“Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.”
Augusto Monterroso
ACTUALIZACIÓN
Hoy, 27 de diciembre de 2016, previo al estreno de Bones12, que es continuación de lo visto en el episodio The Nightmare within the Nightmare Fox ha publicado este vídeo Catch Up On Last Season! "Ponte al día con la última temporada". Lo incluyo aquí, porque creo que para entender lo que nos espera en The Hope in the Horror hay que tener muy presente lo que vimos en el último episodio de Bones11.
RESEÑA THE NIGHTMARE WITHIN THE NIGHTMARE
Las normas son las normas, nos habían prometido un cliffhanger de demonios, un giro sorprendente que recompensase a los fans de siempre y ¡maldita sea si no lo han conseguido! El doctor Zachary Uriah Addy, el ayudante del asesino en serie Gormogon, el hermano pequeño del equipo del Jeffersonian, la parte trasera de una vaca con ubres, ha regresado una vez más al hogar, y de la manera más inquietante posible, rodeado de un manto de oscuridad, miedo y ansiedad. ¡¡Bien hecho!!
Bones es Bones. Una serie que durante once temporadas ha ofrecido a sus fans entretenimiento del bueno, con decenas de episodios por los que no parece pasar el tiempo ni las reposiciones; una serie que, a veces saliéndose de la caja, superándose a sí misma ha ofrecido episodios extraordinarios, más próximos a la estética de cine que de una serie de una cadena generalista americana como The 200th in the 10th (10.10), The Movie in the Making (11.18); y que otras, olvidándose de sus límites de procedimental policial, arriesgándose como en The Doctor in the Photo (6.09) o en este desasosegante The Nightmare within the Nightmare (11.22), lleva al personaje de su protagonista, a la doctora Brennan, al borde del precipicio emocional propio de serie de culto.
Porque eso es en esencia The Nightmare within the Nightmare, una bajada a los infiernos de su subconsciente de la racionalista y empírica doctora Brennan. Un episodio oscuro y perturbador dirigido magistralmente por David Boreanaz en el que la tensión del texto y el dramatismo de las imágenes, a veces hiperrealistas, generan un suspense insoportable en el que el que las pesadillas son el centro de la trama, en el que la fina línea entre la realidad y los sueños desaparece.
Pero también una original manera de, ahora que se acerca su fin, revisar el pasado, reparar los errores y cerrar las heridas. Los nuevos showrunners, con el permiso de Hart Hanson, han descolgado el nombre de Zack Addy de la pizarra de la sala de guionista dónde una mala decisión y una huelga de guionistas lo habían dejado colgando.
Y es así, entendiendo que la única intención de todo la trama del asesino en serie “El Titiritero”, es propiciar el regreso del personaje como se puede mejor comprender el desorden emocional de la doctora Brennan (brillante Emily Deschanel), porque es en ese contexto como el episodio despliega toda su grandeza.
PREVIAMENTE, UNA MALA DECISIÓN
La conversión del doctor Zack Addie en el aprendiz de Gormogon, un asesino en serie desdentado que se comía a los hijos de viuda miembros de sociedades secretas (dicho así parece lo que es, una solemne tontería) fue una mala decisión de la que Hart Hanson siempre han sido consciente. Mala, porque la adoptó atendiendo a sus intereses y olvidándose de las reglas básicas de la ficción atentó contra la esencia del personaje. Y es que la ficción necesita de más verdad, de más verosimilitud que la propia realidad, la evolución de los personajes debe estar manifiesta en sus actos, y si bien el final todo acontecimiento dramático debe ser inesperado, no es menos cierto que debe ser inevitable.
Nadie, ni los críticos ni los espectadores que la vivimos en “tiempo real”, la aceptamos, y no porque amasemos especialmente a Zack (a mí me caía bien aunque me daba igual lo que le sucediese), sino porque nada de lo que habíamos visto hasta entonces en las dos primeras temporadas ni en los catorce episodios emitidos de la tercera llevaba a aceptar como inevitable que el personaje, un poco frío pero inocente, un poco repelente pero divertido, de repente, en el episodio The Pain in the Heart (3.15) volase el Jeffersonian para ayudar a “su maestro” a robar un esqueleto de plata en el que reemplazaba los huesos por los de los hijos de viuda afiliados a sociedades secretas. ¡Anda ya! La lógica de Hart Hanson resultó tan refutable como la de Gormogon.
¿Por qué lo hicieron? Contaba Hart Hanson que cuando planearon la tercera temporada debatieron entre convertir a Zack en el ayudante de Gormogon o en su víctima, pero que la huelga de guionistas que durante cinco meses de 2007 paralizó la producción de todas las series de televisión americanas, les obligó a tomar la decisión con poco tiempo de margen. Podían haberlo matado y hubiera sido doloroso y creíble, pero… Hart Hanson es una buena persona que pretendía hacer el menor daño posible a Eric Millegan y pensó que convirtiéndolo en una especie de Hannibal Lecter posibilitaría su regreso de vez en cuando a la serie.
Fue la primera gran decepción que, en su día, mayo de 2008, sufrió el fandom de Bones. La primera vez en que sus gritos airados provocaron la risas de Hart Hanson fiel seguidor de la máxima de más vale que griten que no que callen, que si bien se esperaba una reacción violenta jamás pensaron que llegase tan lejos. Le llovieron ataques desde las redes sociales, desde los foros y los blogs de fans; pero también de los críticos de las revistas de televisión. Como ha sucedido con otras decisiones equivocadas, Hanson terminó rectificando lo que podía ser rectificado y así en el episodio The Perfect Pieces in the Purple Pond (4.05) el doctor Sweets descubre que Zack no mató al lobista, que sólo le dijo a Gormogon dónde podía encontrarlo. Una nimiedad que no venía a cerrar la profunda herida que había abierto en el fandom y al parecer, visto The Nightmare within the Nightmare, también en en el corazón de Brennan.
Pero lo mejor será empezar por el principio, y el principio no es otro que:
UNA VIEJA HERIDA SANGRANTE
En la plataforma forense del Jeffersonian la doctora Brennan examina el cadáver de un hombre con graves quemaduras en su cuerpo, sus manos están muy dañadas. Según el doctor Hodgins la explosión la provocó una especie de peróxido. Brennan está convencida de que la identidad de la víctima es la clave para encontrar al asesino en serie El Titiritero. Hodgins disiente, ese individuo es diferente a las otras víctimas, aunque tenga un agujero en la clavícula. Brennan se inclina a observarlo y el agujero comienza a sangrar. Es imposible, está muerto, dice:
— ¿Estás segura de eso? —pregunta enigmática Angela— Me parece que las viejas heridas pueden dañar profundamente.
Y mientras Brennan se vuelve para observar el cuerpo de acerca, este adquiere vida y se levanta.
— ¡Bones, Bones! ¿Estás bien? —la llama Booth, despertándola del mal sueño, uno más de los que lleva teniendo últimamente. Van en el coche camino de una nueva escena de crimen; una luz rojiza fantasmagórica les rodea, al parecer el coche circula por un túnel. A pesar de lo desencajado de su rostro, Brennan dice a Booth que no debe preocuparse. Él protesta, cómo no va a preocuparse si no ha dormido en una semana. Todo se debe al sentimiento de culpa que siente… tiene que reconocer que ninguno de los dos podía haber hecho nada para evitarlo, añade, pero Brennan zanja la discusión. Dormirá cuando todo termine.
De repente la luminosa salida del túnel se presenta ante ellos, y el coche corre raudo por una fría carretera, la cámara se pierde en el cielo gris, casi blanco y cuando recuperamos la imagen es la de ese mismo cielo reflejado en un charco.
UNA VICTIMA POR REPRESENTACIÓN
En una escuela abandonada especializada en matemáticas y ciencias se encuentran con Cam, allí ha aparecido un cuerpo con el tejido desecado. A Brennan le extraña la elección del lugar, los anteriores cadáveres aparecieron en parques nacionales. Tal vez no sea el Titiritero, aventura Booth, “o como quieras llamarlo”.
— Oh, es él, Seeley —dice Cam— Créeme, además si vamos de nombres, Puppito, el pequeño títere.
Para Brennan el mote no tiene sentido, no provoca ningún temor. Booth está de acuerdo con Cam, a partir de ahora los asesinos en serie no recibirán nombres amenazantes.
— No importan lo terribles que sean —concluye Cam y la cámara se acerca a ella distorsionándole el rostro, transformándolo en amenazante.
Cuando la cámara abre el plano, la imagen que nos ofrece del cadáver esta como deformada por un espejo cóncavo, la víctima aparece sentada ante una mesa, como la profesora en la escuela. Según Cam, Puppito ha convivido al menos seis meses con ella y junto al cadáver Booth encuentra una cinta de casette y una Biblia, el asesino está siguiendo el mismo ritual que en los otros casos.
— No, este es diferente —dice de repente Brennan. Ha examinado la ropa del cadáver y el conjunto que lleva puesto es igual a uno que donó a una tienda de segunda mano.
Booth se agacha y con un bolígrafo recoge una etiqueta de la ropa de la víctima. Es una etiqueta de venta del mismo centro.
—Estas son tus ropas, Bones. —dice a Brennan—. La victima te representa a ti.—concluye.
Y Brennan asustada da un paso atrás.
Y no es para menos, porque no es sólo que la víctima, Melissa Goodman llevase su ropa, sino también que el asesino rectificó su aspecto para semejarse a ella, que la alimentó ya muerta con su comida favorita. Terrorífico. Sin embargo la víctima no podía ser más diferente a la doctora, más diferente a las anteriores, de pilares de la sociedad, de figuras con autoridad ha pasado a asesinar a una borracha malversadora que recibía terapia.
LOS MIEDOS DE LA DOCTORA
Una de las cosas que más llama la atención del episodio es la negativa de Brennan a confiar a Booth sus miedos, el aparente desinterés de él por la seguridad de ella y la de sus hijos. Sí el asesino va a por ella ¿no era lógico que le pusiera protección? ¿Cuándo ha confiado Brennan más en su padre que en Booth? Pero no es la lógica la esencia de los sueños.
Verla confesándole a su padre que se siente vigilada en el laboratorio, en su coche, incluso en casa y que no se lo haya mencionado a su marido es uno de los mayores sin sentidos del episodio.
Como también lo es la confianza que desde el primer momento muestra ante el terapeuta de la víctima, el doctor Faulk. Claro, que tal vez se deba a que el doctor también ve la psicología como una ciencia blanda, que les cuente que antes de su desaparición, la víctima comenzó a tener pesadillas, premoniciones de que iba a ser asesinada. A que se le explique en términos científicos que las pesadillas son un intento desesperado de la memoria y la emoción para conectarse entre sí.
— ¿Está diciendo que sabía quién era el asesino, que la respuesta estaba en sus sueños?
— Sí —dice el doctor Faulk.
Y de esa declaración cabe concluir la mayor sin razón de todo el episodio, que la doctora Brennan conoce al Titiritero, que en sus pesadillas ve el asesino.
En el laboratorio no sólo descubren que la causa de la muerte fue la misma que la de las anteriores víctimas sino también que esta luchó para impedir su secuestro. Aubrey por su parte ha averiguado que el orden de la música de la cinta hallada junto al cadáver se corresponde con la de un cancionero publicado en 1978 en Michigan lo que aumenta la posibilidad de encontrar al asesino al acotar la fecha y su lugar de nacimiento.
Parece imposible, llegados a este punto, que si la información circulase entre ellos como en otros episodios no se hubieran percatado de que un hombre que conociese los esqueletos como Brennan, que cantase, que no tuviera mucha fuerza y se hubiera criado en Michigan, que conociese la comida preferida de Brennan no podía ser otro que Zack; pero nadie se da cuenta.
¿QUIEN PERSIGUE EN SUEÑOS A LA DOCTORA?
Nadie lo sabe, ni siquiera la propia Brennan que adormecida mientras contempla imágenes de antiguos caso en el ordenador se despierta cuando Wendell le ofrece un café, ni siquiera cuando después de marcharse el interno la luz se apaga repentinamente en el laboratorio.
Ni por supuesto cuando intrigada recorre los pasillos llamando a unos y a otros acompañada por la tenue luz de su teléfono, el parpadeo de las luces de emergencia y el inquietante y machacón sonido de la alarma.
Ni cuando nadie le contesta, cuando asustada por el ruido de pasos corre a coger una botella de ácido clorhídrico como única defensa, ni cuando amenaza al hombre invisible con desfigurarlo si no se detiene mientras el sonido de los pasos se acerca, ni siquiera cuando al girarse se materializa frente a ella el hombre que antes yacía sobre la mesa de autopsia.
Brennan grita despavorida, el hombre muerto gira frenéticamente la cabeza, le ofrece la mano, en su rostro sin labios no hay amenaza, petición de ayuda en todo caso.
Y sigue sin percatarse cuando de repente vuelve a despertarse en su despacho y suspira aliviada, ni cuando Wendell vuelve a aparecer a su lado con un incongruente cigarrillo en la oreja, ni cuando coge su mano y acaricia su cara con una mano quemada, ni siquiera cuando le dice:
—Todo va a estar bien, doctora Brennan. ¡Tú lo descubrirás! Y, si supieras lo que yo sabía, estarías orgullosa de mí.
Brennan grita asustada y vuelve a despertarse, está en su casa. Su padre intenta calmarla, pero está tan asustada que no consiente que la toque, luego le reconoce que necesita ayuda y termina escondiéndose entre sus brazos.
Y la pregunta es ¿dónde está Booth? ¿Por qué ahora que está verdaderamente asustada no son sus brazos en los que se refugia? ¿Por qué se niega a hablar con él que tantas veces la ha consolado?
Mi respuesta, porque es una pesadilla, porque los asesinatos del Titiritero la han golpeado con tanta fuerza que la han sacado de su órbita, porque el sentimiento de culpa que en principio le generaron la ha afectado en lo más profundo, arrastrando otras culpabilidades que ocupada en su florecimiento había olvidado.
¿Cómo si no entender que en contra de toda razón corra a ponerse en manos del mismo terapeuta que “ayudaba a la víctima”, ella que no cree en la psicología y rechace la ayuda de su marido?
— Eso debería decirte lo desesperada que estoy —le responde a Booth.
EN MANOS DEL DOCTOR
Inquietante es lo mínimo que se puede decir del doctor Faulk cuando vemos su rostro distorsionado por la sombra de la cortina que se desliza dejando la habitación en semi penumbra, inquietante que relacione pesadillas y amenazas, que las defina como una forma segura de procesar las almacenadas en nuestras memorias autobiográficas. Su objetivo es ayudarle a averiguar lo que la está amenazando de su pasado, dice.
—Y, presumiblemente, hacerlo antes de que sea asesinada. Al igual que lo sucedido a su cliente anterior —dice Brennan sarcástica.
Pero ahí acaban sus prevenciones, necesita que las pesadillas paren. Y cuando él le pide que cierre los ojos, ella lo hace. Quiere que intente visualizar su biografía como un conjunto de restos, que le diga cuál es el trauma más evidente que ve. Brennan lo tiene claro, cuando su padre y su madre la abandonaron, el asesinato de su madre.
Y es entonces, cuando el doctor le pide que le hable de su madre, cuando le pide que le diga cómo se llama, cuando por primera vez el rostro tenso de Brennan se relaja... la imagen se difumina en el perfil de su casa, donde sus seres queridos, su hija y su marido leen un cuento.
Max rompe el momento, está inquieto por Tempe. Booth que le explica que el terapeuta piensa que su pasado tiene que ver con sus pesadillas, quiere saber si oculta más secretos. No, protesta. Max ya es un libro abierto.
EL SOTANO DE LOS HORRORES
Por su parte Aubrey ha encontrado un posible sospechoso, un titiritero que ha estado anteriormente en prisión. Booth y él se presentan en su tienda. La representación a la que asisten es espeluznante, un títere golpeando a otro vestido de mujer.
Terminada la actuación le siguen detrás del escenario hasta descubrir que la tienda de los espantos escondía el sótano de los horrores. El taller del asesino en serie. Entre maniquíes y muñecos articulados, Aubrey encuentra uno disfrazado de doctora Brennan, y muchos más colgando del techo con los rostros del equipo del Jeffersonian.
Booth le detiene y sin embargo a pesar de encontrar sangre en el desague del taller le descarta, su perfil psicológico no se adecua al del asesino. Había alquilado el sótano. Pero ni sabe el nombre ni conoce la apariencia de su inquilino. Se ocultaba bajo la capucha de una sudadera y llevaba guantes.
LA IDENTIDAD DEL TITIRITERO…
Booth y Aubrey desanimados, repasan infructuosamente las evidencias no encuentran ningún sentido al asesinato de Melissa Goodman. El Titiritero no sólo debía ir tras ella para poderla vestir de la doctora Brennan, tiene que ver algo más, porque por matarla no iba a estar más cerca de Brennan.
Sin embargo cuando Aubrey menciona que la muerte de Melissa ha provocado que Brennan acuda en busca de ayuda para atraparlo a Booth le salta la chispa. El titiritero es el doctor Faulk.
Y puede tener razón, puede que su mujer esté en peligro porque en la consulta Brennan hipnotizada, sin voluntad, obedece la voz del doctor; sobre la mesita su teléfono empieza a vibrar, es Booth advirtiéndola. El doctor deliberadamente lo pone boca abajo. Le interesa que regrese a sus sueños, que le cuente lo que ve.
Por la mente de Brennan se repiten las imágenes de sus pesadillas, la mención del hombre quemado no está muerto, que está sangrando hace sonreír al doctor. Angela diciendo que las heridas profundas duelen, el hombre que la persiguió por el Jeffersonian. Ella le conoce, le dice el doctor, pero Brennan lo niega. Es su marido, afirma Faulk. No, dice Brennan, es irreconocible. Wendell reaparece acariciándole con la mano quemada, el doctor quitándose los zapatos como al principio de la consulta. Brennan dice que el interno le está advirtiendo como solía hacer, pero no recuerda porqué.
— Si supieras lo que yo sabía, estarías muy orgullosa —dice Wenndell.
— ¿Quién es él? ¿Quién es él? ¿Quién es él? ¡¿Quién es él?! ¿Quién es él? ¿Quién es él? —la presiona el doctor en su pesadilla y en “la realidad” y su imagen, en la mente de Brennan se entrelaza con la del hombre sangrante, con una medio velada cabeza.
Y entonces Booth abre la puerta y Brennan se despierta.
—Es él, Bones —le advierte—, él lo hizo. La mató para llegar a ti.
Y para nuestra sorpresa Brennan no lo cree, Booth no tiene pruebas. Y aunque insista en que es un tipo inteligente y manipulador, ella no se deja convencer. Estaba tratando de ayudarla.
Brennan disiente, probará su inocencia. Booth hasta entonces lo mantendrá a recaudo.
De regreso en el Jeffersonian, se da cuenta de que vuelve a estar sola, Wendell, Cam, Hodgins y Angela la están esperando en Los Padres Fundadores, les mandó un email citándoles allí, le dicen. Brennan no sabe a qué se refieren, no envió ningún email. Tal vez lo olvidó por la falta de sueño, porque si no fue ella ¿quién fue?
Y es entonces al levantar Brennan la cabeza del cráneo que está examinando cuando su rostro se demuda y enigmática les dice…
— Yo... tengo que dejaros.
—No, espera, ¿qué está pasando? —quiere saber Hodgins.
— Sé quién envió el correo electrónico. Él está aquí ahora mismo. Está bien. Debo estar teniendo una pesadilla —dice mientras una mano enguantada corta la comunicación.
Booth, cuando se entera de su desaparición en vez de correr al Jeffersonian con un equipo de forenses para averiguar lo que le ha pasado a Brennan, corre a la sala de interrogatorios donde mantiene retenido al doctor Faulk. Necesita sus notas, necesita saber todo lo que habló con su esposa.
— Ella está perdida—dice agarrándolo por la solapa, zarandeándole con la urgencia que da el pánico—La atrapó, va a matarla. Necesito sus notas.
Ya en el Jeffersonian, frente a la pizarra, entre todos analizan lo que saben del asesino, y es reconfortante ver como todos aportan sus ideas como ha ocurrido otras veces, cuando uno de ellos ha estado en peligro.
— Le gustaba la música, probablemente nació después de 1978, probablemente en Michigan. Le gustan las matemáticas, conoce la autonomía humana, la robótica y la ingeniería aplicada (un momento, un momento ¿qué les ha llevado a pensar en la robótica?). No es muy fuerte.
Booth les detiene, mirando las notas de los sueños de Brennan ha descubierto que habla de un interno. “Se refiere a ti”, dice a Wendell.
— Dijo que tus manos estaban quemadas, como si hubieran estado en algún tipo de explosión.
Eso no tiene ningún sentido, sus manos están bien. Claro que los sueños no siempre son literales, Wendell podía ser un símbolo. ¿De qué es Wendell símbolo?
—De alguien que solía trabajar en el laboratorio —dice Booth mirando la pizarra, ya sabe quién es y deja corriendo la plataforma.
El viaje frenético en la noche de Booth bajo la lluvia termina en un manicomio:
— Necesito verlo—dice a la celadora de guardia que incomprensiblemente lo conoce.
—Agente Booth —protesta la mujer— es medianoche, le aseguro que él está durmiendo.
Booth, no le hace caso, y seguido por las protestas de la mujer se interna en el edificio e irrumpe en una habitación en penumbra, en la cama un bulto eleva la ropa, Booth lo retira y sorpresa. No hay nadie.
Cuando la cámara abandona la patética imagen de Booth impotente ante la una cama llena de libros, vemos a la doctora Brennan durmiendo tranquila en un sofá. Una voz le dice
La doctora se incorpora, mira a su interlocutor y pregunta como si le costase reconocerle:
Cuando el plano cambia vemos, rodeada de oscuridad la cabeza que en su anterior pesadilla apenas había vislumbrado. Es Zack, un Zack muy diferente al que conocíamos, envejecido, con el rostro abotargado, con una cicatriz cortándole la frente.
—Doctora Brennan, qué alegría volver a verte. Tu y yo... Tenemos mucho de qué hablar —dice y la pantalla funde a negro.
Y la pregunta que cabe hacerse es ¿Cuándo y dónde volverá Brennan a despertarse?
¡Genial episodio! El suspense sobre lo que realmente hemos visto y lo que está por venir ocupará nuestras discusiones hasta que Bones regrese a la programación.
PREGUNTAS Y MÁS PREGUNTAS
¿Qué creéis que ha pasado? ¿Es Zack el Titiritero? ¿Ha secuestrado a Brennan? ¿Cuál es la línea que separa en el episodio las pesadillas de Brennan de la realidad? ¿Es todo el episodio una pesadilla? ¿Lo son sólo de las que se despierta? ¿Por qué Brennan se niega el apoyo de Booth? ¿El hombre quemado amenaza a Brennan o pide ayuda? ¿De qué conoce la celadora a Booth? ¿Han visitado Booth y Brennan a Zack en el manicomio? Preguntas y más preguntas para las que no tengo respuesta, para las que nadie, ahora mismo la tiene.
Mi hipótesis, que en el episodio Brennan vive en una constante pesadilla, que la culpabilidad por las muertes que el Titiritero ha ocasionado, le ha reabierto viejas heridas. Brennan durante los últimos 8 años ha vivido una vida plena, se ha casado, ha tenido hijos, se ha olvidado de Zack, como los guionistas.
Para mí que cuando por fin despierte se reunirá con él e iniciará el proceso para rehabilitarle, porque ¿qué otro sentido tiene ahora su reaparición? Zack no es el Titiritero, sería una injusticia para con el personaje aún mayor que la que Hartson cometió en su día. Para eso lo habrían dejado colgando de las pizarras.
Para mí que aún no conocemos al Titiritero o tal vez si porque mirar estas imágenes. La primera es del episodio The Monster in the Closet (11.13), la segunda de éste. ¿Encontráis la diferencia?