viernes, 3 de julio de 2015

Bones. Momento favorito de Hart Hanson: Los votos.



— "¿Qué diría usted de un hombre que sigue a una mujer a todas partes? —pregunta Susan Vance, la indómita e insólita, protagonista de la película Bringing Up Baby de Howard Hawks (protagonizada por Katharine Hepburn y Cary Grant) a un psiquiatra en un bar.
¿A todas partes? —se asegura el doctor antes de responder.— A todas partes —repite Susan y añade. —Y en lugar de hablar discuten.
— ¿Ese hombre es su novio?—le pregunta el doctor.
— No, ni siquiera lo conozco, nunca lo había visto, pero me sigue y me regaña continuamente.— El impulso amoroso en los hombres se revela con algunas reacciones violentas” —doctor…. dixit.
— ¿El impulso amoroso?—Se sorprende Susan— Un momento, vayamos por partes, está obsesionado… —dice y abandonando la mesa del doctor se dirige de inmediato al caballero perseguidor para espetarle.
— ¿Sabe por qué me sigue usted? Está obsesionado.Claro que la respuesta que recibe no es la que ella esperaba.
— Yo no la sigo a usted —protesta el interpelado e injustamente acusado —estaba sentado aquí. No me he movido, es usted quien me sigue a mí.
— Oh, eso es absurdo ¿Quién sigue siempre a quién?"

Buena pregunta porque aunque al principio de Bringing Up Baby, el paleontólogo David Huxley, el  personaje que interpreta Cary Grant, persigue a Susan, en realidad es Susan quien no deja en paz durante toda la película al incauto doctor.

¿No os suena esta discusión? ¿No es acaso el hecho de un hombre siguiendo a una mujer a todas partes y viceversa y discutiendo siempre discutiendo entre ellos el corazón de Bones? Yo diría que en realidad Susan Vance y el paleontólogo Huxley son muy parecidos por no decir igualitos, igualitos que  Booth a Brennan, que Brennan a Booth!!

He transcrito esta escena, ésta referencia cinéfila del episodio Piloto porque en mi opinión es esencial para entender Bones, la primera Bones, la que nos enamoró y culminó en The Woman in White. Booth persiguiendo a Brennan a través de las calles de Washington, Brennan persiguiendo a Booth a través de la rosaleda enfrente del Jeffersonian.

Sí sigues una calle más grito “secuestro” — le dice Brennan a Booth en el coche después del encuentro en el aeropuerto de Washington.
— ¿Podemos saltarnos esta parte? —le pide Booth corriendo tras ella al bajarse del coche.
Eres muy condescendiente —le reprocha Brennan y siguen y siguen que si tienes un doctorado, que si quiero plena participación, que si Scully, que si Mulder.


Y luego en la rosaleda, cuando un Booth traidor, atento a su beneficio quiere dejarla fuera del caso, cuando le explica que el asesinato de Cleo es tan grande que el director del FBI creará una unidad especial y si él coloca bien sus patos podría hasta dirigirla, ella ansiosa por salir del laboratorio, por vivir una vida diferente le contesta:

No te comprendo, pero yo podría ser un pato.
Aquí hay que seguir las reglas, los polis a la calle y los mirones al Jeffersonian —dice Booth reticente, sabedor de que ella era, por entonces, un problema en su carrera en el FBI.


Pero no contaba, el hombre  de las calles a pesar de su experiencia, no podía saber en fecha tan temprana que cuando la doctora Brennan quiere algo, igual que Susan Vance, ese algo termina siendo suyo, que no le importa, a pesar de su amor a la verdad y a la razón, utilizar medios “ventajistas” para conseguirlo. Booth no se esperaba que ella le dijese.

Entonces el Jeffersonian dará un comunicado de prensa identificando la chica —amenazándole.
Sí lo haces soy un pato muerto —le anuncia Booth cariacontecido para terminar cediendo a sus pretensiones. Igualito que el doctor David Huxley.


Y siempre cederá. Y cederá, y cederá…

Y es que Bones en sus primeros y gloriosos cuatro años (con las excepciones propias de un procedimental de una gran cadena) tuvo como norte y guía, en la relación de Booth y Brennan, en la comedia romántica que nos hizo adictas, las comedias de enredo de Howard Hawks y Billy Wilder, las películas que interpretaban juntos Katharine Hepburn y Spencer Tracy, las de Cary Grant y la propia Hepburn, fundamentadas en la controversia, el enfrentamiento dialéctico, vertiginoso, endiablado entre una mujer fuerte que llevaba los hilos de la trama (y de su vida) y un hombre serio y paciente, o divertido y sexy que terminaba casi siempre humillado, aunque eso sí, enamorado hasta las cachas.


 Y aunque la idea de la persecución del Piloto no fue de Hart Hanson sino del director del episodio  Greg Yaitanes, los guiones y los roles de género de los personajes intercambiados estaban en los guiones. Por supuesto que hay diferencias entre los personajes, la cerebral Temperance Brennan no es siempre la indómita e intuitiva Susan Vance, lo es en lo tocante a su arrogancia. Ni Booth, el serio y apocado paleontólogo doctor David Huxley. En realidad en lo que se refiere a la parte romántica Booth es Susan, es quién sabe y asume lo que está pasando aunque tácticamente mantenga sus sentimientos en secreto. Booth no se habría dirigido a Brennan y le habría dicho me persigues porque estás “obsesionada conmigo.



Y Brennan igual que David Huxley se mantiene en la inopia entre lo que realmente está pasando entre ellos, y si hubiera mantenido la discusión de Susan con el doctor Sweets o con Gordon Gordon Wyatt le hubiera interrumpido igualmente al doctor y al “un momento” habría añadido “papurruchas psicológicas” y se habría negado a escuchar más y… ya se sabemos las consecuencias: siete años de espera y uno de desesperación de los fans.

Pero la persecución, los patos vivos y los patos muertos se convirtieron en parte esencial de Bones, un gen más de su ADN  como reconoció David Boreanaz, que fue quien tuvo la visión de que llegados los votos matrimoniales esa era la esencia de Bones que en ese momento había que recordar.


Dice Hart Hanson en el artículo de la revistaBuzzfeed  que los votos de Booth y Brennan son uno de sus momentos favoritos de Bones (los escribió él y no la autora del guion Karine Rosenthal) y que lo son, no  sólo porque estaban marcados por años de historia de la serie, sino porque esa emoción, esa energía la transmitían los actores. Y menciona expresamente el rostro de Booth mientras Brennan le hablaba de lo feliz que se había sentido cuando cada vez que sentía necesidad de mirarle y se volvía, él la estaba mirando a ella.


Y es cierto, lo primero que cabe destacar de los votos es la interpretación de David Boreanaz. Su Booth,  al contrario que la racional Brennan, está nervioso y emocionado, intensamente emocionado. Sus pequeños gestos lo delatan, no sólo por las veces que su voz se quiebra, sino por las muchas que intenta deshacer el nudo que le atenaza la garganta, sus gestos de corroboración de las palabras de Brennan, sus medias sonrisas, sus titubeos, tan medidos, tan cuidados, tan precisos…  nos dejan ver que se siente feliz, exultante por dentro y al mismo tiempo incrédulo, agradecido de que por fin ella le haya elegido, de que por fin su paciencia, su perseverancia, su amor incondicional, se hayan visto compensados (y no, no me he olvidado de Hannah, Booth amó a Brennan desde que la vio, a sus pies se rindió… el desarrollo de la conquista estuvo mediatizado por la cuenta de resultados de la Fox).



Siempre se comenta lo maravillosa actriz que es Emily Deschanel porque llora quedo, porque sus ojos brillan enamorados, pero para mí que es más difícil hacer lo que David Boreanaz hace, cuando lo hace (que no es siempre), porque para interpretar al Booth enamorado que se entrega y recibe se necesita ser un gran actor, alguien capaz de decirlo todo con un entrecierre de ojos, con un mojarse los labios con la punta de la lengua, ¡esa lengua! Pero ya he dicho mucho, mejor recordemos:

LOS VOTOS
  


En el mismo comienzo de la ceremonia el rostro tenso y emocionado  de Booth contrasta con la serena alegría, con la majestuosidad con la que Brennan avanza por el pasillo central, su media sonrisa más que demostrar felicidad parece un escudo, una protección contra la misma emoción, para no dejarse vencer por el recuerdo de las noches solitarias deseándola, añorándola y no teniéndola, por el mucho tiempo que ha esperado sin atreverse a hablar, por el que se ha limitado a estar allí, a ser el hombre que la acunaba entre sus brazos sin más deseo que el de protegerla, por el recuerdo de los años que ha esperado en balde.

Lo dije en su día y lo repito porque creo que es cierto hay pocos hombres que el día de su boda se muestren tan decididos a dar el paso como Booth, pero cómo no iba a estarlo sino había hecho otra cosa en nueve años que pretenderla, que perseguirla y sufrir su indiferencia y su “racional” actuar. 
Listo, Booth —dice Sweets.


Desde hace añosle responde y no miente mientras deja escapar el primero de los grandes suspiros que jalonarán la ceremonia.


 Y cuando el “ángel” que les unió, cuando su amigo Aldo, después de felicitarse porque Booth y Brennan tienen preparados sus votos dice “Comenzaremos por Seeley Booth”, él saca el papel que llevaba preparado y dice:


— He estado trabajando mucho en mis votos. Pero ahora que estamos aquí… -Booth se detiene y ante la sorpresa de Brennan



rompe el papel en que los llevaba escrito, se guarda los pedazos en el bolsillo,

la coge de las manos, cierra los ojos y continua…


¿Recuerdas la última vez que estuvimos aquí, en este preciso lugar? Fue justo al principio de que nos conociéramos.


Intentaba alejarme de ti, porque me irritabas mucho y me perseguiste…


 … me alcanzaste, te dije: “Oye tengo que conseguir alinear mis patos, de acuerdo” y luego me dijiste:


Yo quiero ser un pato —salta Brennan interrumpiéndole.


— Sí.
— Hemos estado persiguiéndonos durante mucho tiempo. Lo hemos hecho a través de guerras…,


… asesinos en serie, de fantasmas, serpientesy Booth recordando el pasado traga saliva porque se le quiebra la voz y añade:


 —Perseguirte ha sido lo más inteligente que he hecho en toda mi vida y ser perseguido por ti ha sido mi mayor placer;


 pero ahora ya no tenemos que seguir persiguiéndonos porque nos hemos atrapado —le dice mientras le pone el anillo.


 y al terminar se le queda mirando arrobado. Aldo vuelve a tomar la palabra.
Y ahora Temperance hablarás con el corazón —le dice, pero está claro que él no la conoce.


— No, yo suelo hablar con la boca —le responde.
Y las bocas, al contrario que el corazón, suelen mentir. No, no quiero decir que Brennan, el corazón de Brennan mintiera, pero sí que lo hacía su mente, y por tanto su boca, pero era su privilegio de novia e hizo bien en aprovecharlo.


Cuando a Hodgins y a mí nos enterraron juntos cada uno escribió un mensaje a un ser querido por si encontraban nuestros cadáveres.


 Hodgins escribió a Angela y yo te escribí a ti, Booth.


Y Booth que se lo cree todo, como no puede ser de otro modo deja escapar un profundo suspiro, el segundo.


Un inciso, un inciso mientras Brennan se vuelve a entregar a Angela el ramillete, mientras se saca de entre los pechos el papel con sus votos. 

En mi opinión los de Brennan son como ella, arrogantes y al mismo tiempo humildes, temerosos y valientes.  Me recuerdan la declaración de amor de Mister Darcy a Elizabeth Bennet, los protagonistas de Orgullo y Prejuicio de Jane Austen.


Cuando le dice que la ama aún siendo plenamente consciente de que actúa contra los deseos de su familia, de sus amigos y ni que decir tiene contra su propio criterio. Seguro que estaban presentes en la mente de Hart Hanson cuando hizo que Brennan dijese:


— Querido agente Booth —un momento, un momento, falta la foto para demostrar lo que decía Hanson en Buzzfeed, lo feliz que Booth se sentía mientras la oía enumerar sus defectos.


- Eres un hombre confuso,


irracional,


impulsivo, supersticioso y exasperante —y como Brennan no es cobarde, cuando lo dice, levanta los ojos del papel y lo mira como si de verdad sintiese que en ese momento Booth es un hombre exasperante.


Crees en fantasmas y en ángeles y tal vez incluso en Santa Claus. Y por tu culpa he empezado a ver el universo diferente.

Pero, el momento Darcy pasa y la arrogante da paso a la mujer enamorada, la que no se explica, porque es imposible como ha podido suceder, pero lo cierto es que ha sucedido:

¿Cómo es posible que con sólo ver tu rostro me embargue la alegría?


Y Booth que atento no se pierde ni una sílaba, siente el nudo apretándole la garganta, la congoja subiéndole desde el corazón y traga saliva para dejar pasar el aliento que le falta.


¿Por qué me hace tan feliz que cada vez que intento mirarte tú ya me estás mirando?


Como tú no tiene lógica (no podía dejar de decirlo) y como a ti me hace sentirme bien.


Y qué fibra no removerán esas palabras tan deseadas en el corazón de Booth que ha tragado nuevamente saliva para romper el nudo que amenazaba con ahogarlo, ha sacado a pasear la punta de su lengua y ha terminado mordiéndose los labios.


Y entonces Brennan agacha la cabeza, y no, no es un gesto de sumisión porque cuando continúa ha vuelto a ser mister Darcy.


Si alguna vez salgo de aquí encontraré la manera, el tiempo y el lugar para decirte…


que haces que mi vida sea algo confusa, descentrada, irracional y maravillosa.

Este es el momento y este es el lugar —Termina y Booth sonríe, sonríe satisfecho.

Y luego, la niña temerosa, que sabe que racionalmente sus votos son una mentirijilla, que tardar nueve años en encontrar el momento y el lugar para decir esas sentidas palabras no es ni racional ni se sostiene en ninguna lógica, ni en la de base sesenta ni en la de los escolásticos ni en la de los aristotélicos, pregunta compungida:


—  ¿Lo he hecho mal?

 Y Booth, que primero niega con la cabeza, feliz como un chiquillo, conteniendo las ansias apenas de estrecharla entre sus brazos dice:


No.

Y la niña feliz se queda prendida de su mirada. Pero es Booth el protagonista.


 Y como lo único que le importa es ella, mientras le coloca el anillo, Booth la mira a ella. Y sigue mirándola mientras cogidos de las manos Aldo pronuncia la fórmula de todas las bodas.



Pero justo cuando pronuncia las palabras mágicas, cuando dice Yo os declaro, marido y mujer, Booth cierra los ojos, deja escapar un largo, largo suspiro, el último (por ahora) y cuando los abre el milagro que llevaba nueve años esperando se ha producido.

 Ya son marido y mujer.


Pero este Booth incauto quiere hacerlo todo bien y espera, espera el permiso del oficiante para besar a la novia olvidándose que entre él y ella, será siempre ella quien conceda y otorgue. Como lo hace, al fin la besa.


Y todos, todos invitados y boneheads aplaudimos, reímos y lloramos felices y contentos, porque si Booth y Brennan habían sido alcanzados al fin “At last”, por el hechizo, todavía cabía una posibilidad de que a todos nosotros, los que vivimos vicarios su amor, también nos alcance y podamos conseguir lo que ellos tienen y por lo que todos nosotros suspiramos: El amor verdadero.

 

Y así concluye uno de los momentos favoritos de Bones de su creador Hart Hanson y sin duda el mío favorito. Y vosotros ¿qué decís? ¿Son los votos matrimoniales uno de vuestros momentos favoritos de Bones?

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