Cuando
vi esta foto pensé, “pareja que dispara junta por siempre unida” y me dije, Marien,
en el final de esta temporada no sufrirás, a ver quién es el valiente que se
enfrenta a sus balas. Pero por lo visto en el episodio Booth y Brennan no sólo disparan juntos, también delinquen. El
Estado de Virginia podría abrirles una Causa General: beben champán en el
parque, han tenido relaciones extramatrimoniales, admiten el uso medicinal de
la marihuana… Lo dicho, unos facinerosos. Menos mal que la doctora es
millonaria que si no, Bonnie and Clyde
a su lado, unos roba cepillos.
El
episodio comienza cuando un preso cumpliendo el imperativo categórico de toda
persona reducida a prisión se escapa. La policía lo persigue, los perros corren
tras él, ladran, están a punto de atraparlo, vadea un arroyo, se lanza tras un
tronco para ocultarse y zas… Por favor, por favor, Llevadme a la cárcel,
grita. Sí, el pobre hombre se ha topado con uno de los cadáveres favoritos de Stephen Nathan. Asqueroso. Todos los
invertebrados que escaparon del Arca de
Noé se habían cebado en él. Moscas, escarabajos, babosas, gusanos,
hormigas, termitas… termitas... Un regalo de Navidad para el doctor Hodgins.
Y
esta vez, sin que sirva de precedente,
la llamada avisando del hallazgo del cadáver no pilla a Booth y Brennan en la cocina de su casa, sino en el campo de tiro. Booth se está entrenando para su
evaluación anual de competencia, por supuesto su puntería sigue siendo
impecable. Pero no se evalúa sólo su puntería, sino también de aptitud. Él está muy
tranquilo, sabe que le basta con su instinto para conseguir un 90 por ciento de
aciertos en los test psicotécnicos, no necesita prepararse; pero Brennan, que siempre se ha tenido por
más inteligente que él, insiste obtendría mejor puntuación si se preparase con
algunos juegos de lógica. Él se resiste.
Yo
estoy con Booth, su inteligencia, su
sabiduría nada tiene que ver con la de la racionalista Brennan, la han adquirido por distintos caminos. La de Brennan se basa en el estudio y la razón y la de Booth se basa en la bondad
y, sin contradicción alguna, en el
instinto de supervivencia y ya se sabe que fue dicho que los tigres de la
ira son más sabios que los caballos de la instrucción. Y que me perdonen las brennanistas,
no la estoy llamando yegua. Sólo es una
chica arrogante enamorada de un hombre paciente y no tan testarudo como
ella piensa. Y por eso, porque la ama intenta, en secreto, mejorar sus
resultados, para que ella pueda estar orgullosa de él, para que lo siga amando.
Y así, pide y no pide ayuda a Sweets y a escondidas resuelve los malditos juegos
de lógica.
Pero
volviendo al caso, cuando ya con el cuerpo en el Jeffersonian intentan librarse
de los bichos que lo habitan, se oye una voz llegando a la plataforma forense “Me
encanta el olor a ciencia por la mañana”, dice. Es Wendell, Wendell Bray, el interno al que en The Big in the Philipinnes se le
diagnosticó un sarcoma de Ewing, uno de los cánceres de huesos con mayor tasa de
mortalidad. Aparece pálido y sin pelo. Decidió enfrentarse a la muerte y su
cuerpo presenta las secuelas de la lucha. Angela incorregible le dice que hace
que parezca que el cáncer sea muy sexy. Pero ahí está la doctora Brennan para poner las cosas en contexto. El cáncer no es sexy y menos el sarcoma
de Ewing. El cáncer es su vida, añade Wendell. Brennan esperanzada le apostilla “Por ahora”.
La
proliferación de bichos y sus huellas sobre los restos impiden determinar las
heridas, poco a poco en cuanto el doctor Hodgins también llamado el “Flautista de Hamelin” traza su línea
en el pentagrama las termitas que se alimentaban de los huesos en fila india, hi, ho, hi, ho, los abandonan. Angela
identifica a la víctima con THEO, la versión más moderna del viejo Angelator. Resulta ser
Abby Briggs, una estudiante de arte enferma de Lupus, y por un momento, cuando oí la palabra esperé ver aparecer al doctor House, pero no,
quien lo hizo fue el doctor Burkell el médico de Abby dueño de un dispensario
de marihuana medicinal donde ésta trabajaba. Abby era una firme defensora de la
utilización del cannabis con fines terapéuticos, gracias a él había recuperado calidad
de vida.
Booth y Brennan interrogan al doctor y al guardia de
seguridad del dispensario, ¿quién podía querer hacerle daño a Abby? El guardia
recuerda a un alumno de la Universidad de Fulton que tuvo un altercado con ella
justo el día de su desaparición, había intentado comprar droga con una tarjeta
falsificada. Él no es un porrero, se defiende, el estudiante en la sala de
interrogatorios, sólo pretendía celebrar su premio como mejor escritor novel de
la universidad, fumarse unos porros. Es un buen estudiante, alega.
Conforme los descubrimientos sobre el cuerpo avanzan se descartan sospechosos como el guardia de seguridad al que el doctor Sweets había puesto en el punto de mira al analizar los dibujos de la víctima como si fuera su subconsciente. La quería y ella lo rechazó. Un nuevo error del doctor, habría que darle la razón a la doctora Brennan sobre las paparruchas psicológicas de Sweets, en los dibujos no hay subconsciente que valga, firmes trazos, el hombre, enamorado, no podía dejar de observarla, pero confiesa que ella rechazó sus avances, que había cambiado su actitud con él, que incluso se callaba cuando entraba en la habitación en que estaba.
En el Jeffersonian, Wendell le cuenta a Hodgins que ha tomado marihuana para
paliar los efectos de la quimioterapia bajo prescripción médica. Nunca lo haría
con efectos recreativos y por supuesto nunca en el trabajo, a Hodgins no le importa, es más en el Jeffersonian nadie lo juzgaría por eso,
Aunque Wendell le pide que mantenga
el secreto. Sin embargo termina confesándoselo a la doctora Brennan, le ha mentido para que no pensase que eso podía
influir en su trabajo. Y la doctora le dice “Mr. Bray, somos científicos, no
nos regimos por la histeria ni nos impulsa la ignorancia. Está usted luchando
por su vida”.
Envalentonado por el apoyo recibido se lo cuenta a la
doctora Saroyan. Y Cam lo
despide. El Jeffersonian es una institución federal y el uso de la marihuana puede
afectar a la fiabilidad de los resultados. Angela
y Hodgins se enfadan, ¿Quién despide a alguien con cáncer? se
pregunta Hodgins. Pues una jefa
responsable de un laboratorio forense federal, no una estúpida burócrata. Sin
embargo todos se enfadan con Cam.
El caso entra en vías de solución cuando Booth descubre que la víctima había comprado utensilios de camping. ¿Había montado su propio negocio, cultivaba la víctima marihuana? Hodgins y Angela hacen su magia y descubren el lugar de acampada, también resulta el lugar del crimen. Pero además encuentran unas específicas manchas de sangre de la víctima que determinan que murió porque le cortaron la carótida. E ítem más, descubren que el cannabis que cultivaba era especial, apenas tendría efectos psicotrópicos y sí un alto valor medicinal aunque la mayoría de las plantas han desparecido.
Booth tiene el alma dividida por el despido, Wendell es su amigo. Él hubiera hecho lo mismo que Cam, es un hombre de la ley. Wendell no entiende porque es castigado, sólo está luchando contra la enfermedad con todos los medios a su alcance. No es un perdedor. “Jamás pensé que fueras un perdedor. Soy tu amigo", le responde "y no deberías haber sido castigado por ello”, admite Booth.
Entre las notas del caso que Wendell le entrega a la doctora Brennan se encuentra la una pequeña herida en la mandíbula de la víctima. De ahí deducen la posible arma con la que se cometió el crimen, un objeto con punta redonda apoyado en una base triangular de filos afilados, primero la golpeó con la punta redonda, el arma se rompió y con la punta afilada traspasó la carótida. Angela lo identifica como un trofeo de la Universidad de Fulton al mejor escritor novel. En el trofeo aún quedan restos de la sangre de la víctima. Caso resuelto, un camello menos en la calle, un niñato más en la trena.
Y en cuanto a la polémica del episodio sobre el uso del cannanabis con efectos medicinales, sólo una pregunta ¿no son drogas la mayoría de las medicinas que curan? Si la marihuana alivia, viva la marihuana. Pero la postura de Booth y Cam es válida, si el Jeffersonian trabaja con pruebas que pueden condenar a alguien, esas pruebas deben estar limpias de toda sospecha, que una persona del equipo forense tome marihuana, aunque sea por necesidades médicas, compromete la investigación y mantenerle en el equipo es contraproducente, por muy amigo que sea, por muy enfermo que esté.
Y al final qué, pues el final no podía ser otro. Booth y Brennan con la inspiración de Caroline Julian, encuentran la solución, Wendell es contratado como consultor externo en el Jeffersonian, no tocará las pruebas pero tendrá derecho a despacho. “Haría lo que fuera por un amigo”, le dice Booth cuando el interno le agradece el gesto, y añade “Sobre todo si vas a mejorar”. Lo hará, seguro que lo hará.
En cuanto a la evaluación de la competencia de Booth, qué decir, que saca un 97 sobre 100, su mejor nota, y decidido dice que el año que viene conseguirá el 99, Brennan le ha convertido en un monstruo. Con la alegría del triunfo, en el parque, a la vista de todo el mundo, abren la botella de champan que Brennan, mujer confiada en el buen hacer de su hombre, ha llevado.
Felices, orgullosos y con agujetas, se dedican a delinquir. Estamos sin duda ante el regreso de Bonnie and Clyde. Tiembla Stephen Nathan como intentes separarles en el final de la temporada.
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