Hay gente a la que le gusta el peligro, jugar con fuego, mirar al precipicio; gente a la que la cercanía del daño en vez de hacerle retroceder le impele a dar un paso adelante, a prender la yesca. Luego hay otra gente precavida y paciente, gente que antes de dar un paso más, solo o en compañía, tiende las cuerdas y se ajusta el arnés. Sin embargo, en la confrontación entre ambos, los precavidos arden.
Walter Longmire es un hombre discreto y precavido al que la vida se le ha complicado esta temporada, no siente fascinación por el fuego pero parece encontrarse en el punto de ignición de un incendio. Que no sea el pirómano poco importa. Hay una mujer, hay un hombre con la yesca en la mano.
A las chicas malas y a las ratas soberbias les encanta jugar con fuego
inconscientes a la devastación que dejan detrás, a los cambios de vientos que
pueden terminar consumiéndolos. Walter,
no ha abierto aún ningún cortafuegos para evitar el daño.
Si en los tres primeros episodios
su máxima prioridad había sido sacar a Henry
Standing Bear de la prisión, una vez puesto en libertad Walter parece decidido a encontrar al hombre
que por venganza orquestó el asesinato de su esposa, al hombre que está
disfrutando con su dolor. Y al comienzo de In
the Pines en ello está, mirando rostros, confrontando historiales,
revolviendo en su memoria. No le será fácil, entre asesinato y asesinato la
vida peligrosa de sus ayudantes reclamará su atención. El acosador de Vic ha regresado y Branch Connally está dispuesto a saltarse las reglas con tal de
encontrar al hombre que le disparó.
Walt se enterará de sus intenciones cuando en mitad del caso de la semana se acerca al hospital. El doctor le dice que pronto tendrá el resultado de las pruebas de ADN de las cenizas que Branch le entregó. Cuando le pregunta a su ayudante le asegura que Ridges está vivo, que aunque en las cenizas de la pira apareciera su ADN no significa que esté muerto. El ADN de las cenizas que entregó al doctor es el suyo, ni rastro del ADN del conejo. Pruebas forenses era lo que estaba haciendo Branch en el bosque, algo que en Longmire no abunda. Walter le pide que se espere a que termine el caso, le ayudará entonces. Pero no, Branch no está dispuesto a esperar y buscará ayuda en otro lado, Henry Standing Bear pagará los intereses de los cien mil dólares que le prestó a Cady para la fianza.
El caso de esta semana, el
asesinato de un monitor de un grupo de chicos con problemas a los que enseñaba
técnicas de liderazgo y confianza. El asesino aprovecha que era la noche que
los chicos tenían que pasar en solitario para acabar con él de un golpe en la
cabeza. El cadáver lo encuentra uno de los campistas, el resto están
desaparecidos. En el lugar se presentan la pareja dueña de la empresa, la mujer
está conmocionada no se explican cómo ha podido ocurrir. Adam, el muerto, era
su mejor monitor, sabía muy bien cómo tratar a los chicos problemáticos.
El ayudante Ferg se encarga de ir localizándolos, a él uno de esos campamentos
le salvó la vida, pero estos chicos no son como él. En lo que parece ser el
lugar de acampada de uno de ellos encuentra un diario lleno de dibujos macabros,
algunos explican cómo el monitor fue asesinado. Poco a poco van pareciendo el
resto, una de las chicas se cayó sola por el precipicio asustada porque escuchó
como otro de los chicos, Lobezno, un
sociópata, la llamaba, como se acercaba subrepticiamente a su tienda, salió
huyendo porque creyó que iba a violarla, él no paraba de mirarla, fisgaba en
sus cosas. A otra pareja se los encuentra en amorosa coyunda, confirman la
versión de la chica, Lobezno no
soportaba a Adam, tenían continuos enfrentamientos. Lobezno sigue
desaparecido.
Por si con la busca del asesino
no tenía ya complicaciones suficientes en la oficina de Walter se presenta el
marido de Vic, ha recibido una fotografía, una en la que se la ve sonriente a su lado en la puerta del
motel de Arizona en el que se alojaron en el episodio If Childrens and Travelers; en la parte de atrás del sobre lleva
escrito el número 32. Sean Moretti quiere
pedir una orden de restricción, lo que
no sabe es contra quién. Piensa que la foto la tomó Ed Gorski, conoce la historia, por eso salta a la mínima ante las
relaciones de Vic con sus oficiales superiores. Walter le responde que no tiene que preocuparse por él. Bien,
contesta el marido, supongo que la orden de restricción será sólo contra Gorski.
Que Vic era una chica mala ya lo sabíamos, que le ha mentido a Walter sobre los motivos de Ed Gorski para acosarla también. Lo que
no sabíamos era hasta qué punto le gustaba el peligro, hasta qué punto se
chamuscó. Para cuando se asustó y salió huyendo ya era tarde. El fuego consumía
a Gorski, ahora pretende consumirla
a ella. A Walter le cuenta que el
número 32 era el del apartamento en el que se reunían. Que lo abandonó y se casó, para huir de él ¿para huir de ella? Quien
la conoce es su marido. Sabe de su pasado, teme que su futuro no esté con él.
Le propone emigrar, pero sabe que ella no le acompañará. Jamás le ha sonreído a él cómo le sonríe a Walter Longmire en la foto.
A Lobezno, el descarriado, lo encuentran porque llama a su mamá.
Cuando Walter le interroga le dice
que todo lo que le han contado los otros chicos es verdad, que fisgoneaba en
las pertenencias de los demás. Que asustó a la chica, que Adam era un falso que
hablaba de respeto y lealtad y luego llevaba al campamento hierba y condones.
Pero él no lo mató.
Al asesino Walter le obliga a confesar en una conversación en medio de la noche.
Sólo era otro pobre ser que confió su felicidad a quién no debía, a quién le
gusta demasiado jugar con fuego. Por cierto, ¿existe alguna estadística de en cuantos
asesinatos es culpable el amor? Y no me refiero a los crímenes de los
maltratadores sino a los de los hombres y mujeres a los que un amor, el amor ha
destrozado la vida. ¡All you need is Love! cantaban los Beatles
¿en serio?