvaje
dispuesta a todo, sino una señorita elegante y un tanto sofisticada con lazo.
LOS TRAJES DE SEELEY BOOTH
Sin palabras,
sin palabras se queda una al contemplar
la colección de trajes, chaquetas, blazer, corbatas, ascot y pantalones que
luce en el episodio el ladrón de guante blanco Seeley Booth. Y no se deben a la intervención de la señora Robin Lewis West. El actor David Boreanaz, goza
del privilegio de la estrella y dispone
de asistente personal de vestuario, desde
2010 ese puesto lo ha ocupado RobertBolger quien ha sido el encargado de seleccionar los trajes que el actor
luce en The 200th in the 10th.
Cuando lo conocemos es un hombre en un descapotable deportivo con una
misión, no sabemos cuál es sólo que tal vez necesite ser sólo una sombra más en
la noche, el polo negro, abrochado hasta
el último botón, unos chinos y unos silenciosos zapatos de gamuza, mejor no
mirar los precios. Luego, cuando conoce a Temperance
ya no es sólo un hombre boquiabierto ante su belleza en un tejado, es un ladrón
de joyas.
Sin embargo, cuando Temperance
conoce a Seeley con una botella de Martini, seco, y un vaso mezclador en la
mano, ya lo sabemos a qué a tenernos. ¿Quién
es este hombre que viste como un gran señor? Si es un ladrón poca duda
queda de que terminará robándole el corazón. ¿Y a quién no, vistiendo como
viste una elegantísima americana de piel de camello? Este Seeley no puede ser sólo un ladrón de guante blanco, es un dandy,
un bon vivant, Gary Grant resucitado.
Y tal vez no
nos guste demasiado el hombre del impecable
traje gris de lana fría hecho a medida, el traje ejecutivo que todo hombre
debe tener en su armario, el que lleva es de corte americano, con una sola hilera de botones, solapas en forma
de uve, una abertura en la espalda y el corte recto. Y da lo mismo quién sea el
diseñador o el sastre que lo hizo, es el cuerpo que lo viste el que le da la
prestancia. Aunque a pesar del traje y
la corbata de seda aún no nos tomamos en serio a este Seeley Booth, hasta que… hasta que le vemos echar un fajo de
billetes en el sombrero de un músico callejero. Entonces, nosotros y Temperance ya casi le amamos.
Pero aún necesitábamos
verlo vestido de esmoquin bailando samba.
Y no, no es un esmoquin cualquiera, es un esmoquin
de tres piezas azul medianoche con vueltas de raso negras que popularizara el
duque de Windsor, un color un tanto en desuso pero que a Seeley Booth en el Velvet Club le convierte en el rey del baile. La
pajarita y la camisa con la pechera de alforzas son complementos indispensables
del look de un hombre divertido y elegante.
No hay porque
repetirse, los trajes ejecutivos le sientan bien a Seeley Booth, ya sean azules y le persigan por asesinos o gris
antracita y consiga salvar a la chica en el último minuto y volar hacia la
puesta de sol.
Pero aún no estaba acabado, aún nos quedarían dos modelos más para admirarnos. Hay pocos hombres capaces de lucir con aplomo el look con el que Seeley Booth recibe a la nueva jefa del departamento de policía forense de la policía de Los Angeles.
Él lo hace con una americana de tweed con grandes
cuadros de pata de gallo beis. Una chaqueta, una americana así, según los entendidos
sólo se puede llevar con una camisa rosa pálido y unos pantalones negros. Y así
la luce él. Como complemento del dandy, qué menos que un pañuelo al cuello, un
ascot, tan inglés, de seda azul con topos amarillos.
Y si hemos de
hablar de ternos impecables, la chaqueta
azul de cachemira de la última escena es de las que cortan el aliento, otra
vez el hombre se viste informal, discreto pero elegante, camisa azul clara como
corresponde, de nuevo el ascot al cuello, ahora rojo y pantalón negro. Y lo
siento por Temperance, pero es verdad
que el look de Seeley es mucho más
impresionante que el suyo de nazareno.
Tal vez por
ello, para hacerle finalmente justicia, Temperance
se rinde, le echa las manos al cuello y le besa.
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