El martes pasado se estrenó en la Televisión Española El Ministerio del Tiempo, una gran serie de los hermanos Pablo y Javier Olivares, creadores de Isabel y Víctor Ros. La sipnosis previa y las promos nos advertían de que estábamos ante una serie de ciencia ficción en la que tres personajes de épocas distintas conformaban una patrulla que luchaba para preservar el pasado.
El tráiler con los cinco primeros minutos en el que se veía como captaban a Alfonso de Entrerrios, un soldado de los Tercios de Flandes, para formar parte de la patrulla, tenía muy buena pinta y desde el principio me apunté y pasé a formar parte del hype que tan bien han administrado los encargados de la promoción de televisión española.
Durante su emisión El Ministerio del Tiempo fue Trending Topic en Twitter, es decir, que en lo que se ha dado en llamar “televisión social” la serie arrasó. Sin embargo los datos de audiencia, aún siendo buenos, matizaron un poco la euforia (14,8 por ciento de cuota de pantalla y casi tres millones de espectadores), al no superar a Bajo Sospecha, la serie que Antena 3 emitía a la misma hora (19,6 por ciento de cuota de pantalla y casi cuatro millones de espectadores) y eso que en Twitter la noche del martes Bajo Sospecha desapareció. Lo que significa que por ahora, los que se manifiestan en las redes sociales no son todos los que luego ante la televisión están.
@MdT_TVE alcanzasteis los 23.195 comentarios en las redes sociales, de los cuáles, el apróx. 63% eran críticas positivas.
— Social TV (@TendenciasTele) febrero 25, 2015
La estrategia de promoción de la cadena estaba preferentemente destinada a vincular El Ministerio del Tiempo a la audiencia más joven y exigente, para quienes la idea de una serie de ciencia ficción resulta más atractiva que una serie de época (aunque fuese de todas las épocas al mismo tiempo); pero El Ministerio del Tiempo es una serie totalmente disfrutable por niños, blogueros y señoras de Cuenca (para quienes tal vez la idea de viajar en el tiempo quede un poco a tras mano) por lo que tal vez lo conveniente ahora para Televisión Española, si quiere ganar la batalla de las audiencias, sea cambiar la estrategia de promoción y no sólo de día de emisión, (el próximo episodio está anunciado para el lunes 2 de marzo).
Tal vez debería explicarse que en realidad lo de viajar en el tiempo no es más que un truco de Sastrería Cornejo y de Antoñita la de peluquería, aderezado con unos cuantos efectos especiales que no chirrían demasiado (una postal del Acueducto de Segovia a medio construir, una escalera en espiral que desciende casi al otro lado del mundo)
Porque lo que la señora de Cuenca sabe sin necesidad de leer Las Puertas de Annubis de Tim Powers, ni Un soldado español de veinte siglos, del general José Gómez de Arteche, fuentes en las que han bebido los creadores de la serie, ni por supuesto a Stephen Howkins ni a Borges, es que el tiempo es el que es y no se puede cambiar, y los hechos sólo ocurren en el presente. Borges era un literato y creó laberintos, universos paralelos y simultáneos, jardines cambiantes para burlar esa realidad. Howkins, científico al fin y al cabo, utilizó la metáfora de la existencia de una Agencia de Protección de la Cronología para justificar la imposibilidad de viajar al pasado y transformarlo.
Y realmente de eso es de lo que se ocupa El Ministerio del Tiempo, con la excusa de impedir la transformación del pasado, nuestro pasado, con intereses espurios y darnos una lección fácil, amena y costumbrista de la historia de España, con continuas referencias y guiños al presente (ese funcionario del ministerio con destino en el siglo XIX al que le comunican por carta la pérdida de la paga extra de Navidad), contarnos una historia de amor y pérdida. Porque todos, la señora de Cuenca y los blogueros seriéfilos darían lo fuera para recuperar al ser querido que se ha ido, para volverlo a amar, para volver a ser quién un día fue y nunca más será. Porque el presente, el único tiempo posible, es inalterable.
Que a pesar de la falta de medios lo consigan no sólo se debe a un guion perfectamente estructurado en el que las paradojas se unen a los guiños sin necesidad de engrase sino también a una buena dirección y a unas buenas interpretaciones de todo el elenco. Desde los miembros de la patrulla: Rodolfo Sancho, que interpreta a Julián Martínez, el paramédico del Madrid de 2015 incapaz de sobrevivir a la pérdida de su esposa, escéptico de lo que le deparará las misiones y receptor, como nuestro representante, de la lección de historia.
Aura Garrido que interpreta a Amelia Folch una hermosa e inteligente mujer de finales del siglo XIX, a la que su vida y su tiempo se le quedan pequeños. Nacho Fresneda, inconmensurable como ese Alfonso Entrerrios, ese "modelo" del Capitán Alatriste, hombre de honor, leal, fiero, orgulloso, patriota, representante de lo que un día se supone que fuimos, que anda de continuo sorprendido tanto por lo que descubre de novedoso del siglo como por lo poco que importa la pérdida de lo que dejamos de ser.
Pero también los miembros del “ministerio”, desde los inquietantes Irene Larra que interpreta Cayetana Guillen Cuervo y Ernesto Jimenez, un Juan Gea en plan “hombre de negro”, que sin duda son mucho más de lo que dicen ser y contribuirán a la intriga que ha comenzado a vislumbrarse en el primer episodio, hasta ese grandísimo actor que es Jaime Blanch y que interpreta a Salvador Martí, un subsecretario de misiones especiales que poco o nada sabe de planificación estratégica porque para qué “Somos españoles, improvisamos”. Sin olvidar a “la mala”, “la traidora” Lola a la que interpreta Natalia Millán.
Cuál será la intriga central que unirá los episodios está aún por ver, quedan siete más en los que nos seguirán contando lo que un día fuimos y nunca volverá. Los episodios restantes son:
· “Tiempo de Gloria” - 1588: Lope de Vega y la Armada Invencible
· "Cómo se escribe el tiempo” - 1940: Himmler en España
· “Una negociación a tiempo” - 1491: Torquemada
· “Cualquier tiempo pasado” - 1981: El contrato del Guernica
· “Tiempo de Pícaros” - 1520: El Lazarillo de Tormes
· "Tiempo de venganza” - 1843: Isabel II. La niña que reinó
· “La leyenda del tiempo” - 1923: Lorca, Dalí y Buñuel en la Residencia de Estudiantes
Por cierto que el Ministerio del Tiempo, a pesar de su secretismo, ha editado unos vídeos en los que se imparte formación básica para funcionarios y patrulleros novatos, echadles un vistazo al primero y al último tal vez os apetezca presentar la instancia.
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