Os cuento, ayer se cumplieron once años que The Man with the Bone se estrenara en
Fox y aunque no parece que fuese ayer, más por los pelos que lucen todos, sí
que se le ve bien fresco.
Os cuento, Elizabeth Rettig me recordó hace unos
días el propósito de reseñar para el blog todos los episodios de Bones, actualmente hay en el blog más
de ochenta reseñas por lo que faltarían nada menos que ciento sesenta y seis,
demasiadas.
Os cuento, el
mayor hándicap de reseñar a estas fechas es la experiencia. Ya sabemos cómo ha acabado Bones, es imposible encontrar el punto exacto de emoción que da la sorpresa, el asombro
de lo recién descubierto. Pero…
Os cuento por
si os habéis olvidado, The Man with the
Bone es un canto al asombro, a la sorpresa, a la curiosidad por la aventura de la niñez representada por Booth y el doctor Hodgins. Va de
piratas. ¡¡¡Piratas!!! Sí, y no
consiento que digáis, como hacen los guionistas al impedir el asombro de Angela y Brennan cuando descubren que
el hueso es de la mano de un pirata de más de 300 años, que porque soy una
mujer no deben gustarme los piratas. Me encantan.
Os cuento, por
si no lo recordáis, que The Man with the
Bone es de la primera temporada,
aquella en la que Brennan no se
cortaba un pelo en mostrar su capacidad física e intelectual para repeler
cualquier cosa que se pudiera considerar un ataque contra su persona ya fuese
físico o verbal. Es decir, que Brennan
reparte leña. Y no voy a hacer una apología de la violencia, pero ha estado
tan pacífica en estos veintidós últimos episodios, desde que en el 11.12 The Murder in the Menenist, le
pegara un puñetazo a un bocazas no ha vuelto a soltar el brazo, que se echa de
menos ese aspecto de su carácter. A punto estuvo de pegarle a Jeannine Kovac, en The End in the End pero Booth
la retuvo sujetándola por el brazo.
Así que sí, que
he disfrutado volviéndolo a ver: peleas, sarcasmos, un forense del FBI que
tiene sueños lujuriosos con Brennan
vestida de neopreno y sobre todo Piratas,
la maldición de Barbanegra, codicia
como la llama propiamente la doctora. ¡Ah! y se me olvidaba, la sonrisa de niño feliz y pillo de un Booth repeinado,
que se pasa la mitad del episodio amenazando a los que se meten con Brennan, en plan caballero blanco. Un divertido episodio que a pesar de que haya tensión sexual es puro Bones.
Van a
encontrarse con
Harry Tepper uno de los forenses, Booth hace las presentaciones y la
respuesta de Harry no puede ser más significativa.
— La conozco, la he leído. La
heroína es muy agresiva —dice refiriéndose a Kathy Reichs la protagonista de la novela de Brennan, adjetivo que al final de la escena seguro que le
aplica ya directamente a la autora. Porque Brennan en cuando le echa a un
vistazo al cadáver que hay sobre la camilla que al parecer es el de Ted Macy, muerto por ahogamiento
accidental, dice irritada.
— Esto es un cadáver con piel. Qué hago aquí. Yo no trabajo con piel.
— Esto es un cadáver con piel. Qué hago aquí. Yo no trabajo con piel.
Y cuando el forense le
muestra un tarro en el que nada un hueso dentro de una solución rosa, Brennan ya no es que se irrite, Brennan se enfada y mucho.
— Qué es eso —pregunta
— Una falange, un hueso de la mano —dice paciente el
forense como si tuviera que explicarle lo que es obvio y luego añade sarcástico
mirando a Booth —. Yo
creí que lo sabía.
— Y yo pensaba que cualquier
forense competente sabía que no hay que contaminar las pruebas—le
responde directa y poco a poco se va calentando, ha eliminado partículas y
elementos que podrían llevarles a atrapar al asesino y cuando Booth intenta pararla arrecía la escarchina.
— ¿Qué, es su primer
día aquí?
—le espeta al forense que al parecer llevaba más de 18 años en el puesto antes
de salir pitando.
— ¡Qué carácter! —protesta el interfecto y Booth
lo mira con malos ojos, no admite críticas a Brennan. Pero tiene razón ¡¡Qué
carácter el de Brennan!!
En el laboratorio, se
hacen apuestas por el origen del hueso. Angela
presume que es una "nativo
americano", mientras que Zack especula
"British Colonial" y Hodgins por llevarle la contraria que
es un “Revolucionario Americano”. Booth
es recibido con un “El destructor de pruebas está aquí” por parte de Zack y el agente en plan zen dice que supondrá
que es una broma para que no haya heridos.
El descubrimiento por
parte de Brennan de que el dueño del
hueso ha padecido sífilis terciaria, la datación por carbono que establece una antigüedad de trescientos años, añadido a que según Booth apareció en la "Isla Assateague", provoca el entusiasmo de Hodgins. Allí se encuentra “La poza de oro”, el lugar dónde se sospecha que se
esconde el tesoro de Barbanegra. Durante
trescientos años, la gente ha cavado, buscado y arriesgado la vida para
descubrirlo.
Y al oírlo el rostro de Booth se ilumina. "Así que la víctima encuentra pruebas de que el tesoro existe, tal vez incluso encuentra algo de él. Alguien lo quiere todo para sí mismo. Ciertamente, un buen motivo para el asesinato. Tenemos caso.
Y al oírlo el rostro de Booth se ilumina. "Así que la víctima encuentra pruebas de que el tesoro existe, tal vez incluso encuentra algo de él. Alguien lo quiere todo para sí mismo. Ciertamente, un buen motivo para el asesinato. Tenemos caso.
—¿De verdad crees que el tesoro existe?
—pregunta entusiasmado a Hodgins.
— ¿De qué os reís?—Pregunta.
— Son cosas de tíos, cielo
—le advierte Angela.
Booth
y Brennan
viajan a la isla de Assateague y se
encuentran con Branson Rose y Giles
Hardewicke enfrentados en una discusión. Branson al decir de Booth
es un millonario aventurero que viaja por medio mundo y hasta tiene un realite show. Ha financiado la
excavación y quiere retirarse del proyecto después de dos años y dos millones
porque no han encontrado nada. Giles de profesión buscador de tesoros, el socio sobre el terreno, lo amenaza con un pleito. Y discuten y discuten ignorando la presencia de Booth y Brennan. Hasta que está harta de cortesía les grita.
— Huesos, eso lo digo yo, soy el
que lleva la placa —le reconviene Booth.
Cuando el millonario
oye que en la excavación se ha cometido un homicidio cambia de opinión, "¿Qué encontró Macy para que
alguien quisiera matarlo? El material devuelva a su sitio. Un pirata que huele el tesoro del pirata muerto. ¿Y
quién no?
Cuando vuelven al
laboratorio Brennan lleva agarrado
del brazo al forense del FBI, no se fía de que no estropee más pruebas.
—Mandona —se defiende el hombre.
— No sigas por ahí —le advierte Booth señalándole con el dedo,
impidiéndole al pobre ese mínimo desahogo.
Cuando Hodgins al analizar las muestras
encontradas en la garganta y los pulmones de Ted Macy descubre que podían proceder de la “poza de oro”, le pide a
Brennan ser él quien se sumerja. Tiene experiencia como espeleólogo, pero resulta que ella, cómo no, tiene aún más que él.
— ¿Tú también buceas? —le
pregunta Booth
— Sí, tengo tiempo porque no tengo
televisión —le responde Brennan sarcástica
al oído
— Estará bien con neopreno
—suelta el forense libidinoso y la mirada que le lanza Booth si tuviera cuchillos en los ojos lo habría liquidado.
— ¡Aquí llega el pirata! —canta
Hodgins el enanito, ganándose el menosprecio de Dane
Mcgininnis que a regañadientes le ayuda a prepararse para la inmersión, no
quiere ser responsable de un dominguero que se hace el chulo porque se cree que
es mejor de lo que es.
—Creo que quieres bajar tú
—le dice Hodgins sonriente.
— La fosa es mía. Llevo 10 años
trabajando en ella. —le responde. Sabe que la fosa es peligrosa su
hermano murió ahí.
Hodgins desciende por la poza como un experto y cuando
llega al fondo encuentra… un cráneo humano ¿el pirata? Eso lo determinan en el laboratorio Zack y Brennan, como anteriormente la falange los nuevos huesos sufren sífilis terciaria (no les vale la normal como apunta Booth), raquitismo, escorbuto, “Pirata”, confirma Zack.
— Ahí lo tienes —asegura Hodgins
—, las pruebas antropológicas que confirman la teoría de que Barbanegra ejecutaba a sus hombres
después de enterrar el tesoro. Una ironía como Brennan le había dicho a Angela,
"Robar el tesoro y nunca disfrutar del botín".
—¡¡Bien!! —exclaman una vez más
al unísono Booth y Hodgins. Tan felices como si acabaran de robar el Galeón de Manila.
Y en esas están cuando se presenta el doctor Goodman, tiene un millonario histérico en su despacho que no se
quiere ir: Branson Rose. Él sólo quiere
que le devuelvan los huesos que le han robado ¿robado? Le concedieron un
permiso para cavar en el sitio y quedarse con lo que descubriera, el
Jeffersonian no tiene derecho alguno al esqueleto, pero es una prueba y
hasta que no encuentren a su asesino no se los devolverán.
Y mientras Booth comienza a interrogar
sospechosos, en el laboratorio, Brennan se
da cuenta de que… los huesos del pirata han volado.
— ¿Dónde han metido mis huesos?
—pregunta al Jeffersonian. Y el Jeffersonian tiembla. El primero contra el
que arremete es Goodman, él le
aseguró que las instalaciones eran
seguras.
El segundo es Booth que le pide que respire, que pare
el carro, pero no va a estar de Dios que Brennan
ceda, el laboratorio ha sido violado y sus huesos robados. Booth y Angela unen esfuerzos, “Cuenta hasta diez”, “Tómate un trago”
Brennan parece recapacitar, no
ha ayudado mucho, dice y añade —lo.., lo..
— Lo sientes —termina Angela, hay que ver la arrogancia de esta
mujer que ni siquiera le permite pedir disculpas por su comportamiento infantil.
Booth le hace ver lo positivo del
asunto, quién robó los huesos obviamente tenía que ver con el asesinato. Y el
turbión pasa.
No todo es tan malo, Zack guardó el hueso del dedo en su
laboratorio, así que Brennan examinándolo dice:
— Este hueso tiene algo
que no quieren que encontremos.
Y lo tiene, o mejor
dicho no lo tiene, no tiene ninguna partícula y además Brennan encuentra un pequeño agujero en la punta posiblemente "hecho por un arma".
Y se va al FBI a ver si al forense
rijoso se le ha escapado algún arma al examinar el cadáver de Macy. Pero no, no se le escaparon. Y aunque no están totalmente de acuerdo en la
forma en que lo estrangularon eso no explica lo que dañó al dedo. Y pensando,
pensando que lo que lo dañó no ocurrió hace trescientos años, se vuelve al
laboratorio.
Es Zack quien determina que el agujero del dedo provenía de "una aguja de acupuntura desechable y Brennan
al observarlo bajo la luz ultravioleta
que había sido limpiado y tratado… la deducción es lógica. Los huesos no estaban en la poza,
los colocaron allí.
— ¿Quién tiene huesos
de trescientos años? — pregunta Booth.
¿Quién va a ser? El Jeffersonian.
Y en el Jeffersonian al
abrir la vitrina que contiene los restos de un marinero que navegó con Morgan, partiendo uno de los huesos, Brennan demuestra que son artificiales,
alguien les ha pegado el cambiazo. Cogieron los huesos del Jeffersonian y los
pusieron en la poza de oro para hacer
creer que habían encontrado el tesoro, alguien se enteró al decir de Booth… ¿quién? El asesino.
Pero los problemas no
vienen solos en el Jeffersonian se presenta Cullen, el director adjunto del FBI, quien pone lo sucedido en sus
justos términos. El Jeffersonian tiene un problema de seguridad, alguien les
robó unos huesos del museo, los recuperaron en la poza y los han vuelto a robar
de nuevo, Aún así lo más problemático son los amigos del ministerio de defensa
de Branson Rose para quienes
construye bombardeos a los que no les gusta que el millonario se cabree.
—¿Temen que los bombardee?
—pregunta Brennan una vez más
sarcástica. Y no, no es humor de
squinter como apunta Cullen y sí,
tiene gracia, es puro Bones.
Booth apenas puede
contener la risa, mientras Goodman y Cullen se lanzan pullas, pero
al final es el que pone las cosas en su sitio. Alguien utilizó los huesos
robados para trucar la poza, un inversor se gasta un millón y se enfada porque
no pasa nada y de repente “Voíla, aparecen los huesos y vuelve cuak,
cuak, la gallina de oro”. Y no, no es una metáfora que Brennan entienda,
es una divertida interpretación. Booth apuesta
al socio como culpable.
En la excavación Hodgins y Dane ya amigos comparten
cervezas y vivencias. Y ya sea por la cerveza o porque era la primera temporada
y era un inexperto, Hodgins le
cuenta que los huesos son falsos, lo que no parece sorprenderle mucho de esa
maldita poza, pero como al doctor le ha picado el gusano del tesoro, está
dispuesto a ayudarle a bajar de nuevo.
Cuando Booth y Brennan le cuentan a Giles lo de los huesos robados y la
posible disolución de su empresa, él se defiende. Macy contó historias salvajes como parte de su actuación para
llevarse mujeres a la cama. Interpretaba
su papel de heroico explorador. Le echa de menos y para que lo crean les ofrece acceso completo a libros de la empresa.
En el laboratorio Angela y Goodman hacen de detectives
para averiguar cómo pudieron robar de allí los huesos y cronometro en mano
descubren que el autor fue uno de los guardias de seguridad. El muy cuco se hace el tonto, sólo le pagaron doscientos
pavos, eran unos huesos muy viejos. Pero Booth
le muestra una transferencia de diez mil dólares y los impositores fueron
primero Macy y la segunda vez Giles Hardewicke. Así que Brennan y Booth vuelven para interrogarle encontrándoselo muerto.
Y en la morgue del FBI,
Brennan y el forense vuelven a
enfrentarse cuando dictamina que murió igual que Macy con la laringe aplastada. Booth
insiste en que si se sigue pasando al hablarle a Brennan le partiría la cara, pero no le amedranta ¿Cómo
sabe que no me gustaría eso? Le dice con retintín. Pobre hombre, pero
aún tendrá que soportar lo peor.
Cuando Brennan examina las radiografías de los
muertos encuentra el mismo daño entre dos vértebras en un ángulo determinado, y
para mostrárselo a Booth utiliza al
forense marrano. En el movimiento Booth reconoce
una llave de las fuerzas especiales ¿Quién será el asesino?
En el currículo de Branson Rose aparece que sirvió en las
fuerzas aéreas especiales y cuando Brennan
y Booth le interrogan niega cualquier conexión con las muertes, también se
niega a hablar de su experiencia en las fuerzas especiales y cuando está a
punto de largarse Brennan lo frena
con una bofetada.
— ¿Un tío de las fuerzas especiales
no hubiera parado eso? —le pregunta a Booth, pero como le había pillado por sorpresa, le avisa y repite
la torta. Visto lo visto a Booth le
queda claro que el tío no perteneció a las fuerzas especiales, sólo es un
montaje.
¿Y
entonces quién es de una maldita vez el asesino? Un momento, un momento que está
ayudando a Hodgins, dispuesto a
bajar hasta el fondo de la fosa, a colocarse el traje de buzo. Y feliz con su
botella de ron baja a visitar a los fantasmas, no sabe hasta que está a punto
de convertirse en uno de ellos.
El instinto de Booth con cara de calamar acude a
socorrer a la justicia. Brennan lo
llama dar palos de ciego, pero tiene base científica. Dane dijo que Hodgins nadaba
como un calamar y eso en jerga militar significa marinero, ergo Booth pide sus antecedentes militares. Ergo, Dane
sirvió en las fuerzas especiales de la marina. Y no, Booth no le tiene miedo aunque los Seals sean muy buenos, él fue un Ranger.
Y la arrogancia de Brennan está a punto de costarle un
serio disgusto al doctor Hodgins
porque nada más echarse en cara a Dane
le dice que es él el asesino sin percatarse, como le advierte Booth, de que hay alguien en la fosa y
él sostiene entre sus manos los tubos de la respiración que de inmediato
amenaza con cortar.
Mientras la tensión se
masca en el exterior en el interior de la fosa Hodgins sigue su descenso. Booth
le pide a Dane que se aparte de
la fosa y Dane que Booth tire la pistola al agua, le eche
las llaves, se esposen los dos juntos mientras él escapa en el coche.
— Hazlo, hazlo —le pide Brennan a Booth asustada.
Pero ni una cosa ni
otra sucederá. Ha matado a dos hombres, Booth
no dejará que se vaya. Dane se burla
de los dos embusteros que plantaron los huesos, deshonrando a su hermano y
otros buenos hombres que murieron en la búsqueda del tesoro.
Y reta a Booth, ¿Crees que podrás matarme antes de
que corte la manguera?
—Soy bueno.
— ¿Sólo bueno? —Se extraña Brennan.
De repente Hodgins ajeno a lo que sucede, muestra
feliz a la cámara el tesoro que ha encontrado, una moneda de oro. Pero no es
suficiente para distraer a Dane que
cree que será algo robado del museo. Booth
le dispara al ordenador.
—Sí quieres verlo tendrás que
traer a Hodgins arriba —le dice Brennan,
dispuesta a enmendar su error anterior— Por favor, está allí abajo porque cree en
eso, es igual que tú, igual que tu hermano
— ¡Súbelo! —le ordena Booth
en su duelo de voluntades.
— Hazlo por tu hermano —le
pide Brennan. Y ganan. Dane suelta la manguera.
Y al final ¿qué? Al
final, reunidos todos ante la urna que contiene los restos del marinero
viajero, Hodgins le entrega a Goodman la moneda maciza de oro
encontrada, no habrá más. El tesoro ya fue saqueado.
Angela
le ha
hecho un retrato, ella y Brennan
creen que estará feliz de volver a casa, pero Booth y Hodgins saben que no es así, estaría más feliz en el fondo
de la fosa, con los demás… ¡¡PIRATAS!!
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