El gran regalo
para los fans que prometiera Stephen
Nathan al hablar del episodio 206 resultó ser una divertida e instructiva “lección musical de anatomía”, con la
que los 206 huesos que componen el esqueleto de un ser humano adulto reciben un "sentido" homenaje. No en vano son la base sólida de Bones.
Todo comenzó
con una tortita y una canción de Christine
Booth (interpretada por una cada día más segura y divertida Sunnie Pelant). Que Christine sea un genio disfrazado de niña de cuatro años con gabardina amarilla
no debe extrañar a nadie. En la escena inicial, tan doméstica, se las compone
para, primero, escandalizar a su padre: en la tortita que le ha servido como
desayuno no vislumbra la cabeza de Mickey
Mouse sino los huesos de la cadera; el primer bocado es para el sacro, y hacer las delicias de su madre que casi babea ante la inteligencia de su
vástago...
... Para luego, escandalizar a su madre y provocar la
admiración de su padre, que le hace los coros, cantando una canción
infantil sobre los huesos del cuerpo humano. Que su madre ponga el grito en el cielo por su
incorrección anatómica no tiene por qué extrañarnos, que no esté dispuesta a
consentir que se hable de algo tan inapropiado como el hueso del pecho y se
proponga corregirlo tampoco. Aunque tal vez nosotros sí debamos escandalizarnos de que con un denuedo digno de mejor ocupación se dedique durante el resto del episodio a componer una canción sobre los huesos del
esqueleto humano ¡anatómicamente correcta!, faltaría más.
En fin, una
lección de anatomía la del jueves pasado menos tétrica que la de Rembrant, más
amable, aunque no exenta de sombras; pero antes
de continuar, felicitar a Hart
Hanson, a Stephen Nathan, a Emily Deschanel, a David Boreanaz, a todo el
elenco, a todo el equipo que han hecho posible que Bones llegue a los 206 episodios y a Dana Walden, la mujer que al frente del estudio Twenty Century Fox tuvo en su día, allá
por finales de 2004 y principios de 2005, la visión que nos ha traído hasta
aquí, la visión que ha convertido a Bones
en la serie dramática de más larga duración del estudio.
Y aunque todos
los críticos dan por segura la renovación de Bones para la undécima temporada (final y corta) no está por demás
recordarle a la señora Walden que
gracias a Bones ha ganado un montón
de billetes verdes, ella y todos los que han trabajado en la serie. Que los
únicos que no hemos ganado nada somos los fans. Que
aunque la serie es suya, diez años de fidelidad también la hacen nuestra y, que nosotros y Bones, la Bones que aprendimos a amar en el Piloto, nos merecemos no un cliffhanger, ni “un
final que parece muy feliz pero que no estará libre de tensión y aprensión”
(Nathan dixit), sino un Gran Final que
rindiendo homenaje a la vieja Bones premie nuestra fidelidad.
Entrando en materia, The Big Beef at de Royal Diner, para mí
que es un falso amigo. Nos lo vendieron como un episodio divertido, un regalo, una celebración y aunque no
puede terminar mejor, con ese clon a pequeña escala de la familia Trapp que son por ahora los Booth, rapeando alegres,
haciéndose cosquillas en el diner, la diversión hay que ponerla entre comillas
porque al formar parte del gran arco de “cierre
de temporada que puede ser cierre de serie” a la par que atiende a algunas subtramas accesorias,
lanza cargas de profundidad en la que es, por ahora, la gran trama, la recaída de Booth en el juego.
LOS ACCESORIOS
“Clark y Temperance”.
—“Somos un buen equipo”, le dice Brennan al doctor Clark Edison cuando están examinando los huesos de la víctima.
—“Somos un buen equipo”, le dice Brennan al doctor Clark Edison cuando están examinando los huesos de la víctima.
— Sí lo somos. Ya
sabes, es… es sólo que siempre me
extraña que te refieras a mí por mi nombre de pila, Temperance —le responde reticente,
Clark.
— Pensaba que
no te atrevías a llamarme por el mío.
— Sí, es como
un disparo, dolió un poquito, pero hizo más fácil para mí darte esto —y le
entrega sus notas para la canción sobre los huesos.
Hace unos años una conversación como esta era imposible de escuchar. El compañerismo y la igualdad con la que ahora se relacionan tiene muy poco que ver con el “limpie usted los huesos” con el que lo recibía Brennan no hace tanto tiempo. Su “intimidad” se inició en The Ghost in the Killer (9.12) y junto con “¿Ha llorado usted mister, Abernathy?” fue por entonces la prueba palpable
del cambio experimentado por Brennan tras la boda.
Y la verdad, resulta alentador que los guionistas no la hayan olvidado, que hayan permitido a Brennan abandonar su extrema competitividad; que se haya dejado, por una vez, guiar por alguien
que no sea Booth o Angela aun en algo tan nimio como la composición de una canción.
— “No es como si antes no hubiésemos sido ricos”. La
recuperación de la fortuna del doctor Hodgins era una deuda que los productores
de Bones tenían con su personaje,
que lo haya logrado por sí mismo, con el sudor de sus meninges, que no le hayan
devuelto su inmensa fortuna, sino apenas unos escasos dos millones de dólares
pero, que a sus oídos arruinados y a los nuestros, suenan como si fueran miles,
se debe, cómo no, al espíritu
progresista de la serie, que no está el mundo como para convertirlo en un
vulgar capitalista.
Y aunque peguen
saltos de alegría, Hodgins y su mujer son gente responsable, tanto que no se
dejan atrapar por el sonido de los billetes cayendo en su cuenta corriente y,
por ahora, no abandonarán sus puestos de trabajo, después de todo por
experiencia saben que el dinero puede desaparecer tan rápido como viene.
— La jefa no era un ogro. A la doctora Saroyan la hemos visto durante estos nueve años aplicar, como jefa responsable, a rajatabla el reglamento interno del
Jeffersonian (las excepciones le vienen impuestas por los dioses de Bones, léase su relación con un
subordinado) con las miras siempre puestas en un bien superior, que su
laboratorio sea una institución de referencia ante los tribunales, que sus
informes no puedan rebatirse, que sus pruebas no sean rechazadas.
Ocho años
dirigiéndolo como una estricta
gobernanta, intentando controlar a puñado de genios "locos", le han creado una
inmerecida fama de “mala”, y de hecho, tanto Angela como su marido piensan mal de ella. Hodgins no sabe cómo decirle los millones que va a ganar con su
invento. Los dos creen que se enfadará cuando se entere que el Jeffersonian
no recibirá ni un dólar. Y así les pasa, que se quedan con la boca abierta
cuando una contentísima Cam les felicita
por su éxito y se alegra, se alegra inmensamente de que alguien la haya
pifiado al redactar los reglamentos. Eso
sí la celebración la pagarán ellos.
LAS CARGAS DE PROFUNDIDAD
Cargas de
profundidad o miguitas de Pulgarcito para encontrar el camino hasta el final,
eso es dependiendo del cristal de las gafas con las que lo miremos, es lo que nos han metido en el episodio. Medidas de presión, de manipulación para lo que está por suceder en el final.
LA ANSIEDAD DE CAM…
… ante la situación de Arastoo en Iran, sus miedos; está
convencida de que algo malo le ha pasado. Un correo en el que dice que está
hambriento cree que significa que le han encarcelado. Su culpabilidad, la
necesidad de recurrir a los otros para que le ayuden a soportar sus dudas, tan
impropias de una mujer segura y fuerte como ella, de una mujer que en lo concerniente a la relación con Arastoo hasta ahora había mantenido una gran discreción.
Que sea Brennan y no su amigo Booth quien le explique qué tanto
miedo, tanta duda se debe a que no encuentra la razón de todo por lo que está
pasando. Que fue el temor de Arastoo por
su seguridad y no la incapacidad de ella para el compromiso lo que hizo que
no le dejara acompañarlo y que añadiera “Yo
también lo habría hecho”, es la justificación de lo que está por venir en The Murder in the
Middle East.
LA VIDA AL LÍMITE DE CHILI REUBEN
Podría ser el
título de un narco corrido, pero puesto en el contexto del final de la
temporada, el asesinato de Chili Reuben —un crítico gastronómico, de
restaurantes de cuchara de grasa (los típicos diner), un adicto a la comida
basura, fritangas, alitas de pollo con helado y demás "porquerías", de la que su
programa de televisión hacía apología; un hombre al servicio de sus vicios, drogadicto, mafioso, borracho
y mujeriego, que vivía como un cerdo refocilándose en su adicción— no deja de ser una manipulación interesada.
Un hombre que lo tenía
todo, fama, dinero, un nuevo páncreas, un nuevo hígado y en cambio…, rodó,
rodó cuesta abajo y sin frenos hasta acabar (su esqueleto) aplastado en el
barro por una señora sobrada de quilos; Y quien no vea el paralelismo que se pretende establecer con el camino de perdición que ha iniciado Booth es que está ciego, porque su asesinato viene con moraleja: las vidas llevadas al límite
en el límite acaban. Lo dicho, manipulación interesada…
El asesino, los
sospechosos, los inocentes, la investigación y las
gracietas del que resulta ser su fan número uno, el agente del FBI James Aubrey, son entretenidas, pero más que hablar de ellas, me interesa hablar de:
EL EXQUISITO DETALLE
Intentar explicar el
carácter de un personaje de una serie de televisión como Bones es harto complicado, la mayoría de las veces su
comportamiento está lastrado por las necesidades de la producción (como queda patente
con la deconstrucción del personaje Booth que a mayor gloria de su intérprete, David Boreanaz, han iniciado este final de temporada). Nos guste o
no, hay que reconocerles que lo estén haciendo bien, que están siguiendo paso a
paso la ortodoxia psicológica de la
adicción al juego, hay unas pautas
reconocibles adecuadas a lo que de la infancia y de la vida adulta de Booth antes de conocerlo nos han
contado.
Booth fue un niño maltratado
que cuando creció sublimó la ferocidad de su alma, la violencia recibida poniéndose
al servicio del estado. Y eso le ayudó, la
violencia que ejercía sobre los otros no era responsabilidad suya, él cumplía
órdenes que siempre creyó, porque le convenía, dirigidas a un bien superior. Un hombre que cuando se quedó sin
la voz que las impartía convirtió su vida en un verdadero desastre; luego
llegó Brennan, la vio, se enamoró
primera vista y cuando la supo víctima quiso ser su rescatador; durante nueve
años lo fue.
Ahora, ahora Brennan es una mujer completa. Brennan ya no le necesita, Booth en su
fuero interno lo siente así y el miedo a perderla se ha apoderado de él. ¿Qué puede necesitar un genio, una mujer que
siente ya el dolor de los demás y empatiza con ellos, de un pobretón agente del
FBI sin más cultura que la que le da la vida en la calle?
No sé si es una apreciación mía o
alguien más lo ve así, pero para mí que desde que
nació Christine, el viejo Booth desapareció, parece como si tras la consecución de su sueño viviera con miedo, no a la muerte, sino a perder lo que tanto le ha costado
conseguir; a que un día la racional doctora abra los ojos y le descubra como él
se ve: un asesino, un adicto, un perdedor.
Por eso, ahora, cuando gana, cuando está en lo
alto de la montaña rusa, lo primero que
hace, hombre enamorado, es llevarle
un regalo exquisito a su mujer, no a Bones, sino a su mujer. Y en una
inquietante y estremecedora escena —que hay que revisar para captar todos los
matices, una mirada, una mueca, una sonrisa, un cambio del peso del cuerpo de
un pie a otro, nos dicen más de lo que realmente está sucediendo que las
palabras que entre marido y mujer intercambian— vemos llegar a Booth al laboratorio, ansioso y exultante. Lleva para ella un
regalo que nunca antes le ha podido hacer, un regalo que sabe, porque la
conoce, que apreciará, una hermosa
joya.
— ¿Te gusta?
—pregunta ansioso al entregarle
la caja de terciopelo.
Y no hay más
que ver su sonrisa deslumbrante, lo orgulloso que se siente cuando, después de
que Brennan le haya dicho que le
encanta, le ayude a ponérselo.
— ¿Cómo me queda? —pregunta coqueta y
muy feliz.
— Como si hubiera hecho la elección correcta —Responde
él
Y mientras Brennan, ignorante, reconoce que es una
pieza exquisita, Booth le explica
con la mano en el corazón que estaba
hablando de ella. “Tengo tanta suerte de tenerte como mi
esposa”. Para mí, en esa frase esta la clave de lo que Booth está viviendo, cree que no se merece a Brennan,
que
es sólo por su suerte por lo que la tiene.
¿Qué ocurrirá
cuando no gane, cuando las pérdidas se acumulen? ¿Cuándo las mentiras se
descubran? Porque ese tiempo, el tiempo del dolor, llegará, Booth va camino del precipicio y aún
así sigue corriendo cuesta abajo. La segunda parte de la escena es la
demostración palpable. Ahora es Brennan
quien le entrega un regalo a Booth, su moneda de la sobriedad, la había
perdido y a pesar de que antes siempre la llevaba consigo ni se había
percatado.
Que la escena se
cierre con una mirada un tanto extraña de Emily
Deschanel no desmerece el tono de la misma, estamos al principio de la
historia y no es tiempo de descubrir lo que para Brennan aún está oculto (tal vez debiera haberse cortado cuando Booth recoge la moneda).
Y como sobre
ellos, aún no han caído la máscara de la derrota, les es permitido participar en la alegría inocente de su hija. Que The Big Beef in the Royal Diner termine
con Christine cantando, con los tres
rapeando puede resultar, sabiendo como sabemos lo que está por llegar,
ciertamente triste.
Antes de
terminar dos citas significativas del Agente James Aubrey. Y lo son no tanto en el contexto del episodio como de la serie, que diría el doctor Hodgins (experto en conspiraciones)
— “Es
muy decepcionante comprobar que tu héroe es un guarro”. Y
— “Entonces te
despiden del show y tu carrera se va
por el retrete pero si terminas con unos datos de audiencia altos entonces eres
una propiedad valiosa”. Se lo dice Aubrey
al productor del programa de Chili Reuben, a quien la cadena ha pedido que termine los
episodios que estaba rodando. ¿Verdad que parece escrito por un productor al que están a
punto de cancelarle su serie?
Pero no
mentemos a la bicha. Y vayamos a fundido a negro.
PP. Antes de cerrar quiero expresar mi agradecimiento a los fans de Bones que han hecho posible que este blog, símbolo de una adicción, se haya convertido en estos tres años en fuente de satisfacción. Y si Bones ésta semana batió un record, este blog, precisamente el 30 de abril, batió otro, más de 25.500 páginas visitadas durante el mes. Soy consciente de que no es mi éxito sino el de Bones. Gracias de todo corazón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario