Lo
dice la doctora Brennan. Y las que
hay que aplicar al hablar del episodio The
Cowboy in the Contest las estableció el showrunner de Bones, Michael Peterson, en la rueda de prensa que dio al comienzo
de la temporada. Cuando Emily Deschanel
dijo que su episodio de incognito preferido era el
del “Circo”,
es decir, Double Trouble in the Panhandle (4.12), Peterson, muy seguro de sí, le respondió que “Tal
vez el próximo año tenga que cambiar la respuesta”. Para mí que no midió bien sus fuerzas.
No
dudo que Emily Deschanel y David
Boreanaz se hayan divertido rodando las escenas del concurso de tiro al
estilo del Viejo Oeste, montando a
caballo, luciendo sombrero y botas de cowboy, antiparas y revólveres, amedrantando a los monigotes
pintados en los blancos con gritos como “”Estas
rodeado de guardias, cobarde de vientre amarillo”; y puede que hasta el
próximo año Emily Deschanel cambie su respuesta y diga,
como pretendía Peterson, que The
Cowboy in the Contest es su episodio de incógnito favorito, pero no creo
que suceda lo mismo con las fans ni con un espectador neutral.
The Cowboy in the Contest es a Double
Trouble in the Panhandle lo que el sheriff Glen “Polvo de oro”, el simpático
y patoso enamorado de Brennan en el
episodio, es a Big River Buck, el
asaltador de caminos que interpreta Booth.
No hay comparación.
Porque Double Trouble in the Panhandle no sólo es, con serlo y mucho, un
episodio divertido en el que Booth y
Brennan se disfrazan de Buck y Wanda
para atrapar a un asesino, ni tan
sólo un episodio emocionante, que lo
es y mucho porque por momentos se “masque
el peligro” (Booth lanzándole un
cuchillo a Brennan y atravesándole
una nariz de atrezo, Brennan caminando
sobre la cuerda floja...
Sino un episodio originalísimo que conjuga
el divertimento y la emoción que la
palabra “circo” nos produce a todos
con la experiencia, por entonces, cuarta
temporada, increíble y única:
conocer a una Brennan
irracional, y espontanea que se entrega y disfruta de la farsa con la
inocencia y la alegría de un niño. Sin olvidar la connotación sexual que en esa entrega
veía la mente retorcida del doctor
Sweets.
Y tal vez sea eso lo mejor
de The Cowboy in the Contest, ser reflejo
de los cambios experimentados por Brennan,
del cambio de juego que se ha producido en Bones
desde aquella memorable cuarta temporada.
La
vieja Brennan, la mujer
independiente, la que prefería pasar sus vacaciones en excavaciones
arqueológicas o ayudando a desenterrar muertos por las represiones de los
escuadrones de la muerte, la que no entendía que una mujer pudiera hipotecar su
vida, perderla, por el cuidado de un bebé gritón, a estas alturas de la serie ha
desaparecido.
Brennan ha florecido, se ha convertido en una mujer “completa” gracias a la experiencia del amor. Pero aunque
aparentemente mantenga su espíritu indómito lo cierto es que ha dejado de ser
dueña de su vida en beneficio de los seres que ama, un hombre, dos hijos, una
familia. Brennan es ahora una mujer “completa”, sí, pero también tradicional.
Una mujer que cuando comienza el episodio le pregunta a su marido cómo quiere la coliflor, sí, la coliflor porque
mientras se dirige al trabajo está planificando la agenda de la familia, las comidas, las vacunas de Hank, las excursiones de Christine; una mujer que al abrir la
guantera del coche para buscar el permiso para la excursión de su hija, pone el grito en el cielo porque
descubre que Booth quiere comprarse
una moto antigua.
—Acepto los riesgos de nuestro trabajo, pero
no los adicionales —dice tajante.
— Me pondré casco —responde conciliador
Booth.
Pero va a ser que no, porque de inmediato Brennan le lanza
una retahíla sobre todos los huesos de su ya quebrantado esqueleto que
se romperá.
La trama
comienza cuando Booth decide acudir
de incógnito a los Frontiers Games,
una competición de tiro al blanco al estilo del viejo Oeste, de la que era
campeón la víctima del asesinato que investigan y ella asume sin problemas que
no podrá acompañarlo por el mucho trabajo que tiene en el laboratorio. Sin
embargo, cuando Angela le pide
explicaciones de por qué Booth va a
infiltrarse sólo, no sólo admite que le parece extraño, sino que añade que también
lo es el comportamiento último de Booth,
que quiere seguir poniendo su vida en
riesgo por no se sabe qué.
Y es entonces
cuando su amiga Angela la confunde,
porque le dice que ese no se sabe qué,
es, “Emoción”.
De lo que Brennan deduce que para Booth su vida juntos se ha vuelto
rutinaria, que necesita divertirse lejos de ella. “Los dos necesitáis divertiros”, dice
Angela. Y en el rostro de Brennan aparece una sonrisa
maquiavélica.
Y cuando volvemos a verla, para
sorpresa de Booth y nuestra, aparece
por el saloom del rancho vestida al estilo del viejo Oeste con dos revólveres en la cintura dispuesta a participar
en la competición de tiro como Wild Card
Wanda, fingiendo no conocerle porque
ha decidido "no ser rutinaria”, dice cuando Booth le pide explicación. Según ella Wild Card Wanda está llena
de diversión y sorpresas, pero lo dice Brennan,
no las acciones de Wild Card Wanda.
Y a partir de ahí el
episodio se transforma en un doble duelo entre la pareja. El de la competición de tiro, y el de las miradas,
retadoras en el caso de Brennan, de
enfado e incomprensión en el caso de su marido. Un doble reto exento totalmente de emoción, porque su ligero
coqueteo con Glen “Polvo de Oro”, apenas
logra arrancar de Booth una media
sonrisa de incredulidad.
"—Me siento tan tonta—, le dice finalmente Brennan a Booth—Todo, todo esto es tan irracional, ¿cómo he podido pensar que coquetear con otro hombre, superarte en un concurso de tiro, tendría un efecto positivo en nuestra relación?
— Espera un segundo. En primer lugar si piensas que estoy preocupado por ti porque te vas con un tipo patoso que viste un traje de sheriff demasiado estrecho, te equivocas —le contesta Booth."
¿Entonces dónde está la diversión del episodio? Para mí que la diversión, que la hay, está en el patoso, simplón y buenazo de
Glen Polvo de Oro, al enamorarse de Wild
Card Wanda, al creerse con derecho a su amor porque la ha llevado de
bracete a la barbacoa… Atizándole un derechazo a Booth cuando lo pilla besándola en la
pista de baile…
En Booth arrastrando a Glen por encima de la barra del bar como en las
peleas de las viejas películas del oeste…
En Brennan botella en mano golpeando en la cabeza a uno de los contrincantes
de Booth…
En Aubrey, sin guitarra, metiéndose en la refriega “Porque soy de tu banda”.
Y finalmente en la sorpresa
que se lleva el pobre Glen, en su rostro desolado cuando Booth muestra su placa y dice que hay un nuevo sheriff en la ciudad,
se llama Seeley Booth y es agente
del FBI, cuando Brennan finalmente se
presenta como la Doctora Temperance
Brennan del Jeffersonian y cuando añade señalando a Booth “También la madre
de sus hijos”.
¿Y la emoción? ¿Dónde está
la emoción? ¿En lo feliz que se siente Angela
por cuidar a Christine y a Hank Booth
todo el fin de semana? ¿En su sueño de conseguir una gran familia? ¿En la “inconcebible” negativa del doctor Hodgins a tener más hijos porque
está feliz siendo sólo ellos tres? No por cierto. No puedo creerme ni por un
momento que el bendito doctor Hodgins
que besa el suelo por donde pisa su mujer, ese hombre generoso con todos, se
niegue a ampliar su familia y lo haga por un motivo tan sumamente egoísta.
Tampoco en las dudas de Cam sobre la profundización de la
relación casual con derecho a roce que mantiene con el fotoperiodista Sebastian Khol. En todo caso en las
palabras de Daisy, cuando le dice
que comprende lo difícil que es abrir su corazón después de una gran pérdida. “Lleva tiempo y requiere coraje”, dice y
añade “Si no lo hace se irá encogiendo poco a poco por dentro”, esas
son sabias palabras.
Cuando Michael Peterson presento The
Cowboy in the Contest dijo que el episodio mostraría el estado de la
relación entre Booth y Brennan. No
sé si era necesario, porque a la vista de lo visto en lo que va de temporada no
hay duda de que son un matrimonio feliz,
de que a Booth no le importa que Brennan no sea una mujer espontánea en
el día a día teniendo en cuenta que sí lo
es en su cama “¿Eres así de
espontanea en el sexo real?”, le
preguntó Booth en The Double Trouble in
the Panhandle cuando descubrió asombrado lo bien que respondía a sus
movimientos sincopados fingiendo sexo en la caravana de Buck y Wanda. “Sí, siempre”, respondió Brennan.
Todo el
episodio se sustenta en un malentendido, en una apreciación equivocada de Angela, que lleva al error a Brennan. Booth no busca emoción fuera
de su casa. Es un hombre feliz, está casado con la mujer que ama, con su rutina
familiar, bañando
a sus hijos, metiéndolos en la cama, contándoles un cuento. Él quería comprarse una moto simplemente porque es “cool”.
Ahora bien, por nada del
mundo, por mucho que diga Brennan que
las normas son las normas aceptará
que su descalificación como ganador de la competición de tiro convierta la convierta a ella en la ganadora; ni mucho menos cambiará su sueño de
la moto por conducir la bicicleta, ni mucho menos a usar el casco que Brennan, en compensación le ha
comprado.
"— Buck era más lanzado que tú, montaba en motocicleta.
— Y Wanda más graciosa que tú, me dejó quitarle una nariz de goma de la cara con un cuchillo. Tú nunca harías eso, eres demasiado racional."
Se dicen el uno
al otro cuando al final de Double Trouble in the
Panhandle contemplan el camino más allá del horizonte por donde ha desaparecido
el circo. Y visto The Cowboy in the
Contest esas afirmaciones siguen siendo válidas, aquel Buck y aquella Wanda eran mucho, mucho más divertidos. Alguien
tendría que decírselo a Michael
Peterson.
Por cierto, que la víctima
del caso haya sido un contable (como yo) a
quien el asesino le frustra el cumplimiento de su sueño no ha contribuido
demasiado a mi disfrute del episodio. Ni tampoco que su jefe le entregara la
contabilidad de una empresa ficticia (¿quién quiere contabilidad profesional de
una empresa ficticia?) porque tenía que terminar una novela. Pero no ha estado
mal, sólo que tenía que haber sido muchísimo mejor para superar a Double Trouble in the Panhandle.
¿Qué os pareció a vosotros?
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