¿Qué queréis que os diga? ¿Qué nos prometieron que esta temporada sería una montaña rusa de emociones y lo visto hasta ahora (5 de 12) está resultando un carrusel apto para sietemesinos y ancianos infartados? ¿Qué queréis que os diga? ¿Que nos prometieron que cada episodio estaría en función de los demás y The Tutor in the Tussle está en función de sí mismo, es decir a beneficio de inventario de su autor?
¿Qué queréis que os diga? ¿Qué me ha decepcionado? Pues la verdad, no mucho (visto el comunicado de prensa me esperaba algo así), aunque, hubiera deseado que no fuese tan irrelevante, que no fuera el relato de las travesuras de unos niños con aspiraciones de graciosos. Pero además lo han cargado con tantas tramas, subtramas, menciones al pasado, citas y demás anécdotas que por momentos parecía el camarote de los hermanos Marx.
En cuarenta minutos le han dado un repaso a: Las poluciones nocturnas masculinas, la lista de tintorerías de Washington, el nuevo libro de la doctora Brennan, el capuchino de Aubrey, el miedo a las arañas de Cam, el miedo de Hodgins a Cam, Fisher y Kierkergaard, la vocación de narradora de Brennan, la legitimidad de los ricos para hacer su santa voluntad, los niños superdotados repelentes que no aceptan un no por respuesta y sus contrarios, los niños del sistema de acogida, sus ambiciones y sus trampas. A las mejores universidades americanas, a la temporada de caza del pato ¿o era del conejo?, a la geografía de las abejas; al viaje de Jessica Warren por Europa y ya de paso al viaje de Karen Delf a Europa que fue una locura.
Hemos visto al “hermano de Aubrey”, al padre de Aubrey, a Aubrey desganado y a Booth mimándolo. Hemos conocido el secreto del doctor Fisher autor de fan ficciones perspicaces y enamorado secreto de la doctora... ¿Brennan?…, al niño de la familia Adams…, uff… qué cansancio, esperad, aún me falta el más “interesante”, nos han contado que el agente Andy salvó su vida gracias a un trasplante de esternón. Y en resumidas cuentas ¿qué? Pues eso, unas risas y un episodio impropio de la temporada final y corta de Bones.
No creo que os cueste reconocer la trama del caso de la semana, es casi un plagio del episodio The Bone That Blew (4.11), escrito por Karla Kettner ¿no lo recordáis? Una niña rica mata a su cuidador porque iba a denunciarla ante su competitivo colegio por pagar por que le hicieran unos trabajos. Como entonces hay una madre super protectora aunque esta no se dedica a las obras benéficas sino a provocar a cualquier macho que se le ponga a tiro, incluido Booth, primero delante de su marido porque eso es lo que les pone y después delante de Brennan a la que sólo le parece raro.
la víctima, un antiguo niño del sistema de acogida, (enésima mención al pasado) es un “tutor” que ayuda a estudiar a los niños pijos por dinero, que gracias a su carisma consigue dar a su relación una apariencia de amistad y termina pagándolo, cuando harto de abusos se niega a seguir cumpliendo sus deseos y decide largarse. Pobre hombre, menos mal que el equipo del Jeffersonian le hace justicia.
El episodio comienza con un niño travieso robando el cartel de la calle Boner, un policía lo descubre, corre tras él y terminan los dos dándose de bruces con una zanja y un cadáver con la cara volada. Lo que sigue, es decir la conversación de Booth y Brennan en su coche mientras se dirigen a la escena del crimen, se centra en el increíble interés de la doctora por las poluciones nocturnas masculinas jugando con el doble sentido de la palabra Boner (erecciones)
¿No os parece encantador? Ya sabemos que Brennan a veces disfruta escandalizando al mojigato de Booth pero no era para tanto, hasta él sabe que el pene humano no tiene ningún hueso. Una conversación típica de un crío de 8 años de la que la genial doctora disfruta como si esa fuera su edad. Y digo yo… ¿no hubiera sido mejor, si quería jugar con el doble sentido de la palabra boner y puesto que es una gran científica, que hubiera ilustrado a Booth sobre la pérdida del báculo, del hueso peneano, en los hombres que no en el resto de los mamíferos machos superiores?
Booth para callarla enciende el audiolibro de su última novela. Pero a Brennan el narrador le parece terrible. “Se pierde el matiz de la voz del personaje principal.” Llamará a su editor, es más está dispuesta a narrarlo ella misma.
Y en la escena del crimen continúan la discusión hasta que llega Aubrey y se apoya en un árbol hacia donde habían aterrizado los restos de la víctima después de que le dispararán a poca distancia con una escopeta. Y como le caen encima diversos restos biológicos tanto líquidos como sólidos comienza una competición de tintorerías, cada uno Booth, Brennan, Cam tiene la suya favorita, que por supuesto es la que mejor limpia la bilis y la sangre; al final Aubrey les pedirá las direcciones a todos.
FISHER, FAN DE LAS NOVELAS
En la plataforma forense, mientras examinan el cadáver charlan de sus cosas, como en cualquier quirófano. Pero sobre todo cotillean, y lo que tienen más novedoso es el nuevo libro de Brennan y la posibilidad de que ella misma grabe el audio libro. Están impresionados por la locura que supone resucitar, después de medio muerto, por un disparo en el pecho, al agente Andy.
Y ya que anda por allí, le preguntan al doctor Fisher si la ciencia de la que habla el libro es verdadera o todo son invención de la doctora Brennan, sobre todo la parte del trasplante de esternón. Y Fisher a quien la pura monotonía le deprime, se admira de que todos lean los libros de Brennan.
— Buenos, sin ánimo de ofenderla, me parece que sus libros son de escaso nivel, del gusto popular —explica. Él prefiere a os nihilistas como Nietzsche, Kierkegaard, Garfield. Que Cam confunda a este último con el gato de los dibujos animados debería ponerle sobre aviso sobre el nivel “intelectual” de la gente con la que trabaja.
Hodgins le recomienda que se calle sus opiniones personales… Pero, como es natural que todo lo que debe permanecer oculto termina revelándose, casi a bocajarro, mientras examinan a la víctima en la sala de los huesos la doctora Brennan le pregunta abiertamente: ”¿Qué les pasa mis novelas para que les pongas tantas objeciones?
Que les falta perspicacía dice Fisher, hablando francamente y teniendo en cuenta lo poco que ha leído. ¿Perspicacia? Brennan se asombra de la elección de la palabra. Pero más asombrada queda cuando el doctor define la situación de la víctima como un melodrama digno de sus novelas baratas.
Que les falta perspicacía dice Fisher, hablando francamente y teniendo en cuenta lo poco que ha leído. ¿Perspicacia? Brennan se asombra de la elección de la palabra. Pero más asombrada queda cuando el doctor define la situación de la víctima como un melodrama digno de sus novelas baratas.
—Suficiente, basta de hablar francamente por hoy —le corta tajante la doctora a quien la crítica no le resbala.
Y al final del episodio, cuando Fisher va a despedirse, Brennan saca la falta de perspicacia de sus novelas a colación. La palabra le ha recordado que hacía unos años su editor le mandó unas historias de sus fans, la mayoría bastante malas, pero una al menos tenía correcta la parte científica, se titulaba "la perspicacia de los huesos." Y la trama se centraba en un interno atormentado que tiene un romance con su jefa.
Pobre Fisher, debería haber supuesto que la doctora terminaría pillándole no sólo ha leído sus novelas sino que era un fan de ellas. Pero Brennan no se lo dirá a nadie, sería innecesariamente cruel. Para ella es suficiente saber que a pesar de su apatía hay cosas en este mundo que le producen alegría.
Romance en ciernes (es broma). La única trama serializada con los episodios anteriores de la temporada, la más adulta y el tratamiento no ha podido ser más insustancial. Como era de esperar el padre de Aubrey “Comete el error” que le aventuró éste a Caroline y se presenta en el diner en su busca justo cuando con Karen Delf se toma el café matinal “el dulce néctar de la vida”. Por fin conocemos el rostro del bastardo que le abandonó de niño dejándoles a él y a su madre en la bancarrota, que huyó a Croacia llevándose los millones que robó a sus clientes con su trama piramidal de inversiones.
Cuando se quedan solos el rostro de Aubrey no sólo muestra sorpresa, también cierta repulsa. Sabe lo que tiene que hacer.
— Voy a hacer esto fácil para ti —le dice—. ¿Por qué no te das la vuelta, y pones las manos detrás de la espalda?- y sin embargo sus ojos están rasados de lágrimas. Pero su padre no lleva más de 20 años de fugitivo para rendirse fácilmente.
—James, no seas ridículo. No puedes arrestarme. Siéntate, hijo. Tú y yo tenemos que hablar.
El secreto le provoca remordimientos, tantos que hasta ha perdido el apetito, lo que le extraña a Booth que como una madre amantísima le ofrece un buen trozo de tarta. Y con esa forma tan peculiar que tiene de ayudar a la gente sin incomodarla, Booth consigue no sólo que Aubrey le cuente el encuentro con su padre, sino que se sincera con él. Su padre era un borracho que vaciaba su mierda en Booth y su hermano hasta que su abuelo lo rescató, hace tiempo que murió y nunca tuvo la oportunidad de enfrentarse con él de hombre a hombre, tal vez Aubrey sí puede cerrar debidamente su historia.
Y aparentemente la tiene. En el diner, cuando de nuevo se encuentran padre hijo, Aubrey le cuenta que no le gustaría que ningún niño pasase lo que pasó él en su infancia. Su padre se muestra orgulloso de él. “Eres una de las únicas cosas buenas que he hecho en mi vida.”, dice. Pero sólo era un preambulo, para su sorpresa, Aubrey le asegura que no está dispuesto a creer en él mientras Booth lo arresta.
Y además para que no se vaya colgando medallas añade que cualquier cosa que haya de bueno en él fue a pesar de tenerlo a él como padre.
Contaba TJ Thyne en una entrevista que a veces en el set perseguía a sus compañeras, especialmente a Tamara Taylor, azuzándoles bichos. En el episodio esa travesura la han llevado a pantalla. Cierto que los bichos, las arañas, son digitales, pero a Cam parecían producirle el mismo efecto que si decenas de ellas con sus ocho patas corriesen por la cara de Tamara. Una broma de patio de colegio.
Cam salta horrorizada, mejor que se lleve las armas de su despacho. Y se las va a llevar, pero... las ágiles arañas negras y peludas ante la impotencia y el asombro del doctor corren a esconderse por entre los intersticios de los muebles del despacho. Y el muy ladino a sabiendas del horror que siente Cam se lo calla.
Y lo que tiene que pasar, pasa. De pronto cuando Angela y Cam comprueban unos archivos de la víctima, por el rostro de la forense comienzan a corretear… arañas. Manotazos, gritos, escalofríos y al final:
— … Lo mataremos juntas —concluye Angela solidaria.
Y el travieso doctor se pasa el resto del episodio esquivándola, temiéndose sus represalias. Y hace bien, porque cuando por fin se encuentran, la gran jefa, le explica que el incidente, que un colega haya sentido miedo de ella le ha hecho reflexionar y reconsiderar su estilo de gestión.
— ¿Me perdonas? —le pregunta incrédulo el doctor como si fueran críos de colegio. Y la respuesta de Cam con una sonrisa más falsa que Judas en los labios no puede ser otra.
— Bueno, o eso, o espero hasta que te tranquilices unos días, a que te sientas seguro… tal vez unos meses… Y luego, cuando menos te lo esperes llegará mi venganza.
Brennan durante todo el episodio ha persistido en su idea de grabar una narración su audio libro a pesar de su indignación que le causa cuando el editor le exige que previamente haga una audición.
Tan orgullosa se siente de cómo ha quedado que se la hace oír a Booth y a Aubrey, tan feliz está de que la voz del agente Andy sea como la que ella oye en su cabeza que no parece no percatarse de las caras que ponen los dos hombres cuando la oyen. Y sin embargo, cuando a la noche llega a casa le dice a Booth que destruyó la grabación.
Booth, siempre a su lado, se asombra, él consideraba genial que la enviase al editor, después de todo se estaba desafiando a sí misma. Pero Brennan no es tonta, sí se había percatado de que su futuro no estaba en la actuación, el comportamiento de Aubrey era evidente. Y añade:
— Otra persona me recordó que mi trabajo ya ha hecho feliz a muchas personas, no importa cómo se lea.
Booth le recuerda que tiene un gran fan a quien le encantaría escuchar una de sus lecturas refiriéndose a Christine. Brennan está dispuesta de inmediato a comenzar con la primera de sus novelas.
— Espera un segundo. ¿En serio? Son un poco “fuertes” para una niña de seis años— intenta detenerla preocupado.
Booth no recuerda que eso se viera en la película, a ella no le importa, porque sí estaba en el cuento original, y además cuando ella describe lo hace con buen gusto…
— ¿Con buen gusto? No hay nada de buen gusto... —protesta Booth mientras se dirigen al dormitorio de Christine. Seguro que terminó leyéndole su novela y seguro que a su hija le encantó. ¿No creéis?
Y para concluir el vídeo del episodio resumido en 12 segundos.
Y para concluir el vídeo del episodio resumido en 12 segundos.
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