"En la guerra acabas haciendo cosas que podrían destruirte si salen a la luz"
Lo
dijo Booth en de Source in the Sludge. Precisamente el episodio
con el que, según anunció Stephen Nathan, comenzaba el final de la
novena temporada de Bones. No se refería expresamente a él, pero… pero
ahora, cuando su expediente rueda por los despachos del FBI y su instinto le
hace dudar de las intenciones de sus superiores tal vez no está por demás recordarlo.
Pero antes del final el principio.
¿Compraríais un trocito de cielo, una parcela en la que el perro te traiga un trozo de calavera para jugar? Pues así comienza The
Cold in the Case. Una pareja negocia la compra de unos terrenos y cuando se
las prometen felices llega el perro y les suelta el regalo. Mala suerte.
Y otra pregunta, si en nuestro ADN está inscrito la aspiración a la
inmortalidad ¿por qué nuestras células mueren? Es una pregunta retórica, por
supuesto, pero con la de generaciones que han pasado desde que el primer mono
oteó el horizonte, le picó la curiosidad, bajó del árbol y echó a andar ya va
siendo hora de que aceptemos que nacemos, vivimos y morimos. Y sin embargo... nos queremos, queremos a los que amamos por siempre vivos. Y no ya en un plano
espiritual sino en carne mortal. La solución científica, por ahora, para
hacerlo posible, la criogenización. O hablando en Román Paladino, el
congelador. Algún día los zombis
regresarán del frío.
Y el congelador resulta altamente útil para los asesinos. No sólo
enmascara el momento de la muerte, trastocando todos los procesos que se
suceden tras el último suspiro, sino que vuelve loco incluso al mejor equipo
forense. Les pasa al principio a los del Jeffersonian cuando estudian los
restos descubiertos por el curioso chucho. Unas partes indican que la muerte
sucedió hacía tres horas, otras tres días, otras tres semanas, lo que se dice
una muerte a plazos. Les cuesta, las prueba contradictorias los despistan,
hasta que Cam descubre que en el cuerpo aún queda orina, eso sólo sucede
si el cuerpo ha sido congelado.
Los restos resultan ser los de Madeline
Pappadelos, una madre cuya hija había muerto de fibrosis quística. Madeline,
con el corazón roto, no aceptó la pérdida de su hija y decidió no devolver el
polvo al polvo, las cenizas a las cenizas, sino preservar el cuerpo hasta que
la ciencia pudiera curarla. Pero Madeline no pidió ser criogenizada, proceso al
que como descubre la doctora Brennan
fue sometido su cuerpo. Estaba viva y fue asesinada. Su marido, Ethan, el
primer sospechoso, sobre todo porque descubren que amenazó con matarla. Pero
Ethan no la mató, no, era un buen padre que buscaba calmar su dolor dándole a
su hija un entierro honroso. A Ethan no le gustaban los zombis.
Los
siguientes sospechosos son los dueños de la factoría de criogenización, me
resisto a llamarla clínica, el matrimonio
Noah y Michelle Summers, Angela descubre pagos a la clínica en las
cuentas de la víctima. La relación sin embargo era más estrecha, no sólo acudía
a menudo a visitar el cuerpo de su hija, sino que les ayudaba con la
financiación de las investigaciones. Según dicen, ellos no la mataron, el
culpable sería un competidor en el negocio arruinado.
Pero
su suerte cambia cuando Angela descubre en las cámaras de la “clínica”, una
discusión entre la víctima y Noah mientras éste anda abriendo el cuerpo de un
“paciente”. No por eso se reconoce culpable, sólo importa la preservación del
cerebro, a los zombis cuando se les devuelva a la vida se les entregarán nuevos
cuerpos, los que les sobran los venden para hacer caja, Madeline lo comprendía.
¿Quién les da la licencia? Se
pregunta Booth ¿El doctor Frankestein?
La
última pista, la que determina quién es el asesino y quién tiró el cadáver es
un poco más espeluznante. La víctima, como el resto de los pacientes de ese
congelado infierno, había tenido cosido a su cráneo un chip. En los archivos de
audio descubren que sus relaciones con el matrimonio “criogénico” eran un poco
más íntimas que las debidas a una benefactora. Al final las huellas de las
puntadas en su cráneo señalan al culpable, aunque nunca se reconocerá asesino.
No estaba muerta cuando la congeló. La culpable, la esposa celosa
que tiró el cuerpo a la ciénaga.
Espeluznante.
Del
hielo al fuego.
El
del amor de Cam y Arastoo. Una
relación, cualquier relación en la intimidad se vive con intensidad, exponerla
a ojos ajenos, cuando es desigual o cuando uno de los miembros de la pareja la
percibe como desigual, acarrea una gran tensión; pero si además se trata de
conocer a la familia y esa familia es de diferente cultura y religión, lo
lógico es echarse a temblar. Cam a
pesar de ser una gran mujer se resiste a la propuesta de Arastoo de conocer a sus padres.
Lo
que no acierto a entender es la actitud de Arastoo. Sabe del apego de sus
padres a sus tradiciones, tiene el antecedente de cómo rompieron con su hermano
y es conocedor de las grandes diferencias culturales y de educación que existen
entre una mujer nacida en Iran y una mujer norteamericana hecha a sí misma, y
aún así cuando en el restaurante cada uno se comporta según su educación y sus
costumbres, mientras Cam, nerviosa,
acepta el escrutinio sobre su persona, él en vez de limar asperezas, inseguro,
estalla y cogiéndola de la mano le obliga a abandonar la mesa.
Cierto
que la señora Vaziri es un poco impertinente pero ¿qué madre no quiere conocer
bien a la mujer que espera que se convierta en su nuera? ¿Mi impresión?, que pesar de lo que su madre
diga después, Arastoo sigue siendo
un adolescente, un hombre inmaduro incapaz de superar las diferencias que los
separan. Cuando Cam termine de
beberse su whisky comprenderá que está viviendo con un chiquillo.
Y
de lo contingente a lo necesario.
En
esto no nos ha engañado Stephen Nathan,
esta temporada, al contrario que la anterior, están honrando la relación entre Booth y Brennan, y de qué manera.
Al
principio del episodio parece que la pareja va a necesitar abrir otra botella
de champán, a Booth el subdirector
del FBI lo ha puesto a revisar expedientes de otros agentes, le están inflando
a trabajo. Para Brennan tal muestra
de confianza en él es un honor; Sweets, por su parte, cree que lleva implícita
una promoción. Booth, en cambio no
está tan seguro del honor ni por supuesto entusiasmado. Y mucho menos cuando se
entera de que a Sweets le han pedido que revise el resultado de sus pruebas de
competencia y su perfil psicológico.
Según
radio macuto la promoción supondría un
puesto en el extranjero, concretamente en Alemania y por dos años. Booth no lo quiere. No quiere un puesto que lo aparte de su
familia, pero, y esto es lo maravilloso de esta temporada, Brennan tampoco lo quiere. Ya se lo
dijo en The Repo Man in the Septic Tank,
“Tú eres mi hogar”. Y ahora dice, dónde quieras que tú vayas allí iremos
Christine y yo.
Booth no es un hombre racional, es un
hombre confuso e intuitivo y en su confusión lo ve todo muy claro. Cuando
Brennan le dice que soñar es bueno, él, dejándose llevar por su instinto contesta que no está seguro de que sea un buen sueño. Porque la jefatura de la
oficina del FBI en Alemania es un puesto vinculado a la lucha antiterrorista y
a las operaciones encubiertas y además los expedientes que le han dado a
revisar corresponden todos a tiroteos. El puesto en realidad lleva una serpiente dentro.
— "¿Crees
que te pedirán que trabajes como francotirador otra vez?" —pregunta Brennan.
Es
lo que Booth se teme y a eso, a eso
después de nueve años luchando por atrapar a tantos criminales como gente mató, por lograr el balance existencial del que
se burlaba Brennan en el episodio Piloto, no está dispuesto. Su alma ya
ha ardido en el infierno durante bastante tiempo, se ha ganado el derecho a la
redención.
— "No
voy a hacerlo —le dice con el rostro contraído—. Tengo una vida nueva, tengo una
familia. No pueden obligarme a hacer eso otra vez."
Y
Brennan con la misma ingenuidad con
la que hace nueve años se ofreció ayudarle, dice:
— "No tienes que hacer nada que no quieras,
Booth".
— "Cierto"
—responde Booth con los ojos rasados de lágrimas. Pero en su voz no hay convicción, no cree que tal cosa vaya a ser posible.
La
pregunta es ¿conseguirá Booth eludir
la trampa que parece cernerse sobre él? ¿Le
obligarán a volver a ser francotirador para ocultar algún secreto de su pasado?
Preguntas y preguntas de un
final de temporada con un gran cliffhanger anunciado. En
tres episodios y cuatro semanas sabremos las respuestas
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