jueves, 6 de abril de 2017

Bones. The Man with the Bone 1.18. ¡¡Piratas!!


Os cuento, ayer se cumplieron once años que The Man with the Bone se estrenara en Fox y aunque no parece que fuese ayer, más por los pelos que lucen todos, sí que se le ve bien fresco.

Os cuento, Elizabeth Rettig me recordó hace unos días el propósito de reseñar para el blog todos los episodios de Bones, actualmente hay en el blog más de ochenta reseñas por lo que faltarían nada menos que ciento sesenta y seis, demasiadas.

Os cuento, el mayor hándicap de reseñar a estas fechas es la experiencia. Ya sabemos cómo ha acabado Bones, es imposible encontrar el punto exacto de emoción que da la sorpresa, el asombro de lo recién descubierto. Pero…



Os cuento por si os habéis olvidado, The Man with the Bone es un canto al asombro, a la sorpresa, a la curiosidad por la aventura de la niñez representada por Booth y el doctor Hodgins. Va de piratas. ¡¡¡Piratas!!! Sí, y no consiento que digáis, como hacen los guionistas al impedir el asombro de Angela y Brennan cuando descubren que el hueso es de la mano de un pirata de más de 300 años, que porque soy una mujer no deben gustarme los piratas. Me encantan.


Os cuento, por si no lo recordáis, que The Man with the Bone es de la primera temporada, aquella en la que Brennan no se cortaba un pelo en mostrar su capacidad física e intelectual para repeler cualquier cosa que se pudiera considerar un ataque contra su persona ya fuese físico o verbal. Es decir, que Brennan reparte leña. Y no voy a hacer una apología de la violencia, pero ha estado tan pacífica en estos veintidós últimos episodios, desde que en el 11.12 The Murder in the Menenist, le pegara un puñetazo a un bocazas no ha vuelto a soltar el brazo, que se echa de menos ese aspecto de su carácter. A punto estuvo de pegarle a Jeannine Kovac, en The End in the End pero Booth la retuvo sujetándola por el brazo.




Así que sí, que he disfrutado volviéndolo a ver: peleas, sarcasmos, un forense del FBI que tiene sueños lujuriosos con Brennan vestida de neopreno y sobre todo Piratas, la maldición de Barbanegra, codicia como la llama propiamente la doctora. ¡Ah! y se me olvidaba, la sonrisa de niño feliz y pillo de un Booth repeinado, que se pasa la mitad del episodio amenazando a los que se meten con Brennan, en plan caballero blanco. Un divertido episodio que a pesar de que haya tensión sexual es puro Bones.




El episodio empieza raro, Brennan y Booth caminando por un gélido pasillo, son las mazmorras del FBI, bueno, una exageración, los sótanos, dónde aposentan a los muertos y a los forenses que los cuidan. Nada que ver con el hermoso laboratorio del Jeffersonian con techo de cristal (¿lo recordáis derrumbado, cubierto de vigas y hollín?, pues olvidaros, estamos en la primera temporada, recién terminado y luce como para ir de boda)



Van a encontrarse con Harry Tepper uno de los forenses, Booth hace las presentaciones y la respuesta de Harry no puede ser más significativa.

La conozco, la he leído. La heroína es muy agresiva —dice refiriéndose a Kathy Reichs la protagonista de la novela de Brennan, adjetivo que al final de la escena seguro que le aplica ya directamente a la autora. Porque Brennan en cuando le echa a un vistazo al cadáver que hay sobre la camilla que al parecer es el de Ted Macy, muerto por ahogamiento accidental, dice irritada.



Esto es un cadáver con piel. Qué hago  aquí. Yo no trabajo con piel.


Tranquila, Huesos no te he traído para que examinases el cadáver, quiero que veas lo que tiene en la mano —le dice Booth.

Y cuando el forense le muestra un tarro en el que nada un hueso dentro de una solución rosa, Brennan ya no es que se irrite, Brennan se enfada y mucho.




— Qué es eso —pregunta
Una falange,  un hueso de la mano —dice paciente el forense como si tuviera que explicarle lo que es obvio y luego añade sarcástico mirando a Booth —. Yo creí que lo sabía.
Y yo pensaba que cualquier forense competente sabía que no hay que contaminar las pruebas—le responde directa y poco a poco se va calentando, ha eliminado partículas y elementos que podrían llevarles a atrapar al asesino y cuando Booth intenta pararla arrecía la escarchina.
— ¿Qué, es su primer día aquí? —le espeta al forense que al parecer llevaba más de 18 años en el puesto antes de salir pitando.



¡Qué carácter! —protesta el interfecto y Booth lo mira con malos ojos, no admite críticas a Brennan. Pero tiene razón ¡¡Qué carácter el de Brennan!!




En el laboratorio, se hacen apuestas por el origen del hueso. Angela presume que es una "nativo americano", mientras que Zack especula "British Colonial" y Hodgins por llevarle la contraria que es un “Revolucionario Americano”. Booth es recibido con un “El destructor de pruebas está aquí” por parte de Zack y el agente en plan zen dice que supondrá que es una broma para que no haya heridos.



El descubrimiento por parte de Brennan de que el dueño del hueso ha padecido sífilis terciaria, la datación por carbono que establece una antigüedad de trescientos años, añadido a que según Booth apareció en la "Isla Assateague",  provoca el entusiasmo de Hodgins. Allí se encuentra “La poza de oro”, el lugar dónde se sospecha que se esconde el tesoro de Barbanegra. Durante trescientos años, la gente ha cavado, buscado y arriesgado la vida para descubrirlo. 




Y al oírlo el  rostro de Booth se ilumina. "Así que la víctima encuentra pruebas de que el tesoro existe, tal vez incluso encuentra algo de él. Alguien lo quiere todo para sí mismo. Ciertamente, un buen motivo para el asesinato. Tenemos caso.



 —¿De verdad crees que el tesoro existe? —pregunta entusiasmado a Hodgins.


¿Qué crees tú? —le pregunta a su vez y comienza a reírse secundado por Booth y Zack  mientras  Brennan permanece in albis



¿De qué os reís?—Pregunta.


¡¡PIRATAS!! — gritan los tres al unísono y no son tres hombres hechos y derechos, sino tres niños que fingen caminar con pata de palo, parche cubriendo el ojo tuerto y con un loro al hombro, bailar sobre el barril del ron. ¡¡Piratas!!

Son cosas de tíos, cielo —le advierte Angela.

Booth y Brennan viajan a la isla de Assateague y se encuentran con Branson Rose y Giles Hardewicke enfrentados en una discusión. Branson al decir de Booth es un millonario aventurero que viaja por medio mundo y hasta tiene un realite show. Ha financiado la excavación y quiere retirarse del proyecto después de dos años y dos millones porque no han encontrado nada. Giles de profesión buscador de tesoros, el socio sobre el terreno, lo amenaza con un pleito. Y discuten y discuten  ignorando la presencia de Booth y Brennan. Hasta que está harta de cortesía les grita.



— ¡FBI, quedan todos detenidos!



Huesos, eso lo digo yo, soy el que lleva la placa —le reconviene Booth.

Cuando el millonario oye que en la excavación se ha cometido un homicidio cambia de opinión, "¿Qué encontró Macy para que alguien quisiera matarlo? El material devuelva a su sitio. Un pirata que huele el tesoro del pirata muerto. ¿Y quién no?

Cuando vuelven al laboratorio Brennan lleva agarrado del brazo al forense del FBI, no se fía de que no estropee más pruebas.



Mandona —se defiende el hombre.
No sigas por ahí —le advierte Booth señalándole con el dedo, impidiéndole al pobre ese mínimo desahogo.



Cuando Hodgins al analizar las muestras encontradas en la garganta y los pulmones de Ted Macy descubre que podían proceder de la “poza de oro”, le pide a Brennan ser él quien se sumerja. Tiene experiencia como espeleólogo, pero resulta que ella, cómo no, tiene aún más que él.



— ¿Tú también buceas? —le pregunta Booth
Sí, tengo tiempo porque no tengo televisión —le responde Brennan sarcástica al oído
Estará bien con neopreno —suelta el forense libidinoso y la mirada que le lanza Booth si tuviera cuchillos en los ojos lo habría liquidado.




Qué te… —le amenaza con la boca prieta señalándole con el dedo.




— ¡Aquí llega el pirata! —canta Hodgins el enanito, ganándose el menosprecio de Dane Mcgininnis que a regañadientes le ayuda a prepararse para la inmersión, no quiere ser responsable de un dominguero que se hace el chulo porque se cree que es mejor de lo que es.

Creo que quieres bajar tú —le dice Hodgins sonriente.
La fosa es mía. Llevo 10 años trabajando en ella. —le responde. Sabe que la fosa es peligrosa su hermano murió ahí. 



Hodgins desciende por la poza como un experto y cuando llega al fondo encuentra… un cráneo humano ¿el pirata? Eso lo determinan en el laboratorio Zack y Brennan, como anteriormente la falange los nuevos huesos sufren sífilis terciaria (no les vale la normal como apunta Booth), raquitismo, escorbuto, “Pirata”, confirma Zack.




Ahí lo tienes —asegura Hodgins —, las pruebas antropológicas que confirman la teoría de que Barbanegra ejecutaba a sus hombres después de enterrar el tesoro. Una ironía como Brennan le había dicho a Angela, "Robar el tesoro y nunca disfrutar del botín".  



De acuerdo, pongamos que es un Pirata —Confirma Brennan.



—¡¡Bien!! —exclaman una vez más al unísono Booth y Hodgins. Tan felices como si acabaran de robar el Galeón de Manila.




Y en esas están cuando se presenta el doctor Goodman, tiene un millonario histérico en su despacho que no se quiere ir: Branson Rose. Él sólo quiere que le devuelvan los huesos que le han robado ¿robado? Le concedieron un permiso para cavar en el sitio y quedarse con lo que descubriera, el Jeffersonian no tiene derecho alguno al esqueleto, pero es una prueba y hasta que no encuentren a su asesino no se los devolverán.

Y mientras Booth comienza a interrogar sospechosos, en el laboratorio, Brennan se da cuenta de que… los huesos del pirata han volado.


¿Dónde han metido mis huesos? —pregunta al Jeffersonian. Y el Jeffersonian tiembla.  El primero contra el que arremete es Goodman, él le aseguró que las instalaciones eran  seguras. 


El segundo es Booth que le pide que respire, que pare el carro, pero no va a estar de Dios que Brennan ceda, el laboratorio ha sido violado y sus huesos robados. Booth y Angela unen esfuerzos, “Cuenta hasta diez”, “Tómate un trago”


Brennan parece recapacitar, no ha ayudado mucho, dice y añade —lo.., lo..

Lo sientes —termina Angela, hay que ver la arrogancia de esta mujer que ni siquiera le permite pedir disculpas por su comportamiento infantil. Booth le hace ver lo positivo del asunto, quién robó los huesos obviamente tenía que ver con el asesinato. Y el turbión pasa.

No todo es tan malo, Zack guardó el hueso del dedo en su laboratorio, así que Brennan examinándolo dice:



— Este hueso tiene algo que no quieren que encontremos.

Y lo tiene, o mejor dicho no lo tiene, no tiene ninguna partícula y además Brennan encuentra un pequeño agujero en la punta  posiblemente "hecho por un arma".  Y se va al FBI a ver si al forense rijoso se le ha escapado algún arma al examinar el cadáver de Macy. Pero no, no se le escaparon.  Y aunque no están totalmente de acuerdo en la forma en que lo estrangularon eso no explica lo que dañó al dedo. Y pensando, pensando que lo que lo dañó no ocurrió hace trescientos años, se vuelve al laboratorio.



Es Zack quien determina que el agujero del dedo provenía de "una aguja de acupuntura desechable y Brennan  al observarlo bajo la luz ultravioleta que había sido limpiado y tratado… la deducción es lógica. Los huesos no estaban en la poza, los colocaron allí.


— ¿Quién tiene huesos de trescientos años? — pregunta Booth. ¿Quién va a ser? El Jeffersonian.



Y en el Jeffersonian al abrir la vitrina que contiene los restos de un marinero que navegó con Morgan, partiendo uno de los huesos, Brennan demuestra que son artificiales, alguien les ha pegado el cambiazo. Cogieron los huesos del Jeffersonian y los pusieron en la poza de oro  para hacer creer que habían encontrado el tesoro, alguien se enteró al decir de Booth… ¿quién? El asesino





Pero los problemas no vienen solos en el Jeffersonian se presenta Cullen, el director adjunto del FBI, quien pone lo sucedido en sus justos términos. El Jeffersonian tiene un problema de seguridad, alguien les robó unos huesos del museo, los recuperaron en la poza y los han vuelto a robar de nuevo, Aún así lo más problemático son los amigos del ministerio de defensa de Branson Rose para quienes construye bombardeos a los que no les gusta que el millonario se cabree.



—¿Temen que los bombardee? —pregunta Brennan una vez más sarcástica.  Y no, no es humor de squinter como apunta Cullen y sí, tiene gracia, es puro Bones.



Booth apenas puede contener la risa,  mientras Goodman y Cullen se lanzan pullas, pero al final es el que pone las cosas en su sitio. Alguien utilizó los huesos robados para trucar la poza, un inversor se gasta un millón y se enfada porque no pasa nada y de repente “Voíla, aparecen los huesos y vuelve cuak, cuak, la gallina de oro”. Y no, no es una metáfora que Brennan entienda, es una divertida interpretación. Booth apuesta al socio como culpable.



En la excavación Hodgins y Dane ya amigos comparten cervezas y vivencias. Y ya sea por la cerveza o porque era la primera temporada y era un inexperto, Hodgins le cuenta que los huesos son falsos, lo que no parece sorprenderle mucho de esa maldita poza, pero como al doctor le ha picado el gusano del tesoro, está dispuesto a ayudarle a bajar de nuevo.



Cuando Booth y Brennan le cuentan a Giles lo de los huesos robados y la posible disolución de su empresa, él se defiende. Macy contó historias salvajes como parte de su actuación para llevarse mujeres a la cama.  Interpretaba su papel de heroico explorador. Le echa de menos y para que lo crean les  ofrece acceso completo a  libros de la empresa.



En el laboratorio Angela y Goodman hacen de detectives para averiguar cómo pudieron robar de allí los huesos y cronometro en mano descubren que el autor fue uno de los guardias de seguridad.  El muy cuco se hace el tonto, sólo le pagaron doscientos pavos, eran unos huesos muy viejos. Pero Booth le muestra una transferencia de diez mil dólares y los impositores fueron primero Macy y la segunda vez Giles Hardewicke. Así que Brennan y Booth vuelven para interrogarle encontrándoselo muerto.



Y en la morgue del FBI, Brennan y el forense vuelven a enfrentarse cuando dictamina que murió igual que Macy con la laringe aplastada. Booth insiste en que si se sigue pasando al hablarle a Brennan le partiría la cara, pero no le amedranta ¿Cómo sabe que no me gustaría eso? Le dice con retintín. Pobre hombre, pero aún tendrá que soportar lo peor.



Cuando Brennan examina las radiografías de los muertos encuentra el mismo daño entre dos vértebras en un ángulo determinado, y para mostrárselo a Booth utiliza al forense marrano. En el movimiento Booth reconoce una llave de las fuerzas especiales ¿Quién será el asesino?


En el currículo de Branson Rose aparece que sirvió en las fuerzas aéreas especiales y cuando Brennan y Booth le interrogan niega cualquier conexión con las muertes, también se niega a hablar de su experiencia en las fuerzas especiales y cuando está a punto de largarse Brennan lo frena con una bofetada.

¿Un tío de las fuerzas especiales no hubiera parado eso? —le pregunta a Booth, pero como le había pillado por sorpresa, le avisa y repite la torta. Visto lo visto a Booth le queda claro que el tío no perteneció a las fuerzas especiales, sólo es un montaje.



¿Y entonces quién es de una maldita vez el asesino? Un momento, un momento que está ayudando a Hodgins, dispuesto a bajar hasta el fondo de la fosa, a colocarse el traje de buzo. Y feliz con su botella de ron baja a visitar a los fantasmas, no sabe hasta que está a punto de convertirse en uno de ellos.



El instinto de Booth con cara de calamar acude a socorrer a la justicia. Brennan lo llama dar palos de ciego, pero tiene base científica. Dane dijo que Hodgins nadaba como un calamar y eso en jerga militar significa marinero, ergo Booth pide sus antecedentes militares.  Ergo, Dane sirvió en las fuerzas especiales de la marina. Y no, Booth no le tiene miedo aunque los Seals sean muy buenos, él fue un Ranger.



Y la arrogancia de Brennan está a punto de costarle un serio disgusto al doctor Hodgins porque nada más echarse en cara a Dane le dice que es él el asesino sin percatarse, como le advierte Booth, de que hay alguien en la fosa y él sostiene entre sus manos los tubos de la respiración que de inmediato amenaza con cortar.

Mientras la tensión se masca en el exterior en el interior de la fosa Hodgins sigue su descenso. Booth le pide a Dane que se aparte de la fosa y Dane que Booth tire la pistola al agua, le eche las llaves, se esposen los dos juntos mientras él  escapa en el coche.


Hazlo, hazlo —le pide Brennan a Booth asustada.

Pero ni una cosa ni otra sucederá. Ha matado a dos hombres, Booth no dejará que se vaya. Dane se burla de los dos embusteros que plantaron los huesos, deshonrando a su hermano y otros buenos hombres que murieron en la búsqueda del tesoro.



Y reta a Booth, ¿Crees que podrás matarme antes de que corte la manguera?


Soy bueno.
— ¿Sólo bueno? —Se extraña Brennan.


De repente Hodgins ajeno a lo que sucede, muestra feliz a la cámara el tesoro que ha encontrado, una moneda de oro. Pero no es suficiente para distraer a Dane que cree que será algo robado del museo. Booth le dispara al ordenador.


Sí quieres verlo tendrás que traer a Hodgins arriba —le dice Brennan, dispuesta a enmendar su error anterior— Por favor, está allí abajo porque cree en eso, es igual que tú, igual que tu hermano

¡Súbelo! —le ordena Booth en su duelo de voluntades.
Hazlo por tu hermano —le pide Brennan. Y ganan. Dane suelta la manguera.


Y al final ¿qué? Al final, reunidos todos ante la urna que contiene los restos del marinero viajero, Hodgins le entrega a Goodman la moneda maciza de oro encontrada, no habrá más. El tesoro ya fue saqueado.



Angela le ha hecho un retrato, ella y Brennan creen que estará feliz de volver a casa, pero Booth y Hodgins saben que no es así, estaría más feliz en el fondo de la fosa, con los demás… ¡¡PIRATAS!!



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