Como un misterio
de los de Agatha Christie nos habían anunciado The Stiff in the Cliff, episodio
en el que el equipo del Jeffersonian investiga el asesinato de Henry Charles, el explorador millonario
desaparecido en Alaska hacía más de quince años cuando en compañía de su guía
de montaña y mano derecha Declan Marshall, del arqueólogo Marcus
Eldridge, su profesora ayudante Hazel Mitchell y el becario Clark Edison excavaba los restos de la expedición Frank de
principios del siglo XIX, de la que asombrosamente descubrieron que habían
practicado canibalismo.
Y en verdad que el planeamiento es el típico de las
novelas de Agatha Christie, un crimen en una comunidad cerrada y la
necesidad de desentrañar las relaciones entre los sospechosos para descubrir al
asesino, lo que a la señorita Marple,
con su tranquilo cotilleo y sus grandes dosis de observación e ironía, y a Hércules Poirot, el detective belga con
cabeza de huevo, poniendo a trabajar sus células grises, se les da de
maravilla; pero…
Pero mejor será empezar por el principio.
EDUCANDO A
CHRISTINE
Y el principio es Brennan
y Christine enterándose de la noticia de la aparición del cadáver por la
televisión. Booth no parece muy
conforme conque Christine esté
viendo la televisión entre semana, la niña se defiende con palabras de su
madre, “es educativo”.
El nombre de Henry
Charles despierta la atención de Booth.
Sin embargo cuando en las noticias mencionan el canibalismo y Christine, niña inteligente, quiere
saber qué significa, su instinto de padre despierta al censor y la televisión
funde a negro. Brennan es la
encargada de explicarle a su hija lo que significa la palabra “gente que come gente”.
Por supuesto la niña siente repugnancia y Booth la manda a prepararse para la
escuela, después de todo sólo es “un monito” de primer grado, ya tendrá tiempo
de aprender esas cosas cuando estudie secundaría.
Christine, sin embargo se muestra reticente en lo de ir a
la escuela, tiene una pregunta muy importante para ella ¿Y sí Lukas empuja a Emma otra
vez? Terrible dilema para una niña. Booth no tiene dudas:
— No permitas que ese brabucón de Lukas empuje
a Emma, defiende a tu amiga —le dice fijando el subtexto del episodio.
Pero ¿cómo se hace eso?
— ¿Empujo a Lukas? —Pregunta Christine.
Booth debe tenerlo
claro, aún así se vuelve hacia mamy que niega con la cabeza.
—No, no, no, nunca debes empujar a nadie
—le dice el padre.
— Sólo utiliza las palabras —le pide Brennan.
Sabio consejo, difícil de llevar a cabo… ¿cómo se
defiende a un amigo ante un bravucón solo con palabras? Y aún así Brennan, en plan madre, no está
conforme con que Booth aliente a Christine a meterse en peleas en el
patio del colegio, y Booth, en plan
padre, por supuesto, no entiende a su
vez el porqué no habría de hacerlo “Es su
amiga”.
Cuando parece que va a comenzar una de sus sanas discusiones suena el teléfono,
es del laboratorio, Brennan será la
encargada de la identificación del cadáver de Henry Charles. Y nuestra querida doctora por unos momentos se vuelve
loca de alegría.
PREPARANDO UNA
BODA
En el Jeffersonian Cam se lamenta ante Angela de la expectación que ha causado la aparición de los restos del explorador millonario, tendrá que cancelar su cita con Felicia, su hermana. Angela se extraña de la cita pensaba que no se hablaban. Cam le cuenta que está tratando de hacer las paces ayudándola a planear la boda y entonces Angela, frunciendo el ceño le pregunta si es una buena idea. Pregunta impertinente dónde las haya.
Y más impertinente aún cuando ante la
respuesta de Cam de que dejarla planear su
boda es una fórmula para intentar recuperar la relación que tenían antes, Angela añada “¿quieres decir la que teníais antes de
que ella se lo hiciera con tus novios?, puedo entenderlo, las mejores amigas suelen tener
estas maldades.
Lo que ya no me parece pertinente es la respuesta de Cam “Tecnicamente Booth y yo habíamos dejado de salir cuando lo besó”. ¿De veras esa es la pendencia entre ellas? Sí mal no recuerdo en aquella escena del episodio The Intern in the Incinerator (3.06) quien salió mal parado al final fue Booth, porque las dos hermanas se fueron juntas en amor y compaña a comer dejándolo abandonado.
Tampoco entiendo como alguien tan profesional y responsable abandone su trabajo en un caso con tanta repercusión ni que alguien tan elegante y de tan buen gusto al vestir pueda elegir como vestido de novia uno con cuerpo bordado, falda de tules y unas inmensas mangas farol. Acepto que algunas novias deseen parecer princesas el día de su boda, que Cam la mujer hecha a sí misma en un momento de debilidad quiera parecerlo, pero…. ¿con ese vestido? Sorpresas que da la vida.
DE SORPRESA EN SORPRESA
Eso es lo que
tiene la vida ¿no? Que a veces te da sorpresas. Y una sorpresa y grande se
llevan Brennan, Cam, Angela y Hodgins
cuando en la plataforma forense, mientras examinan el cadáver que podría ser el
de Henry Charles se presenta el doctor Clark Edison y no sólo dice
reconocerle sino haber sido miembro de
la expedición en la que desapareció. ¿Cómo pudo ocultar algo tan
publicitado en su currículo? ¿Cómo pudo pasársele a Cam o a Brennan si su rostro estaba en la fotografía que preside
las salas del Jeffersonian dedicadas a la expedición?
Que el doctor Edison se sorprenda a su vez cuando
la doctora Brennan dictamine que la
muerte de Charles fue un asesinato y
de inmediato lo aparte del cadáver porque se ha convertido en sospechoso no
tiene más razón de ser que la conmoción por la revelación ¿Qué otra cosa podía
hacer sin comprometer su trabajo?
Y aún nos queda
otra sorpresa y más relevante aún porque es la que habilita el misterio de quién mató a Henry Charles, la que
posibilita el caso y lastra el episodio. Cuando Booth y Aubrey van a casa de Edison
para hablar de lo sucedido en la expedición el doctor les cierra la puerta en
sus mismas narices, por consejo de sus
abogados ha decidido guardar silencio.
¿De veras hace eso alguien inteligente que
además es inocente y trabaja en el Jeffersonian resolviendo asesinatos?
¿QUIÉN MATO A HENRY CHARLES?
Aceptémoslo. Aceptemos que tenemos un asesinato que
resolver acaecido hacía quince años en un lugar inaccesible y con cuatro posibles
sospechosos. ¿Cómo hubiera resuelto
Agatha Christie el misterio? Convirtiendo a Booth en la señorita Marple, en el curioso impertinente que con
preguntas simples y capciosas deja al descubierto las más íntimas intenciones
de los sospechosos y termina enfrentándolos con sus errores. Convirtiendo a Brennan en trasunto del sabio Hercules
Poirot, haciendo trabajar sus maravillosas células grises. Pero ni la
señorita Marple ni el pequeño belga han aparecido por el episodio.
Es cierto que a través de los descubrimientos en el
laboratorio han avanzado en la investigación, han descubierto el arma del crimen,
un piolet, que a Charles le tiraron
desde una altura considerable que existía en aquellos tiempos en que el cambio
climático no estaba arramblando con los hielos del Ártico. Pero nada que les acercase a encontrar al asesino.
Faltaba lo
importante, el motivo, y eso sólo se averigua indagando en las relaciones
personales de los sospechosos con la víctima. Y eso Booth no ha podido
obtenerlo en la sala de interrogatorios, convertido por el guion en mero
testigo de lo que unos y otros decían. Nunca
antes había sido tan irrelevante su participación en un caso. Y su
contribución a la resolución ha consistido en quitarle su libro al sospechoso decirle a Brennan que a la gente le
interesa la gente que come gente, lo que ha despertado las células grises
de la doctora, permitiéndole encontrar la verdadera causa de la muerte.
Que no es otra que una falsificación. El doctor Eldridge, el arqueólogo dijo haber
descubierto en los restos de la expedición Frank
huellas de canibalismo, eso no sólo le hizo famoso sino millonario con su libro
de divulgación, porque como dijo Booth a
la gente le interesa saber de gente que se come gente, Brennan, espoleada por la frase, examinando el libro de Eldridge descubre que las fotografías
son borrosas intencionadamente, y en los huesos de la expedición Frank que las
cortes que podrían demostrar el canibalismo no se hicieron con instrumentos de
principios del siglo XIX sino con los del siglo XX. Eldridge mintió.
Y lo hizo, lo acepta, pero no hallará nada que lo señale
como el asesino. Y Brennan no lo
encuentra. El caso se resuelve cuando voluntariamente el doctor Edison, rompiendo su inexplicable silencio,
habla, descubriendo el complejo entramado de relaciones personales y
profesionales de los miembros de la expedición Charles. Su enamoramiento de la profesora Hazel Mitchell, su falsificación de los registros de la
expedición en los que no marcó que Hazzel
había dañado con su piolet los restos del cadáver de Frank al astillarle la vértebra C4.
Si lo hubiera dicho al principio, si hubiera contado todo
lo que ocurrió en Alaska la doctora Saroyan no habría tenido complejo de
culpa mientras se probaba vestidos de novia y habría loncheado mucho antes el
cerebro de la víctima y encontrado incrustado en él, el trozo de la C4 del
cadáver de Frank que como bien deduce Wendell delataba a la asesina.
AMIGOS Y SOSPECHOSOS
¿Alguien en el Jeffersonian o entre las seguidoras de Bones ha pensado por un momento que Clark Edison podría ser el culpable? Por
supuesto que no. Y sin embargo cuando ya
está todo resuelto él le hace esa misma pregunta a Brennan. Y Brennan le
dice la verdad, que hubiera sido perjudicial para él que hubiera tenido en
cuenta sus creencias personales. “Pero no, nunca pensé que fuera capaz de
semejante crimen”.
Edison no mató
a Charles pero a sus ojos y a los de la comunidad científica sí cometió un crimen,
falsificó las evidencias, está dispuesto a presentar su renuncia, debiera haber sabido que el canibalismo era
un fraude. “Cualquier antropólogo forense digno del Jeffersonian lo sabría”.
Y Brennan le
hace ver que en esos momentos no era un antropólogo forense sino un estudiante
persuadido por su profesor y le muestra la última edición de la revista de
antropología en la que aparece un artículo que ha escrito en su defensa. Porque
todos los expertos han cometido algún error —le dice— y
porque además eso es lo que los amigos y compañeros de equipo hacen, se
defiende mutuamente.
Ante tal declaración, Clark henchido de emoción la abraza. ¡Bien por Brennan!
Al final nos quedará el buen recuerdo del episodio no
sólo por esa escena, sino por la que no vemos y nos cuentan. La iniciativa e
inteligencia de Christine, que
puesta en la tesitura de tener que defender a su amiga Emma del matón de Lukas
utiliza primero, obediente, las palabras llamándole troglodita, y vista su ineficacia, solidaria se mete en el barro con su amiga. ¿Os imagináis la cara
de envidia de Lukas cuando viera lo
bien que se lo pasaban las dos chapoteando en el barro?
No es de extrañar que Booth se sienta orgulloso de sus dos chicas por defender a sus
amigos.
— Christine no defendió a nadie
voluntariamente, se metió con Emma en el barro después de que Lukas la empujase
—le contesta una literal Brennan,
seguramente enfadada por haber tenido que limpiar el vestido.
— Solidaridad, Bones —le explica su
marido—, saltó al barro con un propósito, igual que tú tenías un claro objetivo
con ese artículo que escribiste acerca de Clark.
Que en el mundo líquido en el que vivimos el
desacreditado doctor Eldridge
consiga un acuerdo de dos millones de dólares por escribir un libro sobre lo
que ocurrió en la expedición Charles
es una de sus muchas injusticias. Que Brennan
no tenga secretos que Booth pueda
divulgar escribiendo un libro y conseguir otros dos millones para comprarse una
pista de hielo otra.
Que la pareja discuta de sí con los hipotéticos dos
millones comprarían paneles solares, yates o aviones, el juego final del
episodio.
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