Cameo del productor ejecutivo de Bones Barry Josephson |
Y lo es, porque aunque deje un montón de cabos sueltos, aunque lo que nos cuente, en llamémosle elipsis, no se atenga del todo a lo que nos habían contado en los geniales The Monster in the Closet (11.13) y The Nightmare within The Nightmare (11.22) (gracias, David Boreanaz, él éxito de ese episodio se debe a su extraordinaria y manipuladora dirección), sí cumple el objetivo para la que fue escrito: “Hacerle justicia a Zack”.
Lo ha dicho Michael Peterson en las declaraciones que hizo a TvLine “No queríamos que (Zack) fuera recordado como un asesino (…) Quisimos reparar el pasado y decir: "Él va a estar en un lugar mejor para cuando el espectáculo termine." Y eso, dejar en un lugar mejor a un personaje cuando una serie termina, es lo que hacen las grandes series. Bien por Bones.
EL DESPERTAR DE BRENNAN
El episodio comienza justo donde lo dejaba The Nightmare within the Nightmare (11.22) con Brennan despertándose, pero no de una de las pesadillas que la habían abrumado anteriormente. Intenta levantarse, “Necesito irme, necesito encontrar a Booth”, dice. Zack, le pide por favor que no lo haga, ha dormido dos horas y en su organismo aún tiene restos del sedante que le ha dado. Brennan insiste, debe dejarla marchar si no Booth lo encontrará. Zack le ordena que se detenga, prefiere no hablar de Booth.
— Zack ¿Qué te ha pasado? —le pregunta mirando la cicatriz que cruza su frente— ¿Qué te ha pasado en la cabeza?
— ¡Oh, eso! —le responde Zack sarcástico —Olvidé que no ha venido a verme hace tiempo.
Y llegados a este punto no se puede sentir otra cosa que lastima por Zack y preguntarse qué ha ocurrido durante estos ocho últimos años. Porqué quienes él consideraba su familia, los que le recibieron con tanta alegría, incluida Brennan, cuando se escapó del manicomio para ayudarles a resolver el caso en The Perfect Pieces in the Purple Pond (4.05), le han abandonado a su suerte. ¿Os imagináis cuán solo, cuán desesperado se ha debido sentir siendo el rey del manicomio estando cuerdo, sabiéndose inocente? Qué de extraño entonces que cuando Brennan insista en que quiere ayudarle, el rencor suene en su voz. Zack ha cambiado:
— Doctora Brennan —la interrumpe— sé que está acostumbrada a que yo sea su ayudante, siempre me ha dicho que hacer, hoy el zapato está en el otro pie.
¿Quién podría dudar tras ver esta primera escena, que algo terrorífico está planeando para ella?
BOOTH AL RESCATE
Por supuesto que el equipo del Jeffersonian, que Booth la están buscando desesperadamente. Para cuando éste regresa al laboratorio, Angela y Cam ya han descubierto mirando las cámaras de vigilancia que no han salido del Jeffersonian y Hodgins y Wendell, siguiendo como Pulgarcitos el rastro de la loción de manos de Brennan, que han utilizado uno de los ascensores. Cuando Booth llega no tiene dudas, Zack la ha llevado al sótano. Y en el sótano los encuentra, pero no en cualquier sitio, sino en el que fue el comienzo de la desgracia de Zack, la cámara de Gormogon.
Booth, arma en mano, los sorprende, Zack empuña una jeringuilla frente a Brennan. “Tírala, ya” le ordena. Y repite la orden amenazándole con la pistola. “Voy a contar hasta tres. Uno…” Zack se vuelve. Booth, dice “Dos”. Zack le pide un momento para hablar, pero Booth termina la cuenta “Tres”.
— ¡No, Booth! —grita Brennan poniéndose delante de Zack, interponiéndose entre él y Booth.
—Bones, ¿qué demonios estás haciendo? Apártate —le pide.
— No, Booth, no lo entiendes, no iba a usar la jeringa contra mí.
Y entonces Zack como si le fuera la vida en ello, que le va, por fin se explica. Su plan era inyectarse así mismo una dosis de pentotal sódico, el suero de la verdad, necesita que la doctora Brennan le crea. Él no mató a nadie.
Mientras ante la mirada triste e incrédula de Cam y Wendell, Aubrey se lleva detenido a Zack, Brennan frenética corre hacia su despacho, negándose a ir al médico como quiere Booth. Se encuentra bien, dice. Booth enfadado no la cree, cómo va a creerla si le acaba de decir que a lo mejor Zack no lo hizo.
En realidad parecen los dos un poco histéricos. Brennan quiere ir a su casa a ver a los niños y aunque Booth le dicen que están a salvo, insiste. Booth, frenético, le pide que se tranquilice. “Zack hizo esto. Tuviste pesadillas sobre un hombre con las manos quemadas”. Ella le explica que tuvo las pesadillas porque las pistas insinuaban que era Zack.
Crédito del gif boothseeley |
Brennan reconoce que lo que hizo Zack es ilógico, pero aún así tiene que hablar con él. Booth insiste, Zack es un asesino, ha intentado secuestrarla, quería matarla.
— ¿Entonces por qué no lo hizo? Lo podría haber hecho en cualquier momento pero no lo hizo. Necesito verle...
Pero Booth ya ha tenido bastante, renuncia y atrayéndola hacía sí la encierra entre sus brazos y la abraza y la abraza, intentando olvidar el miedo, la desesperación que ha sentido mientras la buscaba.
— Deja de hablar —le pide.
— Yo también te quiero —le responde Brennan sonriendo, dejándose abrazar, abrazándole a él.
—Por favor, deja de hablar...—le pide una vez más Booth, necesita, necesitan ese momento los dos.
RELLENANDO EL VACÍO
En el FBI, Booth y Brennan se reúnen con un feliz Aybrey y el Dr. Roshan, el director del psiquiátrico, que les lleva una caja con efectos personales de Zack. Éste, se ha estado escapando de la institución en los últimos 6 meses sin que él lo supiese. Brennan le pregunta por la cicatriz en la frente. Y el doctor les cuenta que Sweets lo visitaba asiduamente, cuando Zack se enteró de que el doctor había sido asesinado tuvo un ataque de ira golpeándose la frente. Desde entonces Zack ha sido diferente, añade, más retraído.
La sorpresa llega cuando Aubrey le interroga, aunque Zack con quien quiere hablar es con Brennan: “la comunicación con alguien de menor intelecto es difícil para mí”, dice arrogante. E insiste en que es inocente. Secuestró a Brennan porque sabía que su vida corría peligro.
— ¿Por qué no la llamó y se lo dijo? —pregunta Aubrey.
— No estoy muy versado en la etiqueta social, Pero creo que, cuando se trata de acusaciones de asesinato en serie, lo mejor es hablar cara a cara —responde.
Y Aubrey no deja escapar la ocasión ¿cómo sabía lo del asesino en serie si en la prensa no se ha publicado nada?
— Porque he estado leyendo el correo de la doctora Brennan. Dadas las pruebas, era sólo cuestión de tiempo hasta que fuese considerado el principal sospechoso —responde dejando a todo el mundo sorprendido.
Es decir que Zack en el manicomio se ha convertido en un hacker que no sólo ha espiado el correo de Brennan, sino también los de Cam, Angela y Hodgins, no el de Booth, “el agente Booth y yo no somos amigos”, responde incomprensiblemente.
Sin embargo, cuando Aubrey le muestra una foto de la boda en la que la cabeza de Booth ha sido arrancada y pegada, se comprende no sólo por qué no le considera un amigo, sino cuánto ha debido querer a Brennan, cuánto la quiere.
Sin embargo, cuando Aubrey le muestra una foto de la boda en la que la cabeza de Booth ha sido arrancada y pegada, se comprende no sólo por qué no le considera un amigo, sino cuánto ha debido querer a Brennan, cuánto la quiere.
LA ESPERANZA DEL DOCTOR HODGINS
El doctor Hodgins está indignado por el secuestro de Brennan. Él hubiese cogido la jeringa, se la hubiese metido a Zack por la garganta y le hubiese extraído los órganos, le dice a Wendell mientras sufre un doloroso espasmo en las piernas que no es nada comparado con la ira que siente.
Cuando Angela examina el ordenador de la biblioteca desde el que Zack espiaba sus correos, descubre para su sorpesa que utilizaba como alias el nombre de doctor Alexander Bancroft, el nombre del doctor que ha desarrollado el protocolo que la fisioterapeuta de Hodgins utiliza para que recupere el movimiento de las piernas, pero no era el doctor Bancroft quien se comunicaba con ella, era Zack.
Hodgins, calmado, acude a la sala de interrogatorios, quiere agradecerle a Zack lo que hizo por él, “funciona”. Zack no quiere agradecimientos. Es poco probable que el tratamiento funcione.
— Funcionó —le asegura Hodgins— Tengo sensibilidad.
La respuesta de Zack no puede ser más desesperanzadora. Lo que Hodgins siente es el dolor de la zona comprometida. Tiene menos del uno por ciento de posibilidad de volver a andar.
— ¿Así que no crees que vaya a funcionar? —pregunta Hodgins. Y una vez más nos volvemos a sorprender. Zack, el científico hiperracional le dice a su viejo amigo.
—Se me ha dicho, aunque no se ha demostrado científicamente que la esperanza puede tener el poder de curar. Trataba de darte esperanza y temo que sólo te haya traído dolor.
Increíble. Lo cierto es que al final, el doctor Hodgins pierde totalmente la sensibilidad y aunque hay lágrimas y tristeza, él está bien.
BUSCANDO AL TITIRITERO
La búsqueda del Titiritero es como un circo de múltiples pistas, todos los personajes recurrentes son sospechosos, incluida Karen Delf, la analista del comportamiento que se presenta en el despacho de Booth justo cuando él necesita uno, porque ya no está seguro de que Zack sea el asesino. Entre el desorden de sus papeles, Karen encuentra sus pensamientos, puede que el asesino tenga personalidad múltiple, que el doctor Faulk, (el psiquiatra que hipnotizó a Brennan) lo sea.
En el laboratorio, Brennan y Wendell descubren, entre los huesos encontrados en el sótano de las marionetas, un hueso que no pertenece a ninguna de las víctimas anteriores, puede que haya una cuarta víctima. Y sin decírselo a Booth se van a inspeccionar el lugar. La escena es terrorífica y divertida a la vez.
Crédito del gif:peppernights |
Como todo el mundo mete cizaña en la investigación, el doctor Faulk les dice que el asesino que están buscando quiere mantener el control, dirigir la investigación. ¿Y quién puede estar haciendo tal cosa? Ahh, misterio.
Karen, tiene una idea, darle a Zack todos los archivos del caso, siguiendo con su teoría de la doble personalidad puede que así resurja su personalidad malvada. Brennan le ayudará. Y por unos instantes la sala de interrogatorios parece una dependencia del Jeffersonian de hace ocho años, Zack y Brennan, cabeza con cabeza observan unas radiografías.
Fuera, mientras Booth le pide a Aubrey que investigue a Karen, llega el doctor Roshan, trae los expedientes de algunos enfermos afectados de personalidad múltiple con los que se ha relacionado Zack. Y de repente todo cambia, Zack reconoce que ha tenido lapsus de memoria, que no recuerda los asesinatos, pero está convencido de que es el asesino. Las pruebas son concluyentes. “Es culpable”, le dice Brennan a Booth, pero aunque el instinto a Booth le dice que Zack no lo es, el doctor Roshan se lo lleva al manicomio.
La acción se traslada al Jeffersonian en una escena divertida. Karen Delfs persigue a Brennan, insiste en saber si se encuentra bien, está a salvo, no tiene que seguir trabajando y acercándose a ella, invadiendo su espacio vital la pide que la acompañe. Brennan reacciona.
— Aléjese de mí —le pide y le cuenta que creen que el asesino intenta controlar la investigación.
Karen se ofende por la sospecha. Y más ofendida se va con su coleta al aire cuando Wendell llega, le pregunta a Brennan si está todo bien y esta le responde que sí, pero que hay mucho loco suelto.
EL TITIRITERO DEMEDIADO
El caso se resuelve cuando Brennan y Wendell descubren que el esqueleto demediado pertenecía a un siames adolescente que murió en el quirófano mientras le separaban de su gemelo. Cuando Angela hace la reconstrucción facial del rostro del esqueleto demediado, Brennan reconoce el del doctor Roshan. Él es el asesino, él ha manipulado las pruebas para que Zack parezca culpable. ¿La explicación? Que después de la separación, el doctor adoptó la personalidad asesina del gemelo muerto. Y no os preguntéis más. Bien está lo que bien acaba.
Crédito del gif purplelephantsarewrong |
Y AL FINAL ZACK OBTENDRÁ JUSTICIA
Se lo promete Booth en, por fin, una luminosa escena, cuando Zack les cuenta que él no mató al lobista, que lo confesó porque asumió que lo hubiera hecho obedeciendo a Gormogon. Claro que como Sweets le dijo en su día, uno no sabe si será capaz de matar a alguien hasta que no se enfrenta con la situación. Ahora Zack se ha dado percatado de la verdad. Él no es capaz de matar. Ni siquiera para salvarse así mismo.
Y es entonces cuando para sorpresa de Brennan y de Zack, Booth dice:
—Te creo— Y cuando Brennan intenta una leve protesta, añade —Vamos a ayudarle, ya ha cumplido la condena.
Zack le da las gracias e intenta abrazarlo, pero Booth como antaño, como siempre, le rechaza. No le gustan los abrazos. Finalmente es Brennan quien le da a Zack unos reconfortantes golpes en el hombro. Zack vuelve a ser de los nuestros.
¿Os ha parecido muy larga mi reseña? Pues aquí tenéis un vídeo en el que el episodio se resume en 12 segundos:
Y esto es todo, amigos. “El Titiritero” está muerto, oportunamente muerto, y ya nunca sabremos porqué ni cómo hizo lo que hizo, pero en la vida no todo tiene una solución meridiana, de algunos sucesos nunca se sabe todo. Para mí que la trama de “El Titiritero” hay que tomarla como lo que ha sido, un terrorífico, tenso, polémico y divertido viaje del que yo he disfrutado. ¿Y vosotros?
Una toma falsa del episodio |
Excelente reseña
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