Absolutamente asqueroso y encantador, fueron las palabras que ayer utilizó Stepen Nathan, productor ejecutivo de Bones, en la entrevista que mantuvo con los medios para definir lo que íbamos a ver en este episodio, y tenía razón. Asqueroso, de lo más asqueroso que nos ha ofrecido Bones, el cuello del doctor Hodgins hinchado con una especie de divieso que en realidad es un embarazo. Sí, nadie se ha vuelto loco, bueno, sí, un poco, los guionistas de Bones, en este caso la escritora Kathy Reichs y su hija Kerry, que han ideado una trama tan delirante.
Asquerosa … encantadora y … tierna. Está bien que después de “tanto romanticismo” como el que soportamos en la Luna de Miel de Booth y Brennan, venga un episodio totalmente diferente. Desde hace un tiempo el doctor Hodgins es el contrapunto cómico de la serie, algo así como el hermano mudo de los Hermanos Marx, con sus experimentos locos y su paranoia con las conspiraciones; sin embargo en los últimos episodios centrados en la pareja protagonista, no había brillado tanto su vis cómica como la asquerosa (recordad lo feliz que se sentía con los vómitos del halcón en The Lady in the List), en este episodio se han superado en ambas cosas.
Que el doctor Hodgins tiene un punto de locura era sabido, a Angela fue lo que la enamoró, que quiera parir… una mosca es una idea de las que te envían al manicomio o a Suecia a recoger el premio Nobel. Pues ese ha sido el trabajo principal del doctor en The Dude in the Dam, además de encontrar el arma del crimen, y permitir que unas babosas hermafroditas disfrutaran de una orgia interminable consigo mismas.
El doctor ha experimentado en sus propias carnes, con un propósito noble y altruista se ha inoculado en el cuello la larva de una mosca, la ha dejado alimentarse, convertirse en gusano y finalmente, en un parto doloroso, ayudado por su amante y asqueada esposa, ha parido una hermosa mosca, “Jefferson”, la han bautizado, que no sólo dará lustre a su currículo sino que contribuirá a luchar contra las fiebres en algún país lejano.
Bien por el doctor Hodgins y bien por Angela que ha estado a su lado durante la gestación y el parto, sin escaquearse a fumar un cigarro. Y divertidas las escenas con Wendell, el hombre muy preocupado por el resultado del experimento, temiendo que lo que terminara pariendo el doctor fuese un alien, de ahí sus referencias a la película “La Mosca”; por cierto en el vídeo de Halloween de Bones se ven escenas de esta trama. La larva, una vez convertida en gusano, necesita salir a respirar de vez en cuando y sale, la puntita nada más, pero salir sale… asqueroso… y tierno la escena en que los tres: Hodgins, Angela y Wendell contemplan arrobados al recién nacido.
Hechadle un vistazo al vídeo, los últimos segundos, si no habéis visto el episodio y entenderéis de lo que hablo: Asqueroso
Es bien sabido que cuando los productores de Bones no saben qué hacer ponen a la doctora Brennan socialmente en un aprieto. Su afán por la objetividad y la verdad, su brillantez e inteligencia la convierten en una inadaptada socialmente, esa es una premisa de la serie; aunque parecía que con el trato continuado con Booth y sus explicaciones sobre la vida, esa disfunción se había atenuado, en este episodio ha sido de nuevo un recurso del guión.
Y una vez más el conflicto lo ha desatado una entrevista en televisión en la que hablaba de libros. Al parecer está a punto de publicar el sexto de las aventuras de la doctora Reichs y el Agente Andy, (que no se decidiera por fin a matarlo como sugirió en la luna de miel, es algo de agradecer). Pues en la entrevista dijo lo que en realidad pensaba de Tess Brown, otra escritora de novelas de misterio, por supuesto lo dijo sin ningún tacto y Booth se lo reprocha, no así Wendell ni Cam que en todo le dan la razón con tal de no discutir con ella.
Brennan, buena persona, decide disculparse. Pero Tess lo que quiere es vender más libros y buscando la polémica vuelve las palabras de la doctora en contra de ella. Lo divertido de la escena no es tanto verlas discutir sobre sus lectores como la cara del entrevistador intentando que la sangre no le salpique.
El final de esta trama es digno de una fábula, de las del siglo XVIII, con moraleja y todo. Un escritor no debe decir jamás lo que piensa de sus lectores o se arriesga a quedarse sin ninguno; eso lo podían hacer hace diez, quince años, pero no ahora cuando hasta las viejas camareras disponen de canal propio en Youtube y una metedura de pata se convierte en viral en menos de un minuto.
Booth, si Booth ha estado por el episodio, ha mantenido una pequeña discusión al principio y otra al final con Brennan, como las que podrían tener un viejo y aburrido matrimonio, como las de la octava temporada, y durante el episodio ha interrogado a los sospechosos con el comisario político “doctor Sweets” al lado, corrigiéndole cuando se equivocaba.
El caso, el caso, claro, todas las semanas hay un caso en Bones, cómo puede olvidárseme sabiendo que es lo que nos tiene enganchados a más de siete millones cada semana a Bones. Sí, hubo una víctima, un tal Sean Nolan, the dude, un hombre que estaba fundando su propio reino, vendiendo su esperma de macho alfa a parejas necesitadas. Salvo que no lo era, sino un mentiroso y un don Juan que vivía de las mujeres y se drogaba para aumentar su recuento de espermatozoides. ¿Sospechosos?, los habituales, la encargada del banco de esperma que lo despidió por mentir en su currículo, su camello, uno de sus clientes. Como siempre de los interrogatorios y del trabajo de los cerebritos se consiguen las pistas, aunque, igualmente como siempre, es imposible descubrir al asesino, porque la pista crucial la descubre Brennan en el último minuto.
No voy a descubrir al asesino, sólo hablaros de su novia oficial, un personaje por el que podría sentir cierta afinidad porque se gana la vida como “contable”. Una mujer poco atractiva, que sabe que lo es, que cuando se entera de que está muerto llora, llora desconsoladamente, ella lo mantenía, pero ¿quién no ayuda a su pareja cuando lo necesita? Eran felices. Bien, pues esta pobrecita, cuando la acusan de ser la asesina, porque Sean la iba a abandonar para tener un hijo con otra mujer, se reía a carcajadas, se reía y no paraba; no entendía que hubiera alguien que en verdad creyese que Sean fuese a tener y a cuidar a un hijo propio, él no quería hijos, quería trofeos. Y me pregunto ¿conociéndolo tan bien cómo podía estar enamorada?
Si el episodio no chirría como "la contable", aunque se le notaba que era un bonus de la octava temporada, si me ha parecido divertido, ha sido por el final de la trama de Brennan y su competidora tramposa que ha recibido el justo castigo a sus manipulaciones. Y desde luego el doctor Hodgins y su bebé quedarán, no me cabe duda, en la antología de Bones, su "¿Cuántos hombres pueden afirmar que han dado a luz?" es impagable, sobre todo porque se lo creía.
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